ANTIGÜEDAD

La inteligencia artificial que permite 'leer' textos de la antigua Mesopotamia

El asiriólogo español Enrique Jiménez y su equipo de la Universidad de Múnich han desarrollado un algoritmo capaz de 'descifrar' textos de tablillas de arcilla con escritura cuneiforme lo que permitirá completar textos legendarios

Enrique Jiménez, asiriólogo de la Universidad de Múnich.

LMU/Christoph Olesinski.Enrique Jiménez, asiriólogo de la Universidad de Múnich.

Un himno a Babilonia. Un poema desconocido. Hasta ahora. Una exquisita égloga que data, quizá, de los siglos VII o VI a.C. Gracias a la inteligencia artificial entrenada para descifrar textos de Mesopotamia, hoy leemos:

(El río de Babilonia), Araḫtu es su nombre,
(elaborado por Nudimmud, el señor de la sabiduría)
Riega los pastos, empapa los cañaverales,
Vierte sus aguas en el mar y el lago.
Sus campos resurgen con nuevo crecimiento,
En sus prados, resplandecientes, germina la cebada.
Gracias a su caudal se amontonan montones de grano,
La pradera crece alta, para que los rebaños deambulen y pasten.
Se multiplica, lava y riega la tierra
Con riqueza y esplendor, lo que conviene a la humanidad.

Este texto no se conocía. No se conocía, siquiera, que existieran en la literatura babilonia himnos dedicados a las ciudades. Ahora, gracias a un algoritmo creado por un español y su equipo en la Universidad de Múnich un trabajo que hubiera llevado quizá tres o cuatro décadas ha sido realizado un tiempo récord.

Debemos, antes, viajar en el tiempo.

En la ciudad de Nínive -actual Mosul, Iraq- se construyó en el siglo VIII a.C. una increíble biblioteca que con el paso del tiempo quedó sepultada bajo las ruinas del palacio del rey asirio Senaquerib (705-681 a.C.). Fue su predecesor, Sargón II (722-705 a.C.), quien inició la construcción de este templo de la historia de Mesopotamia. Y fue Asurbanipal (668-627 a.C.), el último gran rey del Imperio Asirio, quien la amplió.

En su interior guardaba 33.000 tablillas de arcilla donde, con escritura cuneiforme, se recogían las historias míticas de la literatura mesopotámica. En 1847, el británico Austen Henry Layard encontró las ruinas del palacio de Senaquerib. Y entre ellas, la biblioteca de Asurbanipal y sus tesoros.

Así, poco a poco, se ha podido recuperar y transcribir la Epopeya de Gilgamesh. O  el Enuma Elis (Poema de la Creación), un texto babilonio recogido en siete tablillas que narra la creación del Universo a través de la batalla entre el dios Marduk y la diosa primigenia Tiamtu.

Ninguno de estos textos está completo. Desde que hace ya más de 150 años recuperaron y empezaron a estudiar las tablillas, se habían transcrito unas 15.000. Sin embargo, desde 2018 un equipo de asiriólogos ha conseguido, en un plazo de poco más de cuatro años, transliterar otras 15.000. ¿Cómo?

Inteligencia artificial

Esta es la historia. El doctor Enrique Jiménez, asiriólogo, profesor de Literaturas Antiguas del Próximo Oriente, que investiga en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich, decidió en 2018 emplear la inteligencia artificial para acelerar el proceso de, podríamos decir, descifrado y transcripción de las tablillas.

Muchas están rotas, otras muchas han sido hasta ahora un arcano. Otras muchas, miles, ni siquiera se han podido investigar. De las miles que alberga el British Museum, miles están tal y como estaban hace casi dos siglos. No se han interpretado.

Tablilla de Eridú, con escritura cuneiforme.

Tablilla de Eridú, con escritura cuneiforme.

Jiménez, con un equipo que ha llegado a estar formado por más de 20 investigadores, recurrió hace cuatro años y medio a la bioinformática. Igual que se buscan coincidencias en cadenas de ADN, se buscan coincidencias en las tablillas de escritura cuneiforme que guardan los secretos de la Historia de Mesopotamia.

