Stalingrado, 80 años del fin de la batalla más colosal, feroz y letal de la historia

WikipediaAtaque de soldados soviéticos en Stalingrado, enero de 1943. El edificio de los ferroviarios en ruinas está en el fondo.Ataque de soldados soviéticos en Stalingrado, enero de 1943. El edificio de los ferroviarios en ruinas está en el fondo.

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Stalingrado, 80 años del fin de la batalla más colosal, feroz y letal de la historia

La derrota del 6º Ejército de la Wehrmacht el 2 de febrero de 1943 en Stalingrado, donde murieron casi dos millones de soldados y civiles, marcó el inicio del fin de la ofensiva nazi en el Este

El 16 de enero de 1943 los termómetros marcaban -33,7ºC en Stalingrado. Los alemanes estaban rodeados, enfermos, sin comida y sometidos a la implacable presión del Ejército Rojo. Hitler insistía: había que resistir a toda costa. El 30 de enero, el führer ascendía al general Friedrich Wilhelm Ernst Paulus, máximo responsable del mítico 6º Ejército de la Wehrmacht, a mariscal de campo. Nunca antes un militar de semejante rango se había rendido. "No tengo ninguna intención de dispararme por este cabo bohemio". La frase se atribuye a Von Paulus, que horas después, a las 5.45 horas de la madrugada del 31 de enero, ondeaba la bandera blanca en la Plaza Roja de la ciudad.

Karl Strecker, comandante del XI Cuerpo del 6º Ejército, mantenía sus posiciones en la fábrica de tractores Dzerzhinski, al norte de la ciudad. Las tropas soviéticas dirigieron su artillería hacia el objetivo, en el complejo industrial Octubre Rojo. A las 8.14 horas del 2 de febrero, Strecker claudicaba.

Había acabado la batalla de Stalingrado, la más colosal, feroz y letal de la historia de la humanidad.

Fuerzas soviéticas en la Operación Anillo, en enero de 1943.

Fuerzas soviéticas en la Operación Anillo, en enero de 1943.

Más de dos millones de muertos entre soldados y población civil. El Ejército Rojo registró más de 1,1 millones de muertos (479.000, según las cifras más conservadoras), desaparecidos y heridos. En el bando soviético hay que sumar, además, 300.000 civiles muertos, desaparecidos o heridos. Las tropas alemanas -que incluía soldados rumanos, croatas, italianos, húngaros...- perdieron alrededor de 850.000 soldados entre muertos (295.000), heridos y prisioneros.

Las fuerzas de Stalin perdieron en el campo de batalla 2.769 aviones, 4.341 carros de combate y 15.728 piezas de artillerías. El ejército de Hitler perdió 1.644 aviones (900 destruidos y 744 capturados), 2.166 tanques (500 destruidos y 1.666 capturados) y 11.762 piezas de artillerías (6.000 destruidas y 5.762 capturadas por el enemigo).

El corresponsal de The New York Times, Henry Shapiro, escribió que Stalingrado simbolizaba el "triunfo del hombre sobre el metal". Alexander Werth, de The Times, ponía en valor en sus crónicas los "extraordinarios logros" de los soldados soviéticos.

Hitler ataca por el Este

Muchos meses antes, el 22 de junio de 1941, Adolf Hitler decidió violar el tratado de no agresión firmado con la Unión Soviética la noche del 23 al 24 de agosto de 1939, previo al inicio de la Segunda Guerra Mundial. El acuerdo, conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, recogía la no agresión entre los dos países, que además se repartían en secreto los territorios ubicados entre ellos.

Sin embargo, poco menos de dos años después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Alemania puso en marcha la Operación Barbarroja y lanzó a sus tropas contra la Unión Soviética. Un avance que en diciembre de 1941 fue detenido por el Ejército Rojo a las puertas de Moscú.

