China vuelve a ser la zona cero de la pandemia por el aluvión de contagios de COVID-19 que está sufriendo actualmente. El final de su política 'cero covid' y la rápida propagación del virus por el país ha sembrado dudas sobre la fiabilidad de las cifras oficiales, lo que invita a pensar que la situación podría ser mucho peor de lo que se cree.
El gigante asiático afronta una explosión de infecciones sin precedentes desde que hace tres años estalló la pandemia de COVID-19, provocando una situación muy similar a la que se vivió en enero y febrero de 2020 en la ciudad de Wuhan, con hospitales saturados, morgues desbordadas, y con una preocupante escasez de medicamentos básicos como el paracetamol y el ibuprofeno. Sin embargo, el Gobierno de China asegura que la situación epidemiológica se encuentra "bajo control" y lamenta que "algunos medios occidentales" hayan exagerado o incluso distorsionado "deliberadamente" la realidad.
Esta avalancha de casos coincide con un abrupto final de la política 'cero covid' y la ausencia casi total de datos, después de que el Gobierno haya decidido dejar de publicar los casos diarios de coronavirus y de fallecidos, en un momento en el que se estima que unos 248 millones de personas en China, el 18 por ciento de la población, han dado positivo por coronavirus en las tres primeras semanas de diciembre, según han informado las agencias Reuters y Europa Press. Por su parte, Bloomberg señala que la cifra real de nuevas infecciones diarias podría haber alcanzado los 37 millones. Cifras escalofriantes que contrastan con las estadísticas oficiales: apenas 62.000 infecciones diarias en todo el país durante este mismo periodo de tiempo.
La prensa oficial se ha sumado a las autoridades y hace unas semanas empezó a minimizar el riesgo de contagiarse de COVID a través de numerosos artículos y entrevistas a expertos, un giro de argumento que acompañó a la relajación de algunas de las restricciones más severas.
Ante explosión de contagios y en pleno apagón informativo, hay temor a que la situación sea susceptible de empeorar en las próximas semanas debido a las vacaciones por el Año Nuevo Lunar, la mayor la mayor migración anual del planeta. De hecho, las autoridades chinas ya han recomendado que los desplazamientos a las zonas rurales se hagan "de forma escalonada" para evitar contagios masivos. El actual aluvión de contagios se está produciendo en las grandes ciudades, pero ya se prevé que los próximos zarpazos del coronavirus tengan lugar en el ámbito rural debido a estos viajes vacacionales y al frágil sistema sanitario de estas regiones.
Alerta en todo el mundo
El mundo mira con inquietud y cautela lo que sucede en China y las posibles consecuencias de su apertura pospandemia, sobre todo después de anunciar que reabrirá sus fronteras el próximo 8 de enero y eliminará las cuarentenas obligatorias para viajeros procedentes del extranjeros, lo que animará a muchos chinos a viajar al extranjero tras vivir casi tres años de aislamiento casi total.
Los países vecinos son los que más temen la descontrolada situación que vive el gigante asiático y algunos estados ya han empezado a blindarse imponiendo algún tipo de restricciones a las personas procedentes de China.
Taiwán ha anunciado que exigirá pruebas PCR a los viajeros procedentes de China a partir del 1 de enero, y quienes den positivo podrán aislarse en casa durante cinco días. La medida entrará en vigor antes de las vacaciones por el Año Nuevo Lunar, ya que es habitual que muchos ciudadanos chinos viajen al país insular con motivo de este periodo vacacional.
Taiwán se une así a países como Japón, que este martes anunció que reforzará los controles fronterizos para viajeros procedentes de China exigiéndoles, entre otras cosas, un test PCR al aterrizar, después de que Pekín anunciara el fin a las cuarentenas para viajeros, lo que abre la puerta a que los chinos salgan de nuevo al exterior. Filipinas también sopesan imponer una PCR, mientras que India y Malasia han expresado su preocupación y podría anunciar en los próximos algún tipo de medida.
Europa también está en alerta e Italia se ha convertido en el primer país del Viejo Continente que obligará a someterse a una PCR a todos los pasajeros que lleguen al país desde China, después de que en algunos aeropuertos casi el 50% de los viajeros que han aterrizado procedentes del país asiático dieran positivo.
Estados Unidos se ha sumado al país transalpino y también pedirá a los pasajeros provenientes de China un test negativo de COVID-19 o una prueba de antígenos en los dos días previos a volar. La medida se aplicará a partir del próximo 5 de enero tanto a los pasajeros que vuelen directamente a Estados Unidos desde China, Hong Kong o Macao como a los pasajeros que vuelen a través de enlace con terceros países. La Administración Biden ya había mostrado su preocupación por la transmisión desbordada de infecciones y duda sobre la transparencia de los datos que se están publicando sobre la propagación del virus.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también se ha mostrado "muy preocupada" en los últimos días por la evolución de la pandemia en China y ha reclamado "más información" al respecto, mientras Pekín insiste en que ha compartido sus datos "de forma abierta, puntual y transparente" desde el estallido de la pandemia.
5.000 muertos diarios
La cifra real de muertos dista mucho de las cifras oficiales. Los medios estatales no han constatado un incremento en el número de muertos desde que se dispararon los contagios. Oficialmente, China solo ha registrado 5.245 fallecimientos por COVID desde el inicio de la pandemia y solo una decena desde la reapertura.
Sin embargo, China podría estar registrando unas 5.000 muertes diarias, según cálculos de la compañía británica de análisis del sector sanitario Airfinity, que además estima que el número total de fallecidos podría ser de entre 1,3 y 2,1 millones durante este invierno.