A Pepe Antolín le preocupaba el magnesio
Ha fallecido esta semana José Antolín a los 86 años, apartado desde hace unos años de su tarea de empresario de excepcional desempeño. Pepe Antolín ha sido protagonista y actor principal del desarrollo del grupo industrial que lleva su apellido, una de las primeras empresas de automoción del mundo, que produce techos, puertas, instrumentos de control… con 25.000 empleados en 140 plantas ubicadas en 26 países.
La historia empresarial de los Antolín, desde su padre Avelino, los hijos Avelino y José y los que les siguen, es una de las ejemplares, un caso de libro. Empezaron hace 80 años con un taller de reparaciones de vehículos en Burgos, donde Avelino hijo y Pepe se iniciaron en la industria. Inventaron una rótula eficiente que sentó la base innovadora de la familia. Y a partir de los últimos años cincuenta apostaron por la producción de componentes para el automóvil con un propósito permanente de mejora de calidad, de innovación y, finalmente de internacionalización.
Si Avelino, visionario, definió la vocación de la empresa familiar, su hermano Pepe tomo el relevo a su fallecimiento inesperado el año 1995, con 60 años, para mejorar la trayectoria anterior. Pepe Antolín acreditó discreción y tesón; llevó la compañía mucho más lejos de lo que imaginaban sus clientes, sus amigos y sus competidores. Pepe estaba a lo suyo, a su empresa, a innovar sin distraerse.
Hace años, a principios de siglo, coincidí con él en una reunión en el palacio de Saldañuela de Burgos para preparar un evento empresarial. Pepe estaba ya sentado, serio, meditabundo. Le pregunté, Pepe ¿qué te preocupa?, sin pestañear respondió: “el magnesio”. Al ver mi cara de sorpresa añadió: “no te imaginas lo que puede servir para reducir el peso de los asientos y de otros componentes”. El magnesio es un metal maleable, ligero y resistente, capaz de restar peso y ganar eficiencia.
Pepe Antolín estaba en las cosas, en lo importante, en la producción… en el magnesio, como luego le preocupó el grafeno. Era industrial convencido de la mejora continua, de la innovación y del trabajo en equipo y con visión a largo. Nunca renunció a su condición de burgalés, a sus raíces, y a la vocación que le inculcó su padre y su hermano mayor. No era de los que aparecen en foros o fiestas, conocía a quien debía conocer y hablaba con quién le aportaba algo de valor. Ninguna vanidad. mucha fe en su trabajo y compromiso permanente para crecer y mejorar. Cedió la responsabilidad de dirigir el grupo cuando percibió que le faltaban fuerzas. Llegó a recibir el Premio Rey de España que reconoce a empresarios indiscutibles. Me honro de haber propuesto su candidatura a ese premio y de que el exigente jurado que le otorga entendiera que lo merecía. Avelino padre, Avelino hijo y Pepe han dejado a la industria española uno de sus activos más impresionantes.