El contador de Sánchez: fin de semana perdido
En la Moncloa los de Sánchez llevan un contador semanal, como si fuera la Liga, con punto final en las elecciones generales, para las que no hay fecha. Cuando convengan, cuando el marcador les convenga. El Presidente tiene la facultad de disolver las Cámaras y poner punto final a la legislatura antes de verano del 2020. Las únicas limitaciones radican en los otros calendarios electorales: el andaluz (antes de marzo) y el catalán (cuando quiera Puigdemont) y la macro convocatoria de las tres urnas: europeas, municipales y autonómicas en mayo del 2019. En los intersticios de esas fechas, antes o después, a conveniencia del Presidente los españoles tendrán cita para fijar sus preferencias con ofertas que no se corresponden con las de hace dos años.
El contador de esa Liga que empezó a contar desde la moción de censura (siete semanas) es claramente favorable al PSOE y a Sánchez, que ganó de calle las primeras jornadas con el “gobierno bonito” que articuló en pocas horas y con las ofertas que ha ido desplegando desde entonces.
El pasado fin de semana fue el primero en el que el saldo fue desfavorable por deméritos propios y por méritos ajenos. En su propio debe cuenta un fallo de defensa clamoroso: el avión oficial al concierto de Benicasim, una nimiedad que se pudo evitar, agravada con las explicaciones posteriores. El resumen del fallo es que unos cuantos electores potenciales han concluido que son todos iguales, que en cuando pueden se aprovechan. El asunto no merece más comentario pero me recuerda a Felipe González en el Azor o a Aznar en El Escorial. En este caso el síndrome de la Moncloa se ha manifestado demasiado pronto, no siquiera han pasado cincuenta días.
Más importante es el redibujo de los otros partidos, del PP y de los catalanes de la vieja Convergencia. Los unos adversarios y los otros aliados coyunturales pero imprescindibles para ganar votaciones en el Congreso. El PP ha mudado de piel y de referencias este fin de semana, Casado no es Rajoy y por más que traten de endosarle la etiqueta de “extrema derecha” es obvio que a poco que el joven Casado plante una oposición inteligente (de derechas, por supuesto) el margen del PSOE se verá reducido, entre otras razones porque Ciudadanos tendrá que ampliar el espacio de captación de votos a los linderos del PSOE. Son movimientos tectónicos que se notarán en las encuestas y en las elecciones, seguramente pequeños, pero que afectan a esos marginales que determinan ganador y perdedor en política.
El efecto Puigdemont en la vieja Convergencia es más relevante en el corto plazo ya que va contra la escuálida mayoría parlamentaria socialista y contra la idea de que el “apaciguamiento” dará algún resultado en la crisis catalana. La tesis de que los socialistas son capaces de revertir el “proces” a una zona de “conllevanza” pierde posibilidades tras las incipientes señales que emitió la entrevista de Sánchez y torra en la Moncloa. La vía unilateral sigue vigente aunque desde ERC hagan leves guiños autonomistas.
Si Sánchez fracasa en Cataluña como fracasó Rajoy, aunque por otras causas, sus posibilidades de ganar las próximas elecciones se desvanecen. Y si Sánchez fracasa con las cuentas públicas, incluido el Presupuesto 2019, le ocurrirá otro tanto. El contador de La Moncloa este fin de semana ha restado puntos y refuerza la idea de disolver antes de término. Ahora falta ver el desempeño de Casado, que lo tienen más complicado de lo que aparenta el entusiasmo del día después. Y la peripecia de los “indepes” que puede dar otra patada al tablero español.