ITALIA

Los Saboya sacan a subasta parte de los bienes de la familia real

Los herederos del último rey de Italia alegan falta de espacio para conservar todas sus posesiones y ponen a la venta 200 piezas: joyas, cuadros, platos, escudos, juegos de té con mucha historia... y hasta tres motos. Niegan buscar dinero, pero están montando un banco 'online'

Algunas de las 200 piezas que los Saboya sacarán a subasta.

Algunas de las 200 piezas que los Saboya sacarán a subasta

Los Saboya no son desde hace mucho tiempo una familia real al uso. La dinastía no tiene Estado que la mantenga desde que los italianos aprobaron en referéndum el final de la monarquía el 2 de junio de 1946. Así que los herederos del último rey, Umberto II, necesitan buscarse las habichuelas para vivir (no confundir con una vida de sacrificio porque ellos, entre el apellido, las propiedades y no pocos bienes lo tienen mucho más fácil que el común de los mortales). Y en eso andan: han decidido vender parte de sus bienes al mejor postor.

Bueno, la versión oficial de los Saboya habla de falta de espacio. Tienen tantas cosas que no les entran en sus residencias y necesitan hacer sitio. Y de paso, sí, sacan algo de dinero (con perdón, que ya se sabe que en ciertos círculos tocar este tema es muy ordinario). Ya tienen todo organizado para la semana que viene en la casa de subastas suiza Genève Enchères: se puja por 200 piezas de la "colección del príncipe y la princesa de Saboya".

Platos, candelabros, jarrones, la cristalería y la plata, un sofá de cuero ecológico, pequeñas porcelanas, algunas cuadros y litografías... el catálogo es muy amplio. Todos objetos que Vittorio Emmanuele (hijo de Umberto II) y su mujer Marina Doria tenían en la villa de Vesenaz, en Ginebra, la que ha sido la residencia de su exilio dorado en Suiza desde hace 77 años y que también acaban de vender.

Entre el 18 y el 20 de septiembre salen a subasta (ya se pueden hacer ofertas online) fotografías que muestran imágenes del rey y de Benito Mussolini de la época de los Pactos de Letrán; el servicio de té de la reina Elena, que se casó con Vittorio Emanuele III, con quien tuvo a su hijo Umberto II; y las placas con el escudo de la familia, homenaje que la reina Victoria rindió al soberano italiano Vittorio Emanuele II cuando el "padre de la patria", que unificó Italia, cruzó volando el Canal de la Mancha en diciembre de 1855.

Y tres jarrones con grabados, el servicio de té de plata donado por el Sha de Irán (Vittorio Emanuele y Marina Doria se casaron en Teherán en octubre de 1971), un cofre, esculturas modernistas, pequeños budas y objetos de arte oriental, una alfombra de fibra de coco de Alexander Calder, pitilleras en plata y gemas...

Y hasta tres motos, entre ellas la famosa MV Agusta Brutale 1090, una pieza única hecha a medida para Emanuele Filiberto (el nieto de Umberto II) con las insignias de la Casa de Saboya. Dicen que en sus buenos tiempos, surcaba las carreteras con el rockero francés Johnny Hallyday, que era gran amigo suyo. 

Emmanuele Filiberto de Saboya abrazado a su mujer, con sus padres Vittorio Emmanuele y su madre Marina Doria, a la derecha.

Emmanuele Filiberto de Saboya abrazado a su mujer, con sus padres Vittorio Emmanuele y su madre, Marina Doria, a la derecha.

Recuerdos históricos

"Tenemos una mezcla de recuerdos históricos, incluido un servicio del siglo XIX hecho para un baile ofrecido por la reina Victoria en el Ayuntamiento de Londres, así como objetos mucho más pop, como cajas de Bulgari y Van Cleef & Arpels, y una motocicleta Scout india. de 1941", ha adelantado al Messaggero Cyril Duval, uno de los socios de la casa de subastas Genève Enchères. 

Nadie en Italia reconoce a los Saboya como príncipes (aunque ellos siguen precediendo sus nombres con el título) y sólo un puñado de nostálgicos apoyan su reivindicación sobre el derecho al trono, pero el país sigue de cerca sus vicisitudes porque, entre otras cosas, Emmanuele Filiberto es un personaje con una frecuente presencia en los medios.

Ha sido él quien ha confirmado la venta de una parte de los bienes familiares al Corriere della Sera: "Ahora mis padres viven en las montañas de Gstaad, la casa de Ginebra se había vuelto demasiado grande... y pueden dividir su tiempo entre la Córcega de Cavallo y Estados Unidos. En resumen, antes de dejar que tantos recuerdos se pudran en algún sótano, es mejor que algun apasionado pueda disfrutar de ellos. Debemos tener el coraje de deshacernos de lo que ya no es necesario".

