El proceso en marcha de la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN es el primer fracaso político de Vladimir Putin frente a la Alianza Atlántica que renace con fuerza en Madrid. Y que anuncia el despliegue en el Este de Europa de más de 300.000 soldados en los países ‘aliados’ más orientales, además de armamento pesado (tanques, misiles y aviones) y de buques de guerra en el flanco sur como los seis destructores de Rota.
Esta es la firme respuesta de la Alianza Atlántica a la invasión y la guerra que Rusia ha lanzado contra Ucrania. Lo que nos retrotrae a la ‘guerra fría’ en la Europa continental y al renacer de los dos ‘bloques’ políticos, económicos y militares que amenazan la globalización del mercado mundial.
Y que, en el corto plazo, está teniendo duras repercusiones económicas y sociales tanto en Rusia (por las sanciones occidentales) como en el ‘bloque occidental’ por causa de la crisis energética, la inflación y la amenaza de una recesión en USA y la UE, males que ya son endémicos en el ‘bloque oriental’ que encabezan China y Rusia.
La capacidad disuasoria frente a Rusia de la nueva OTAN dependerá de ‘la rapidez’ con la que los aliados atlánticos sean capaces de desplegar sus más de 300.000 soldados de su fuerza de ‘intervención rápida’, además de su armamento pesado en las naciones ‘aliadas’ del Este europeo (Polonia, Rumania, Estonia, Eslovaquia, Bulgaria, Hungría, Letonia y Lituania) cuyos ejércitos nacionales cuentan con otros 300.000 soldados y su armamento pesado.
Con lo que la Rusia de Putin se puede encontrar, en un plazo no lejano en el tiempo, con un ejército de cerca de la OTAN de 700.000 soldados y con su armamento en las fronteras de Rusia. Y, aunque la OTAN nunca suele hablar de ello como lo hace Putin, también con el armamento nuclear aliado. Y sin olvidar en este despliegue la superioridad naval de los aliados en los mares del norte y el Mediterráneo.
El talón de Aquiles de Europa es, en el corto plazo, la escasez de energía que amenaza este año con un duro otoño e invierno en la UE, empeora la inflación (ya en el 10,2 % en España) y nos acerca a la recesión.
En la Cumbre de la OTAN de Madrid también se han estrechado lazos con las naciones democráticas del Indo Pacífico, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda y Australia que fueron invitadas a la Cumbre.
Y se ha acordado un aumento del gasto militar de los aliados con una base mínima del 2 % del PIB, y la obertura de todos ‘los territorios de los países miembros de la OTAN’ -lo que España interpreta como una garantía para Ceuta y Melilla-, así como se acordó estrechar la vigilancia en el flanco sur del Mediterráneo, desde Oriente Próximo hasta el Sahel africano, frente a las amenazas terroristas y movimientos migratorios. Y de ahí la presencia en la cumbre de Madrid de los representantes de Jordania y Mauritania.
Una Cumbre de Madrid ha resultado un éxito que beneficia a los primeros líderes mundiales de Occidente, muchos de los cuales que tienen y sufren problemas en sus respectivos países y políticas nacionales como ocurre con Biden, Johnson, Macron, Draghi -que tuvo que viajar de urgencia a Italia- y Sánchez. El presidente español cuya imagen internacional y nacional sale reforzada porque ha tenido, como el Rey Felipe VI, mucho protagonismo mediático en España y en la escena internacional.
Y ello durante una Cumbre ‘segura’ y bien organizada, sin crítica social en España -solo una escasa manifestación-, y con el broche de la visita y cena en el Museo Del Prado que causó la admiración de los 40 jefes de Estado y de Gobierno de las naciones aliadas y afines que se reunieron en Madrid.