Rato: investigación con ensañamiento
Rodrigo Rato fue un gran elector, una de las grandes agencias de reclutamiento y colocación durante los años de hegemonía popular. Nombró a cientos de personas en el ámbito público e influyó en otros cientos en el privado. Cuando el PP llegó al poder el año 1996, con frustraciones acumuladas durante las cuatro legislaturas de Felipe González, tenía una agenda intensa para desplazar el poder socialista (incluidos sospechosos) y dar la vuelta al calcetín. Tanto en los primeros niveles de la administración, altos cargos políticos, como funcionarios de carrera con cargo de libre designación, que fueron sometidos a un desalojo, más intenso aun que el que practicaron los socialistas en 1982.
Y entre los que disponían de agenda más nutrida para los relevos estaba Rodrigo Rato, desde su poderoso ministerio (Hacienda, Economía, Energía…) con impacto en empresas públicas y organismo reguladores, presuntamente independientes, incluido Banco de España, CNMV… sin perder de vista su influencia en el PP de Madrid y en el grupo parlamentario. La nómina de personas que deben algo a Rato es larguísima, centenares de personas, que se han deshecho en elogios de su benefactor mientras este no lo necesitaba y que ahora callan o dicen estar muy tristes. Uno de los altos cargos designados por Rato se ha atrevido a escribir en ABC “Yo soy Rato…” y a reclamar la presunción de inocencia y una investigación normal. Ningún otro testimonio de socorro o de confianza. Fernando Díez Moreno, abogado del estado desde 1971, fue subsecretario de Hacienda con Rato y luego secretario de Estado de Defensa, tiene prestigio entre sus colegas y valor para nadar contra corriente, que es poco común.
Los acontecimientos han sido vertiginosos, filtración a los medios de que Rato está siendo investigado por Hacienda y que se acogió a la amnistía Montoro de 2012; y a renglón seguido, registro exhaustivo en su domicilio y despacho, detención durante unas horas, escarnio público, pena de telediario, desvelamiento parcial, quizá insidioso, de su patrimonio…Baltasar Garzón dice que se trata de una investigación desproporcionada, exagerada, incluso algunos editoriales lo insinúan, pero la carga de la acusación contra los plutócratas elegidos (y Rato lo parece) es abrumadora, irresistible.
Atribuyen a Marañón la tesis de que una persona sana es alguien insuficientemente explorado. Puede servir para las personas con vidas profesionales no ordinarias, con rentas propias y familiares con alguna complejidad. En este caso también sería gente limpia desde el punto de vista fiscal solo la insuficientemente investigada. ¿Resisten las sociedades profesionales de Aznar y Felipe una investigación fiscal a cara de perro..? Y como ellos no pocos profesionales, abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, empresarios… con actividades dentro y fuera de España, con ingresos diversos…también pueden sudar tinta con un inspector motivado y apoyado.
Rodrigo Rato no ha comparecido aun ante ningún juez pero ya está condenado por defraudador, y por tantos delitos o irregularidades como cada cual quiera atribuirle. Ya le han calculado el patrimonio, “27 millones de euros”, ¿con o sin deudas, con qué valoraciones, distinguiendo rentas propias, herencia… Todo muy expeditivo y concluyente. Rato puede ser la peor persona del mundo, un gran defraudador, pero convendría ir con más cautela, con profesionalidad, con respeto a las leyes y los procedimientos. Esta investigación cursa con ensañamiento, con ejemplaridad sospechosa.