Fall Blau: Operación Azul

La guerra avanzaba hacia su tercer año y los suministros de petróleo y, por tanto, de combustible, empezaban a escasear. Las tropas alemanas del Este debían, entonces, alcanzar los pozos petrolíferos del Cáucaso, que se convirtieron en objetivo estratégico, en clave para mantener el arrollador avance de la Wehrmacht por Europa.

Infantería alemana durante la batalla del Don. Tanques Panzer III despejando las cada vez más duras defensas rusas.

Infantería alemana durante la batalla del Don. Tanques Panzer III despejando las cada vez más duras defensas rusas.

El 5 de abril de 1942, tras el fracaso que supuso no tomar Moscú y provocar la caída de la Unión Soviética, Hitler firmo la directiva nº 41: Fall Blau (Operación Azul).

Este plan marcó como objetivo hacerse con el control del petróleo del Cáucaso. En las directrices apenas se hacía referencia de pasada a la ciudad de Stalingrado, que debía ser capturada y sobrepasada como un enclave más en la ruta hacia el gran objetivo.

La comienzo de la campaña fue exitoso. Cayeron Crimea y Sabastopol en manos del 11º Ejército, integrado por tropas alemanas y rumanas. Mientras, el 6º Ejército de Friedrich von Paulus y los ejércitos provisionales de Maximilian von Weichs (el 4º Panzer y el 2º Ejército alemanes al que se había sumado el 2º Ejército húngaro) avanzaban hacia el Este.

Ataques demoledores, rápidos y eficaces, destrozaban a las tropas de Stalin. En el primer mes de ofensiva, el Ejército Rojo perdió 370.522 efectivos entre muertos o capturados.

El 7 de julio, sin embargo, Hitler adoptó una decisión que a la postre sería clave para su derrota: ordenó dividir las tropas del Sur en dos grupos: el A y B. Sus órdenes fueron claras: el Grupo B, comandado por el mariscal Fedor von Bock, debía cubrir el flanco izquierdo alemán, a lo largo del río Don. El Grupo B, dirigido por el mariscal de campo Ewald von Kleist, debía centrarse sólo en alcanzar los campos petrolíferos.

La decisión de Hitler fue cuestionada por Bock, que fue destituido y sustituido el 13 de julio por Maximilian von Weichs.

El führer puso, además, un empeño especial en la toma de Stalingrado. Por primera vez se entendió la importancia de la ciudad no sólo como enclave estratégico de comunicaciones -donde se aproximan los ríos Volga y Don-, sino como un centro industrial donde la Unión Soviética producía tanques y artillería. Más aún, adquirió un indiscutible valor emocional: es la ciudad de Stalin, el líder de la URSS.

Hitler encargó la toma de Stalingrado al 6º Ejército de Von Paulus, apoyado por la XIV Pazerkorps y el cuartel general del XXIV Panzerkorps. Una maquinaria de guerra considerada única, invencible, todopoderosa.

Ni un paso atrás

Ante el avance implacable de las tropas alemanas, la Unión Soviética debía reaccionar. Stalin, en su despacho del Kremlin, escuchó un informe de situación presentado por el general Vasilevski, jefe del Estado Mayor. El líder soviético estalló y mandó al general que escribiera una orden. Urgente. Esa misma noche, Stalin leyó el borrador de la Orden nº 227, cambió gran parte del texto y lo firmó.

El documento se conoce con el nombre de Ni Shagu Nazad! (Ni un paso atrás) y debía leerse de forma inmediata a todas las tropas.

Tropas del ejército rojo entre las ruinas de la fábrica Octubre Rojo.

Tropas del ejército rojo entre las ruinas de la fábrica Octubre Rojo.

Decía así: "Los que siembran el pánico y los cobardes deben ser destruidos en el acto. La mentalidad de retirada debe ser eliminada. Los comandantes del ejército que hayan permitido el abandono voluntario de las posiciones deben ser relevados y se sometidos a un juicio inmediato por un tribunal", decía la orden. Cualquiera que se rindiera sería considerado "un traidor a la patria", y aquel soldado que flaqueara sería fusilado.

