La aventura del Popular: una ampliación atrevida
El equipo del Banco Popular se esfuerza para explicar su propuesta de ampliación de capital a muy bajo precio. El problema de la operación es que llueve sobre mojado, que aun están abiertas las heridas de la anterior ampliación cuando llega la siguiente. No quieres caldo... pues dos tazas. El Popular fue durante varias décadas el mejor banco del mundo (uno de los mejores) por rentabilidad y eficiencia como banco comercial, de depósitos t prestamos, especialmente a YMES, profesionales y particulares. Se especializó en colectivos, evitó las grandes operaciones de financiación mayorista, las inversiones en territorios desconocidos y cuidó la cantera sin tirar de talonario para retener o captar talento. Era un banco al tran-tran, innovador sin ingenuidades o apariencias y cuidadoso con el gobierno corporativo y el control del capital.
¿Qué ha pasado para que en el corto plazo de una década se convirtiera primero en un banco normalito y ahora en un banco problemático y con futuro incierto? Hay razones remotas y cercanas, internas y externas, de estructura y coyuntura. Es indudable que la crisis ha complicado los balances y las cuentas de todos los bancos, pero de unos más que de otros.
Quizá el popular estuvo poco atento al cambio de ciclo y tomó tarde decisiones arriesgadas. No creció cuando los demás lo hacían, pecó de exceso de prudencia en los tiempos de crecimiento; y apostó por crecer cuando la prudencia aconsejaba lo contrario. A eso se llama ir con el paso cambiado. Al Popular le fue mal la sucesión de un personaje tan carismático y precavido como Luis Valls, que empezó por tardar en irse, y siguió con el incumplimiento del undécimo mandamiento: no estorbar. No es que estorbara, pero la continuación de la saga familiar fue un error histórico, a la vista de las consecuencias. Ensimismó al banco y generó conflictos internos cuando el momento requería concentración y determinación.
Angel Ron puede pasar a la historia financiera como protagonista de un impresionante proceso desvalorización que aconseja relevo y cambio de estrategia, aunque solo sea por la apariencia. El banco tropezó con la crisis y no consigue salir del laberinto, de la conmoción de verse atrapado en inversiones fallidas por olvidar su valor tradicional de aversión al riesgo. La compra del Pastor (comprar mercado no estaba en la genética del Popular) no ha salido bien, en vez de añadir ha restado. Y la fortaleza de un capital controlado, en pocas manos, la mayoría muy leal, no ha servido para acreditar solvencia y todo ese capital de respaldo que exigen los nuevos tiempos. La anterior ampliación (macro ampliación con mucho poder dilutivo) se planteó como definitiva, audaz, matar los problemas de una vez. Pero dos años después se repite el argumento con la credibilidad muy dañada.
Los otros bancos competidores han salido al quite para apoyar al colega, aseguran la ampliación, pero la señal que envían es confusa, ¿creen en Popular independiente o se preparan para asumir el riesgo y dar otro paso en la consolidación del sistema? Hay apoyos que matan o hieren, en este caso lo que parece bueno para el hígado e malo para el bazo.
Es indudable que ampliar con dinero en efectivo es bueno, nuevo capital fresco, capital duro, sangre de la buena, con glóbulos rojos; pero la pérdida inicial de capitalización a lo largo de estos días pone en riesgo toda la estrategia. Como el que tuvo... retuvo, no se puede descartar que las gentes del Popular extraigan lo mejor de su historia y recuperen frescura, dureza y flexibilidad, pero son tiempos complicados e inclementes con quien flaquea o pierde el paso.