El Athletic elige promesas de identidad
El Athletic Club no es solo institución futbolística. Ser socio o simplemente seguidor del club es un modo de ser. Es una actitud que en muchos casos es casi religiosa. Ser del Athletic es formar parte de una clase deportiva auténticamente singular. Está basada en el particularismo casi genético. Aunque en algunos casos se ha disimulado y se ha pretendido convertir en vasco a un jugador foráneo, todos cuantos aspiran a dirigir la entidad tienen como meta la conversión de la plantilla en un grupo de amigos con los que tomar un txikito en un bar o preguntarse por la familia. El jugador del club bilbaíno se quiere que sea individuo de proximidad. La particularidad alcanza momentos en que hasta se presume de que el titulo lo consiguen once aldeanos como se suele recordar de una de las ocasiones en que toda Vizcaya celebró la victoria.
El club fue durante muchos años Rey de Copas denominación que se le adjudicó por la cantidad de veces que ganaba lo que antiguamente se consideraba lo más importante, por encima de la Liga que nació después de la Copa. El titulo honorifico se lo ha arrebatado el Fútbol Club Barcelona, pero ello no obsta para que San Mamés sea un recinto siempre lleno y con una afición feliz cuando gana y no se rasga las vestiduras cuando pierde porque, a fin de cuentas, los chicos siempre luchan aunque no tengan fuerzas técnicas suficientes para vencer siempre. Son gentes de casa que merece confianza y gratitud porque muchas veces renuncian a un gran fichaje por seguir vestido de rojiblanco.
Estamos en víspera de elecciones presidenciales y se ha dado la circunstancia de que dos de los aspirantes se han inclinado por fichar a Ernesto Valverde como entrenador. No nació en el País Vasco aunque futbolísticamente ha sido de la familia. Jon Uriarte y Ricardo Barkala han optado por lo conocido e Iñaqui Arechabaleta se ha inclinado por Marcelo Bielsa, extranjero que ya dirigió al equipo y del que algunos guardan buen recuerdo.
Estamos en tiempo electoral y cada candidato ha hecho profesión de fe en mantener el viejo espíritu del club. Todos los miembros de la plantilla, que también votan porque suelen ser todos socios, han de ser nacidos o criados en el País Vasco. Con esta política es evidente que no se puede aspirar a los grandes fastos futbolísticos, pero sus socios y seguidores siguen siendo felices manteniendo una identidad que no tiene competencia. Es más meritorio ser socio del Athletic que del Madrid, pongamos por caso. En Bilbao no importa ganar siempre. En Madrid hay arrebatos místicos si los títulos nacionales e internacionales no llegan al Bernabéu.
Posdata. En estas ocasiones siempre recuerdo a Carmelo Bernaola. Renunciaba a cualquier compromiso musical en el día en que tenía que ir de Madrid a Bilbao para votar.