¿Merecemos los periodistas más respeto?
Pablo Iglesias, intencionada o involuntariamente, utilizó a los periodistas como señuelo la pasada semana para ganar titulares. Logró el objetivo, si es que era eso lo que quería. Su argumento fue de lo más tópico y simple: más o menos lo siguiente: “los periodistas manipulan y son manipulados por sus jefes y empresas. Cada medio tiene su propia estrategia y los periodistas se amoldan, ¡qué remedio les queda, con lo mal pagados que están y la precariedad que padecen!” Y para concretar, Iglesias se refirió por su nombre al periodista de El Mundo que cubre la información sobre Podemos, por lo visto no a gusto de Iglesias. Lo cual puede ser una señal de que su trabajo es correcto. Los viejos periodistas sabemos por experiencia que, para el afectado, el elogio nunca es suficiente y la más leve crítica siempre es injusta o parcial.
Buena parte de los periodistas presentes abandonaron en acto como protesta por lo que calificaron de falta de respeto a la profesión. Luego a Iglesias le han caído encima no pocos editoriales y comentarios que le ponen a caldo. Tanto que ha pedido disculpas con el argumento de que no se explicó o no le entendieron. También logró el aplauso de la concurrencia (estudiantes y compañeros) a lo que llamó un acto académico, la presentación del libro de un colega en la facultad de Políticas, cuna de Podemos.
El argumento de los periodistas reclamando “respeto” me parece irrelevante; ¿qué significa “respeto”?, ¿quedar al margen de críticas…? Si es eso el argumento es pobre; el oficio del periodismo no es, precisamente, el más respetuoso, todo lo contrario. Al diputado Iglesias, jefe de fila del tercer grupo parlamentario, hay que pedirle rigor, alguna distancia a la propaganda y la provocación, sobre todo en un acto académico.
Iglesias utilizó argumentos bastante tontos por irreales e inverosímiles, lo cual debilita su tesis. Sobre la manipulación periodística hay tratados y experiencia abundante, Iglesias pudo haber sido algo más profundo y académico en su crítica. Pero no era eso lo que pretendía, sospecho que trataba más de advertir y amedrentar a cuantos cubren información sobre Podemos. Sospecho también que dijo lo que algún periodista le cuenta, quizá para justificarse y quedar bien.
Por ahora la reputación de los periodistas está deteriorada por muchas razones (basta repasar las encuestas que desde hace diez años publica la Asociación de la Prensa de Madrid, en cuya fuente Iglesias no ha bebido). Más deteriorada está la credibilidad de los políticos; más aun buena parte de la pérdida de reputación de los periodistas es por concupiscencia con los políticos, que afecta a toda la escala de la profesión, a los editores, los directores, los redactores jefes y los redactores.
El modelo de relación políticos-periodistas está averiado; demasiada cercanía, demasiadas complicidades, demasiado enredo. El formato de que cada medio tenga un redactor destacado en un partido puede parecer eficiente, pero es peligroso, Finalmente no está claro si es un periodista de un medio en el partido, o del partido en ese medio. Y lo mismo sirve para otras especialidades como la económica, la deportiva o la cultural. z
De manipulación se puede y se debe hablar con más frecuencia, someterla a revisión y crítica; pero teniendo muy claro que en la primera línea de los manipuladores están los que se pasan media vida calculando como manipular. Es a los periodistas a lo que nos toca respetarnos, respetar la profesión; lo que hagan los demás nos debe traer al pairo. A Iglesias… y a Rajoy, Sánchez y demás artistas hay que aplicarles las reglas del oficio que son de sobra conocidas. Si las aplicáramos saldrían menos y dedicarían más tiempo a estudiar, a escuchar y a pensar; y menos a como manipular, que es lo que hizo Iglesias en ese acto, presuntamente, académico.