Cuestión de pelotas
Ha dicho Paolo Vasile el capo de Telecinco que hay que tener pelotas para mantener en antena durante tanto tiempo a un programa tan cutre como Sálvame, que es la estrella del canal de televisión italiano de Berlusconi quien no nos ha traído a España nada bueno y que se ha llevado de este país muchos millones en publicidad.
Eso de ganar dinero a base de jalear oscuros deseos de clases medias bajas y guateques para jubilados es lo importante para Vasile. El que tiene su versión política ‘cutre lux’ en La Cuatro, aunque ahí le han ganado la partida los de La Sexta TV, con su programación pro Podemos y algunas tertulias que empiezan a ser un Sálvame de la política nacional si nadie lo impide.
Están en su derecho pero no nos merecemos algo así. Y sería mejor que los primeros dirigentes políticos de España acaben con este reality político televisivo ruidoso y entrometido en el que por otra parte se pica carne humana con mucha ligereza y bastante facilidad.
Basta de tanto parlanchín y analistas de ocasión y hora es que los dirigentes políticos entren en una zona de mas discreción y eficacia política, como la que se necesita para que los pactos de gobierno puedan prosperar.
Pedro Sánchez lleva una semana callado y no le falta razón. Y eso mismo debería hacer Rivera porque desde que acabaron las elecciones del 26-J no ha cesado de disparatar. El que ha anunciado discreción ha sido Rajoy al declarar que las que serán sus conversaciones para la formación del gobierno no se van a radiar. Sin embargo Iglesias no puede vivir sin la tv porque ese es su verdadero activo político.
El lugar de encuentro y debate político debe ser el Parlamento si es que esta vez arranca la legislatura de verdad para lo que hará falta la investidura de un presidente y la formación del nuevo Gobierno. De lo contrario estaremos otra vez inmersos en una permanente campaña electoral y ese es el caldo de cultivo preferido de los más ruidosos canales de televisión.
Los mismos donde la cultura, la formación y entretenimiento de calidad brillan por su ausencia. Y donde la literatura, las artes, el teatro, la música clásica y el buen cine carecen de la menor oportunidad porque, como dice Vasile, no hay pelotas para una programación de máxima calidad.