Gorras rosa contra viseras rojas
Trump se presentó a tomar posesión con una enorme corbata roja que le llegaba a la entrepierna; a Emilio Botín también le gustaba el rojo y pintó de ese color buena parte de su sede social y los rótulos de todas sus oficinas. Rojo fuerte, contundente, que ilustraba todas sus presencias; con su hija Ana la intensidad del rojo va a menos, quizá porque es más británica. El rojo también es el color de los chavistas, los seguidores calan gorras rojas frente al amarillo de la oposición. Trump también apostó por el rojo en la campaña, en los mensajes y en las gorras con visera que distinguen a sus seguidores y con las que ha aparecido el presidente en muchos actos de campaña.
Frente al color Trump ha aparecido el de las mujeres que le repudian, gorras de color rosa con dos puntas para darlas estilo. Las gorras de Trump casi ocultan los ojos, protegen del sol y de la luz; las gorras rosas de las mujeres contra Trump solo tapan la cabeza, pueden ir bien contra el frío, pero son más testimoniales que útiles.
La marcha de las mujeres en Washington ha rememorado la marcha por el trabajo y la libertad el 28 de agosto de 1963, que concentró una multitud en la explanada frente al monumento a Lincoln. Enrique Meneses estuvo allí y nos legó algunas fotos de impacto y también un testimonio revelador, contaba Enrique que empujó involuntariamente a una mujer de color y que inmediatamente la pidió disculpas. La señora lloró. Enrique sorprendido le preguntó si estaba herida, la respuesta fue: No, estoy emocionada, es la primera vez que un blanco me pide disculpas.
Durante los años sesenta los Estados Unidos debatían la extensión de los derechos civiles y las libertades, la no discriminación. El recorrido ha sido largo pero no ha acabado, queda recorrido hasta la libertad efectiva y la igualdad en las oportunidades. En los Estados Unidos y en otros muchos países, incluidos los europeos.
La “marcha de las mujeres” ha sido una respuesta inmediata, espontánea, de cuantos viven con asombro e incluso con miedo la llegada de Trump a la presidencia y el dominio de los republicanos en todas las instituciones. ¿Se quedará en una marcha testimonial o llegará más lejos? Obama, el presidente saliente, apeló estos días al pueblo para defender los derechos, reiterado que “si se puede” alcanzar los objetivos colectivos. De alguna manera la “marcha” es una demostración de vitalidad; nada tuvo que ver con los incidentes violentos del viernes.
La oposición a Trump se va a lidiar en la calle pero sobre todo en los tribunales norteamericanos que se van a convertir en escenarios habituales para resistir las contrarreformas que contiene el programa Trump. La calle, las instituciones y finalmente las elecciones parciales de noviembre de 2018 darán la medida y el alcance de la movilización de las gorras rojas y la fortaleza de los gorros rosas.