Insuficiente, en los primeros días de batalla, para detener a los alemanes.

Tres semanas después de la directiva de Stalin, el 19 de agosto, Von Paulus dio orden de encaminarse hacia Stalingrado. Como en otras ocasiones, la Wehrmacht lanzaría un ataque relámpago -Bliztrieg- para hacerse con el objetivo de forma inmediata. Según los planes iniciales, la toma de la ciudad debía ser una realidad, a más tardar, el 25 de agosto. Era la fecha límite.

Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de 1942.

Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de 1942.

El día 23, la Lutfwaffe -la aviación alemana- realizó 1.600 incursiones y lanzó 1.000 toneladas de bombas sobre la ciudad. Lo que debía ser un ataque definitivo sólo consiguió transformar Stalingrado en una ruina. Una ruina que, a la larga, se convertirá en una trampa para los propios alemanes.

En esa primera semana de ofensiva murieron 40.000 personas.

Los intentos de Von Paulus de conquistar la ciudad se atascaron. El 6º Ejército por el norte y el 4º Panzer por el sur no consiguieron rendir Stalingrado. La deseada guerra relámpago se convirtió en una lucha edificio por edificio, casa por casa, que los alemanes bautizaron como Rattenkrie o guerra de ratas. Los francotiradores rusos se convirtieron en el mayor temor de las tropas del Reich. Y en mitos.

Pese a la resistencia, el 4 de septiembre los alemanes atacaron el punto en el que coincidían el 62º y el 64º del Ejército Rojo que defendían el enclave. La Wehrmacht rompió el sistema defensivo soviético y alcanzó el Volga. El 62º Ejército quedó aislado en el centro de Stalingrado, sin contacto ni por el norte ni por el sur con tropas amigas. Los contraataques del 64º Ejército para volver a contactar con sus compañeros resultaron infructuosos.

No fue, sin embargo, el ataque definitivo que se esperaba. Stalingrado resistió y las fuerzas del general Gueorgui Konstanínovich Zhúkov hicieron frente a las divisiones del XIV Panzerkorps. La resistencia permitió que los 62º y 64º ejércitos soviéticos se replegaran y, posteriormente, se desplegaran por el corazón de la ciudad, refugiados entre las ruinas, y por sus suburbios.

La lucha era encarnizada. El Ejército Rojo era castigado desde el aire, por tierra, por todos los flancos, pero no caía.

"Durante noventa días las divisiones que defendían la ciudad rechazaron el empuje sin precedentes de miles de cañones, tanques y aviones alemanes. Gracias a la voluntad, a su corazón de hierro y a la sangre derramada generosamente, Stalingrado rechazó la avalancha enemiga", escribió Vasili Grossman en sus crónicas desde el frente de batalla.

Stalingrado: Operación Urano

El 12 de septiembre Zhúkov viajó a Moscú, informó a Stalin de la situación y recibió la orden de seguir atacando los flancos enemigos. Zhúkov, sin embargo, le comentó al general Vasilevski, presente en la reunión, que había otras opciones. Stalin, que escuchaba, conminó a Zhúkov a que se explicara: los ataques frontales, dijo el responsable de la resistencia en Stalingrado, no eran eficaces.

Un día más tarde, el 13 de septiembre, Zhúkov y Vasilevski presentaron su plan a Stalin: las posiciones alemanas eran débiles, no podían defender ni abastecer un frente tan extenso. Debía, así, lanzarse una inmensa operación para rodear las tropas del 6º Ejército, aislarlas y derrotarlas. Stalin abandonó sus tesis y aceptó la nueva propuesta.

Soldados soviéticos se encuentran tras la 'Operación Urano'.

Soldados soviéticos se encuentran tras la 'Operación Urano'.

