Albert Pierrepoint era minucioso en su trabajo. Antes de colocar la soga alrededor del cuello a los condenados al patíbulo gustaba de saber a quién iba a ahorcar. Cómo se llamaba, cuánto medía, cuánto pesaba, su raza (“negro americano”, “indio”…), detalles sobre sus trabajos (“espía belga”, “espía británico”, “judío”). Un dato trascendente, claro. Musculoso, quizá fino. O, contradictoriamente, "fino y fuerte" al tiempo.
Pierrepoint ejecutó en 1955 a Ruth Ellis, la última mujer en ser colgada en el Reino Unido. Ellis asesinó el 10 de abril de ese mismo año a David Blakely, su amante, de un disparo de escopeta a las puertas del pub Mandala de Hampstead, al noroeste de Londres. Blakely la maltrataba. Cuando el fiscal del caso, Christmas Humphreys, le preguntó a Ruth Ellis cuál era su intención al apuntar a su amante, ella respondió: "Es obvio que le disparé porque trataba de matarlo".

Los cuadernos de notas del verdugo Albert Pierrepoint.
Se cuenta que su ejecución fue tan polémica que contribuyó a que 10 años después, en 1965, la pena de muerta fuera desterrada en el Reino Unido.
El verdugo, como en todos los casos, anotó en su cuaderno los datos necesarios para su trabajo. Junto a todos los nombres anotados, un "visto" (✔), como para confirmar que todo había salido según lo previsto.
Estas son las notas sobre Ruth Ellis:
Nombre: Ruth Ellis
Fecha de ejecución: 13 de julio de 1955
Edad: 28 años
Altura: 158 centímetros (5,2 pies)
Peso: 45,8 kilos
Lugar de la ejecución: Prisión de Holloway
Verdugo: A.P. [Albert Pierrepoint].
Pierrepoint era tan buen en su trabajo que se le atribuye al general Bernard Law Montgomery, héroe de la Segunda Guerra Mundial un claro elogio para con el verdugo: “Nuestras ejecuciones son las más eficientes y humanas”.
Pierrepoint, ejecutor de nazis
El abuelo y el padre de Pierrepoint fueron verdugos. De ahí le vino a Albert el interés por este trabajo al servicio del Gobierno. Cuando deje la escuela me gustaría ser el verdugo oficial, pensó de niño, según explicó escrito en una autobiografía publicada en 1974. Un trabajo que llevó en secreto, porque en realidad era un humilde verdulero que cuando debía ausentarse para ejecutar a un condenado se limitaba a decirle a su mujer, Annie, que no la vería en un par de días. Quizá tres.

Cuaderno en el que se detalla la ejecución de criminales de guerra nazis.
Cuando en 1956 dejó el puesto, Albert Pierrepoint pasó a regentar un pub con Annie. En Southport. A los 87 años, el verdugo murió. Era 1992.
En su expediente, 600 ejecuciones. William Joyce, por ejemplo, ahorcado el 3 de enero de 1946 en la prisión de Wandsworth (Londres) por traidor. Durante la guerra difundía propaganda nazi. John George Haigh, asesino en serie, fue ahorcado el 10 de agosto de 1949. También en Wandsworth. Entre 1944 y 1949 Haigh mató a seis personas y disolvió sus cuerpos en ácido sulfúrico.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Pierrepoint fue comisionado por el Gobierno para ejecutar a criminales de guerra nazis. Viajó varias veces a Alemania para ahorcar a los reos.
En un cuaderno de tapas de tela gris, Pierrepoint pegó una etiqueta: Details of executions (Detalles de ejecuciones).
Los cuadernos del verdugo salen ahora a subasta. Su ahijada los tenía guardados en un desván. Al parecer, en algún momento del pasado su padrino le pidió que los guardara. Ahora, durante una limpieza de la vieja buhardilla, las notas de Pierrepoint han reaparecido.

Notas de Pierrepoint sobre la ejecución de William Joyce, tercer nombre desde la parte superior.
La subasta de los cuadernos
No se sabe quién es hoy el dueño de este pedazo de historia. No se ha identificado. Sólo se conoce, según publica el Daily Mail, que el vendedor se refiere al verdugo como su "tío Albert". La casa de subastas, SAS Auctions, ha puesto un precio de salida de los cuadernos que se subastan de entre 8.000 y 12.000 libras (de 9.000 a 13.000 euros).
“Esta es una pieza excepcional de la historia británica y una visión perfecta de uno de los últimos verdugos de Gran Bretaña”, ha declarado al periódico Adam Inglut, especialista de SAS Auctions.

Fotos de Albert Pierrepoint que salen a subasta.
Junto a los cuadernos, fotos familiares de Albert con su padre, su inspirador. Y una copia firmada por el verdugo de su autobiografía. En ella confesó que no creía en la pena de muerte. “Se dice que es disuasoria. Ha habido asesinatos del principio de los tiempos y seguiremos buscando métodos para disuadirlos hasta el final de los tiempos”.