Para llevar a cabo su idea, el equipo de la Universidad de Múnich generó un algoritmo que busca similitudes entre los textos existentes y las tablillas sin descifrar. La secuencia base A B C se compara con el texto de una tablilla. El resultado puede ser, por ejemplo, que coinciden A y B, pero no C. Eso permite, ya, dar pasos hacia adelante y proceder a la transcripción. Es lo que llaman un match, una coincidencia, diríamos. Cuando el algoritmo -que tiene una precisión del 82% porque lo han entrenado con ejemplos muy extremos que pueden distorsionar, hoy, ese porcentaje de acierto- da los resultados esperados, el éxito es mayúsculo.

Un herramienta única, jamás antes utilizada que puede revolucionar -que está revolucionando ya- el estudio de textos de la antigüedad recogidos en tablillas con escritura cuneiforme encontrados en Próximo Oriente.

La biblioteca ditigal

Para comparar se utilizan, también todos los documentos y transcripciones digitalizadas en diferentes museos. Eso es lo que se encuentra en la 'Electronic Babylonian Library', un mundo único de textos, transcripciones y fotografías de tablillas cuneiformes.

Las tablillas no investigadas hasta ahora se fotografían -el equipo cuenta con dos fotógrafos en el Museo Británico y otro en el Museo de Bagdad que se encargan de esta labor- y luego digitalizan las imágenes y obtienen la transcripción.

Este es el material del que se van obteniendo luego los resultados que permiten, poco a poco, completar el puzzle de textos históricos incompletos.

Este mecanismo permite, en ocasiones, descifrar textos que sería prácticamente imposible transcribir sólo con la intervención del ojo y el conocimiento humano más experto.

Palabra 'si-ma-tu', en cada línea con una grafía diferente.

Palabra 'si-ma-tu', en cada línea con una grafía diferente.

¿Por qué? La explicación radica, entre otras cuestiones, en la ortografía mesopotámica, que no tenía reglas, de tal forma que una misma palabra se podía escribir de diferentes maneras. Es lo que se ve en la imagen adjunta, donde, en función de la tablilla analizada, la palabra si-ma-tu se ha escrito de una manera distinta, lo que hace más complicado que se produzca un join o coincidencia. Más aún no si existiera el algoritmo creado por la Universidad de Múnich de mano del asiriólogo español Enrique Jiménez.

El algoritmo, de hecho, ha permitido ya encontrar partes hasta ahora desconocidas de la Epopeya de Gilgamesh, el texto antiguo mesopotámico mejor conocido. Gilgamesh fue un rey de Uruk que vivió en la primera mitad del tercer milenio antes de Cristo. No se sabe si fue una figura histórica, si que se convirtió en deidad a mediados de ese milenio.

La versión que tenemos hoy recoge, se calcula, el 66% del poema. Y quizá el equipo del profesor Enrique Jiménez logre con nueva metodología transcribir el texto íntegro. Siempre y cuando, claro, las tablillas que se investigan contengan las partes perdidas.

Miles de tablillas

Trabajan tanto con fragmentos encontrados en las ruinas de Nínive como otras halladas en Babilonia.

La ‘Electronic Babylonian Library' divide su material en dos grandes grupos: Fragmentarium, con 21.543 tablillas transcritas (315.196 líneas de texto), y Corpus, donde se encuentran los textos. Textos literarios, de adivinación o de medicina.

Recuerda Enrique Jiménez, en conversación con República, que la mayoría de los textos que han llegado, que la mayoría de los escritos mesopotámicos, trataban sobre adivinación, sobre el futuro.

En las manos de Enrique Jiménez y su equipo está ahora la herramienta capaz de rellenar los incompletos textos mesopotámicos que descansan en miles de fragmentos de tablillas de arcilla recuperados por los arqueólogos.

Sobre el autor de esta publicación

Fernando Mas Paradiso

Historiador y Máster en Historia. Inició su carrera como periodista en el diario El Mundo (España) en 1989, donde ejerció como redactor, jefe de sección, redactor jefe, corresponsal en Londres y subdirector de www.elmundo.es en dos etapas. En 2014 modificó su rumbo profesional. En 2016 fundó El Independiente. Tras dos años en el proyecto se lanzó a la consultoría de medios. Nació en Montevideo (Uruguay) en 1966 y reside en España desde 1976.