Nació así la Operación UranoEl Ejército Rojo puso en marcha una inmensa movilización de hombres y material. El día del ataque había concentrado en el campo de batalla más de 1,1 millones de soldados, 15.000 piezas de artillería, 400 aviones y más de 1.000 tanques. Un material que había que trasladar desde la orilla oriental del Volga hacia la occidental. Hacia la ciudad y todo el ámbito de actuación de las tropas enemigas. Por la noche, a través de puentes endebles sobre los que se habilitaron vías de tren aún más frágiles.

"Agosto fue un mes duro en la defensa de Stalingrado. Más aún lo fue septiembre; y octubre presenció la máxima furia del empuje alemán. Parecía que las fuerzas humanas no podrían resistir el fuego desencadenado sobre la ciudad", narraba Grossman.

A las 7.20 horas del 19 de noviembre, en las radios de comunicación del Ejército Rojo se pronunció una palabra: sirena. Era la señal para el comienzo de la Operación Urano.

Durante 80 minutos el Ejército Rojo bombardeó las posiciones alemanas y lanzó a sus tropas contra el enemigo. Debían atravesar el frente alemán, que se extendía a lo largo de 320 kilómetros. El 62º Ejército debía permanecer en el corazón de Stalingrado y, como cebo, mantener a las fuerzas de Von Paulus entretenidas en los combates urbanos.

El 22 de noviembre, el 6º Ejército transmitió al Grupo de Ejército B: "Estamos rodeados... Nos queda muy poco combustible. Cuando lo gastemos, los tanques y los vehículos se pararán. Hay pocas municiones y nuestras provisiones durarán unos seis días... Pedimos libertad de acción... La situación puede obligarnos a abandonar Stalingrado".

Friedrich von Paulus y los miembros de su Estado Mayor en el momento de rendirse a los Altos mandos soviéticos.

Friedrich von Paulus y los miembros de su Estado Mayor en el momento de rendirse a los Altos mandos soviéticos.

Alrededor de 250.000 soldados alemanes y del Eje estaban cercados en el Kessel -caldero- de Stalingrado: 14 divisiones de infantería, tres motorizadas, dos divisiones rumanas, supervivientes del 369º Regimiento de Infantería de voluntarios croatas...

El 12 de diciembre, Paulus recibió la orden directa de Hitler de defender Stalingrado hasta el final. Aguantó hasta el 31 de enero. El 2 de febrero se rindieron las últimas tropas del Reich.

Atrás, las crónicas de Grossman. "Ayer pasó flotando por aquí un marino rojo muerto, vestido con una camiseta a rayas. Lo recogieron los marineros de un barco de carga. Estaba pegado al hielo y lo arrancaron con dificultad. Parecía no querer abandonar el Volga, en el que había combatido y perecido". Sobre la nieve, en las aguas del Don y del Volga, entre las ruinas de una ciudad que derrotó a los Ejércitos del III Reich, miles de muertos.


Bibliografía

_ Beevor, Antony. Stalingrado.
_ Hellbeck, Jochen. Stalingrado. La ciudad que derrotó al Tercer Reich.
_ Bergström, Christer. Black Cross Red Star. Air War Over the Eastern Front. Vol. III.
_ Odalric De Caixal i Mata, David. La batalla de Stalingrado: Principio del fin del Ejército alemán en el Este.
_ Grossman, Vasili. Stalingrado. Crónicas desde el frente de batalla.
_ Desperta Ferro Contemporánea Nº 2 y Nº 7.
_ Hernández Garvi, José Luis et alii. Stalingrado. La ciudad que derrotó al III Reich.

Sobre el autor de esta publicación

Fernando Mas Paradiso

Historiador y Máster en Historia. Inició su carrera como periodista en el diario El Mundo (España) en 1989, donde ejerció como redactor, jefe de sección, redactor jefe, corresponsal en Londres y subdirector de www.elmundo.es en dos etapas. En 2014 modificó su rumbo profesional. En 2016 fundó El Independiente. Tras dos años en el proyecto se lanzó a la consultoría de medios. Nació en Montevideo (Uruguay) en 1966 y reside en España desde 1976.