Coraje. Falta de espacio. Se llame como se llame, lo cierto es que el final se escribirá con una cifra, que los Saboya ya han calculado: esperan recaudar un mínimo de 150.000 euros en esta primera subasta. Y para final de año, ya han anunciado otra más en Christie's con lo que quede sin vender en Villa Vesenaz.

"Las estimaciones de valor no son importantes en este caso", ha subrayado Cyril Duval desde la casa de la primera subasta, "son las emociones que transmite la colección, es más bien una cuestión de enamoramiento. Esta subasta permite a los coleccionistas conseguir algunos objetos con los que han soñado después de verlos en revistas o en la pantalla".

Otra subasta en diciembre

"A final de año venderemos todos los muebles diseñados por mi madre [Marina Doria, la mujer de Vittorio Emmanuele] para la villa, fruto de su creatividad: un curioso mueble bar, cuadros de Lichtenstein, sillas y la enorme mesa de mármol del centro de la casa", ha adelantado Emmanuele Filiberto en relación con la segunda puja con bienes de la familia real.

"La misma casa de subastas también venderá varias joyas este mes (un anillo con aguamarina, una pulsera con pequeñas esmeraldas y anillos con esmeraldas, rubíes o perlas), pero no de la colección Saboya", ha reconocido.

Hay, sin embargo, posesiones intocables. No todo se pondrá en la venta. "Todos los libros de la Casa de Saboya de la colección de mi abuelo y de mi bisabuelo, el rey Vittorio Emanuele III, así como las pinturas antiguas y la plata ligados a la historia de la Casa de Saboya están a salvo: los conservaré, no saldrán a subasta", ha asegurado Emanuele Filiberto de Saboya.

En su entrevista con Il Corriere, el nieto de Umberto II insiste en que no es dinero lo que buscan, pero la iniciativa de vender un buen número de bienes que han pertenecido a esta dinastía con más de 10 siglos de historia coincide en el tiempo con varios proyectos empresariales (las habichuelas, recuerden).

Restaurantes, equipos de fútbol y un banco

El más avanzado es una cadena de restaurantes bajo el nombre de "The prince of Venice", que es la traducción en inglés del propio título de Emmanuele Filiberto de Saboya. Un inciso: en realidad el único nieto varón en la línea de sucesión ha anunciado este año su intención de abdicar de lo que considera su derecho al trono en favor de su hija Vittoria cuando sienta, ha dicho, que "ella está preparada para sucederlo".

Mientras tanto se ocupa de los negocios familiares a través del Holding Casa Real. En su restaurante de comida italiana, abierto en California tras probar con éxito el food-track, promete una recompensa real (con la doble acepción de la palabra, que  explota también en el menú).

"La vida te lleva hacia nuevos lugares, hay que tener el coraje de mirar hacia adelante", ha explicado Emmanuele Filiberto. "Como con Prince of Venice, la cadena de restaurantes inaugurada antes de la pandemia. A finales de año abriré otro también en Riad y luego lanzaremos una franquicia".

Con la misma sociedad ha comprado también tres equipos de fútbol de segunda división italiana: el Saboya Torre Annunziata, el Saboya Aversa y el Saboia Portici. Y ahora prepara el lanzamiento de la "Tarjeta Real": "Es un banco online, ya tenemos las licencias, la tarjeta se emitirá con el circuito Mastercard", ha explicado Emmanuele Filiberto.

Aunque mire al futuro, no se olvida de su pasado reciente. La familia mantiene el contencioso con el Estado italiano por las joyas de la Corona que reclaman los herederos de Umberto II y que custodia el Banco de Italia desde aquel junio de 1946 en el que la familia entera tuvo que abandonar Italia para siempre.

El Parlamento y el Senado acabaron hace 20 años con su exilio y les autorizó regresar a la República italiana, pero los Saboya han preferido seguir viviendo fuera, entre Suiza, Estados Unidos y Mónaco.

Sobre el autor de esta publicación

Isabel Longhi-Bracaglia

Isabel Longhi-Bracaglia (Madrid, 1968) es periodista. Comenzó a ejercer convencida de la importancia de la información local en varios medios hace más de 30 años (Efe, Onda Cero, Telemadrid y El Mundo). En este diario, se especializó primero en temas sociales, en temas de comunicación después y en información internacional al final, antes de decidir mudarse a vivir a Italia. Desde allí, observa y cuenta en Republica.com lo que ocurre en este país, que la fascina.