El pasillo estrecho de Ciudadanos
En algún momento de 2017 (antes de ayer) Ciudadanos soñaba y braceaba para convertirse en el partido alfa de la política española ocupando el espacio del PP y parte del PSOE. Su líder Albert Rivera se percibía, sobre todo él mismo, como el personaje central de la política decidido a negociar con los viejos partidos la aceptación de su liderazgo. Tuvo cerca compartir gobierno y ocupar la vicepresidencia con los socialistas o, en su momento con los populares. Ambos, partidos declinantes frente a la pujanza de los pretendientes. Todo se derrumbó en un año hasta jubilar a Rivera, por sus propios errores estratégicos, y colocar al partido como monaguillo del PP para sustentar algunos de los gobiernos autonómicos. Renunciaron a ser bisagra al modo de los liberales alemanes porque aspiraban a más, pero han ido de fracaso en fracaso hasta el derrumbe final.
Un derrumbe que queda pendiente del acta de defunción que debe salir de dentro o por desbandada. Mientras llega sus actuales dirigentes, con Inés Arrimadas en cabeza, tratan de resucitar al moribundo con cirugía de urgencia a vida o muerte. Arrimadas propone revisarlo todo: los estatutos, el nombre, la dirección, el programa… que supone asumir la gravedad, aunque rechaza extender el certificado como en su día hicieron el PSP de Tierno o la UCD del postsuarismo o la UPyD de Rosa Díez.
Ciudadanos tiene a favor que tiene algo de caja para resistir unos meses, pero carece de potencial ingresos para asumir nuevas campañas electorales. El dilema entre disolver o resistir les llegará en breve. Y en cualquiera de ambos casos tienen que decidir cómo: echan el cierre y pagan lo que toque o entregan sus activos a otro para salvar muebles y alguna carrera política.
Aguantar hasta las elecciones del 2023 puede ser un objetivo imposible, aunque esa es la única oportunidad para sobrevivir. Sus actuales nueve votos en el Congreso pueden valer poco o mucho según le vayan las cosas al gobierno Sánchez. Ese es el principal activo que tiene fecha de caducidad. Aparte tienen poco más. La posición en el Ayuntamiento de Madrid se deprecia por meses.
Montar un partido es difícil, muchos lo intentan y casi todos fracasan. Liquidar, cerrar no es más fácil, sobre todo hacerlo bien. El pasillo que tiene Ciudadanos por delante, con Inés Arrimadas al frente, es muy estrecho y se irá estrechando con el paso de las semanas. El verano puede ayudarles a reflexionar y elegir la alternativa inteligente.