Averías informativas en el edificio España
El pasado miércoles todos los diarios de Madrid daban cuenta de la recepción que Trinitario Casanova (empresario murciano metido a inmobiliario de altos vuelos) había ofrecido en el edificio España de Madrid a la alcaldesa Carmena, a la prensa, a los prebostes del urbanismo madrileño... a cuenta del proyecto de reforma del célebre y trasteado edificio España, sito en la plaza del mismo nombre, que enlaza la Gran Vía con la calle Princesa.
El señor Casanova firmó el pasado junio un contrato de compra de ese edificio por 272 millones de euros (contrato de arras pendiente de perfeccionamiento y pago) al grupo chino Wanda; que a su vez lo adquirió meses antes al Banco Santander, por una cantidad semejante; banco que a su vez lo heredó como compensación de créditos perjudicados de Metrovacesa, una inmobiliaria casi centenaria, que tras brillante trayectoria cayó víctima de la anterior burbuja inmobiliaria y de un trasiego de OPAs a cual más desmedida.
El tono informativo de los medios era “burbujero” (léase triunfalista): un audaz señor de Murcia, Trinitario de nombre, compró un inmueble a un chino que no acertó a entenderse con el Ayuntamiento. Decía el redactor de El País el pasado miércoles que la empresa de Trinitario, por nombre Baraka, negocia con “Galerías Lafayette” para instalar un centro comercial en las tres primeras plantas del inmueble. Y si fallaba el grupo francés estaba en espera El Corte Inglés. Los demás diarios explicaban algo parecido, sin confirmación de los socios aludidos. En El País de ayer (suplemento Negocios) decían a una breve información columna titulada: “Las fabulaciones de Trinitario” que de lo dicho nada que ni Lafayette ni Corte inglés han mostrado interés por instalar su marca en el Edificio España. ¿Acierta El País del domingo o el del miércoles?
Lo que más me llamó la atención de la información de El País del miércoles (a cuatro columnas con foto) fue el último párrafo. “Según los cálculos de la empresa murciana el edificio España duplicará su valor actual en los próximos tres años, hasta 532 millones. Así lo decía un informe depositado en por la firma española en la bolsa de Hong Kong. De cumplirse Baraka ganará el doble de lo que va a desembolsar para adquirirlo...”. Me pregunto, ¿desde la inversión inicial por el inmueble a rehabilitar hasta su pleno funcionamiento comercial, Baraka no hará ninguna inversión adicional? Porque eso de duplicar la inversión suena a algo mágico, como si de un rey Midas se tratara. A pesar de las leyendas, esto de ganar el doble en tres años es poco frecuente, incluso pudiera ser sospechoso.
Las andanzas de Trinitario, cuyos antecedentes mercantiles son como para ser cautelosos, con el edificio España son azarosas. Ocho meses después de haber anunciado la operación está por materializarse, no han ido al notario, ni al Registro de la propiedad; queda el pago de la mayor parte del precio fijado. Aplicando un viejo principio contable, mientras no hay cobro no hay venta; y mientras no hay propiedad inscrita no hay rehabilitación posible. Solo papel, que es material muy resistente.
¿Qué pintaba el Ayuntamiento y la alcaldesa, que es juez y parte de este negocio, en esa recepción? Difícil de explicar, quizá la alcaldesa ignora la regla contable de la venta y el cobro. La operación del edificio España es importante, compleja, merece precaución, cautela, seguridad, y no deslizarse por la propaganda y el burbujeo.