Felipe Borbón cumple 54 en silencio
El día de cumplir años es uno más, ni más ni menos significativo. Tanto como esos días bisagra (fin de año, fin de curso…) que marcan un momento de cambio para mirar adelante y atrás, para hacer esas preguntas clásicas, quién soy, de dónde vengo, adónde voy, sin entrar en detalles para no complicar en futuro. Felipe Borbón Gracia, que responde como Don Felipe VI, el Rey, el jefe del estado, se habrá hecho esas preguntas tópicas ayer cuando celebraba en intimidad su 54 cumpleaños. Probablemente la mayor alegría del día fue el excepcional triunfo de Rafa Nadal en Australia que enorgullece a todo español de bien (incluso a los otros).
Felipe VI sabe perfectamente de dónde viene, cuál es su designio que no ha elegido, que le vino dado, aunque se trata de una obligación auto asumida desde el principio, desde que tiene uso de razón ya que ha podido dar un paso atrás y optar por otra vida. A su edad y con sus hijas educadas para seguir su designio ya no es probable ese paso atrás. Sabe perfectamente quién es y de dónde viene.
Otra cuestión es la tercera pregunta: ¿adónde va? También lo sabe otra cuestión es cuan viable será su hipótesis. Su objetivo es la estabilidad y prosperidad de los españoles. Su acierto radica en el cumplimiento razonable de ese objetivo, que no solo depende de su desempeño, intervienen otros muchos actores que le son ajenos, entre ellos la calidad de la política, la eficacia de los políticos y la firmeza de las instituciones.
El problema para Felipe VI es que no es mucho lo que puede hacer para cumplir su mandato; el encargo que asumió desde que nació. Su poder es limitado, tan importante es lo que no haga y lo que evite que lo que haga o protagonice. Su mérito es saber estar y su ejemplo de serenidad y templanza. Ya no le ayudan sus padres, todo lo contrario, ni sus hermanas; ni tampoco los monárquicos genéticos que difícilmente entiende las realidades ajenas a ese mundo.
A su favor tiene el valor de la estabilidad, de lo conocido, y el temor a la aventura emocional. Los 54 años suponen un elemento de madurez, de haber visto mucho y tener consciencia de que la magia de la llamada corona tiene demasiados competidores en cuanto a notoriedad. La opinión pública no le regalará nada, le exigirá coherencia y acierto. Y de los medios solo puede esperar escrutinio exigente, algo de frivolidad y silencio. Por ejemplo, el que ha obtenido tras su visita a Puerto Rico y a su discurso sobre la huella española en América bien recibida allí y silenciada aquí. ¿Cuáles son las razones de ese silencio? ¿simple tontuna?