La Conferencia Episcopal alemana vuelve a desafiar al Papa. Y esta vez, con una decisión revolucionaria que traerá seguro consecuencias: la mayoría de sus obispos han aprobado la celebración de bodas homosexuales por la iglesia. Sí, con todas las bendiciones, igual que en las oficiadas para parejas heterosexuales.
Es oficial. A partir del 2026, las parejas del mismo sexo podrán darse el sí quiero ante los altares germanos. Los obispos se han dado tres años de plazo porque necesitan organizar la liturgia religiosa. Y establecer los mecanismos para que el matrimonio sea 100% católico y reconocido como tal a efectos legales.
No es una declaración de intenciones. La medida ha sido debatida y votada por mayoría durante la celebración del Camino Sinodial, un foro de debate sobre el futuro de la Iglesia católica en el que participan obispos, sacerdotes y seglares.
La votación no deja lugar a dudas sobre la posición mayoritaria: 176 de los 202 integrantes de la asamblea han votado a favor de la realización de estas ceremonias, 14 han votado en contra y 12 se han abstenido.
Se ha alcanzado además la mayoría de dos tercios entre los obispos, que era imprescindible para que la propuesta saliera adelante (38 a favor, 9 en contra, 11 abstenciones). Y no sólo sacarán a parejas homosexuales. También a los divorciados que quieran repetir experiencia.
"Rechazar la bendición de dos personas que quieren vivir su amor en el mutuo compromiso y responsabilidad hacia Dios sería una especie de discriminación que no se puede justificar de manera convincente en términos de teología de la gracia", justifican en el documento bendecido este viernes.

El Papa Francisco durante el Ángelus de este domingo en el Vaticano. EFE
Riesgo de cisma
No son las 95 tesis que Lutero colgó en la puerta de la catedral de Wittenberg y que generaron la Reforma protestante, pero... Hace meses que el progresismo de los prelados alemanes se relaciona con el riesgo de un cisma. Los más críticos en el Vaticano, los tachan de apóstatas.
El pulso entre el Papa y la Iglesia alemana no es nuevo, aunque hasta ahora nunca había ido tan lejos. Es más, hace solo unos meses, el Papa Francisco advirtió expresamente a sus cardenales y obispos que no podían ir por libre y decidir cómo tendrá que ser la Iglesia Católica del futuro sin el beneplácito del Vaticano.
"la Iglesia debe cambiar", declaraba el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing, al término de un encuentro con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en Roma, en noviembre pasado. Fue convocado con otros 62 obispos para hablar precisamente del Camino Sinodial germano.
“No podemos seguir como antes. Se trata de transmitir el mensaje del Evangelio aquí y ahora, y no siempre mirando al pasado, aun corriendo el riesgo de una Iglesia magullada", precisaba Bätzing. Siguió con sus planes.
Celibato y mujeres
La prueba, ha sido la quinta reunión del Sinodo que se celebra hasta este sábado en Francfort. La primera se convocó en 2019 tras los escándalos de abusos sexuales con el fin de reflexionar sobre el futuro de la institución religiosa.
Además de las bodas entre homosexuales, el Camino Sinodal debate sobre el final del celibato de los sacerdotes, permitir el matrimonio del clero y admitir a las mujeres en la institución religiosa.
El mismo Papa se acaba de manifestar a favor de revisar el celibato y de incorporar a las mujeres en puestos de gestión del Vaticano. Pero lo de las bodas entre personas del mismo sexo, es otro cantar. De hecho, el 27 de enero pasado, se hacía público el enojo oficial del Vaticano con la Iglesia alemana en un comunicado.
"El Camino Sinodal en Alemania no tiene la facultad de obligar a los obispos y a los fieles a asumir nuevos modos de gobierno y nuevas formas de doctrina y de moral", advertía a monseñor Georg Bätzing en una carta firmada por tres de los colaboradores más importantes del Papa Francisco.
Hemorragia de fieles
Los alemanes desmienten una y otra vez su voluntad de provocar un cisma, aunque reconocen su intención de cambiar las cosas y frenar la hemorragia de fieles que han detectado en una Iglesia como la germana, cuestionada y devastada por los escándalos de pedofilia.
Lo cierto es que no pueden alegar que no contradicen al Papa porque ya en 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe (el antiguo Santo Oficio) especificaba que la bendición para parejas del mismo sexo no era posible: "No pueden ser reconocidas de manera objetiva como alineadas con los planes revelados de Dios".
Algunas parroquias alemanas han hecho oídos sordos durante el último año y han bendecido a parejas del mismo sexo, pero no son reconocidas por el derecho eclesiástico. Son gestos simbólicos, sin reconocimiento legal. Y los sacerdotes que participan se enfrentan a posibles sanciones.
Así que tampoco Francisco podrá declararse muy sorprendido con la decisión de los católicos alemanes. Han sido siempre explícitos respecto a sus posiciones. Hace solo dos meses, en un gesto sin precedentes, reconocía su apoyo a la homofobia durante el nazismo. Y asumía su responsabilidad por ese pasado atroz.
Los cardenales más conservadores, que desde el fallecimiento de Benedicto XVI han afilado sus garras, no pueden ni ver a los germanos. A sus ojos, sus palabras y sus decisiones son peligrosas amenazas para la moral y la doctrina católicas. Y hay también quien piensa lo mismo entre los más leales al Papa Francisco.
Lo que es seguro es que el aludido no se esperaba este regalito en el décimo aniversario de su Pontificado, precisamente este domingo, y que no dejará que éste sea el final de la historia.