Las lágrimas de la ministra
El nuevo gobierno italiano ha concretado su plan de ajuste este fin de semana: acuerdo de consejo de ministros el domingo y, a renglón seguido, explicaciones en todos los foros recomendables: fuerzas políticas y sociales, Parlamento y opinión pública, incluido el Club de corresponsales extranjeros ante el que compareció el propio Monti.
El plan no gusta a casi nadie, lo cual puede ser un buen indicador, ya que en una situación como la actual pisar callos de distinta condición indica que el camino es el correcto. De momento una imagen vale por mil palabras, y el rostro emocionado, afectado, de la ministra de Trabajo, Elsa Fornero, cuando explicaba los ajustes es la foto del Plan. La ministra es una veterana profesora de economía de la Universidad de Turín (63 años), experta en planes de pensiones y de ahorro, con experiencia profesional en consejos de administración y servicios de estudio, que no fue óbice para que quedar sin palabras cuando quiso explicar los recortes.
Un plan de ajuste que no moleste a muchos ni es plan, ni es de ajuste. En este caso el gobierno Monti, con su jefe en primer plano, ha tomado medidas molestas que afectan a los ingresos y a los gastos. El gobierno quiere reducir el déficit en 25.000 millones de euros, que es algo menos de dos puntos de PIB, los que necesita Italia para aproximarse de verdad al objetivo máximo de déficit, al 3%, que supone seguir generando deuda, pero no tanto.
Monti propone subir impuestos, casi todos los impuestos, los que afectan al consumo (hasta dos puntos de IVA, del 21 al 23), a la adquisición de vivienda y a determinados bienes. Pero también reducir gastos de la administración, menos estructura y salario cero para el Presidente del gobierno. Y además congelación de las pensiones de más de mil euros al mes y extensión de los períodos de cotización y de la edad que habilita para recibir la prestación. Y medidas para contener el fraude fiscal e imponer facturación y pago ortodoxos.
El plan acredita que las promesas de Berlusconi, aquellos folios que llevó a la cumbre europea para provocar sonrisas de Merkel y Sarkosy, eran papel mojado y que pintan bastos para una sociedad como la italiana, que ha coqueteado demasiado tiempo con la informalidad y la ligereza en el manejo de recursos públicos.
Falta por ver la respuesta de la ciudadanía al plan de recortes. Desde la derecha, desde la Liga Norte han dicho que no están de acuerdo y que ellos van a suyo, a romper el estado y distanciarse de Roma y del sur. Y desde la izquierda y los sindicatos queda poco margen a la protesta, aunque habrá movilizaciones y protestas.
¿Tiene lecturas para España? Desde luego que las tiene, Italia está peor que España en Deuda (casi el doble) pero mejor en déficit (casi la mitad). El ajuste en el que trabaja Rajoy será muy parecido al de Monti en cuantía, aunque pretende hacerlo sin subir impuestos, esa puede ser la diferencia, aunque el fijo de la ecuación no está en los ingresos sino en el saldo, en el déficit. Cuadrar las cuentas se convierte ahora en una condición necesaria para el objetivo principal: crear empleo, que requiere previo crecimiento.
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