El Valencia podría desaparecer
La conversión de los clubes futbolísticos en sociedades anónimas deportivas, todos excepto Real Madrid, Barcelona, Athletic Club y Osasuna, fue hecho trascendental en la organización del futbol de elite. En aquellas excepciones no entró el Valencia porque desde el Consejo Superior de Deportes se hizo análisis erróneo de su potencial económico, muy superior sin duda a Osasuna, por ejemplo, pero no hubo condicionamientos políticos. Para el Valencia la propuesta partió de una mejoría económica extraordinaria conseguida bajo el mandato de su presidente Arturo Tuzón. La creación de las sociedades anónimas deportivas tuvo polémicas porque hubo juristas en su favor y otros, en contra. Recuerdo que uno de los análisis más ponderados fue el del notario valenciano Rafael Gómez-Ferrer. Ahora cuando nos topamos con la realidad del desconcierto con que vive el club valenciano es lógico que hayan aparecido, de nuevo, opiniones sobre las ventajas de ser sociedades anónimas o sus desventuras en algunos casos.
La conversión en sociedades anónimas, que por otra parte no cotizan en bolsa, como sí ocurre en algunos casos en otros países, ha tenido grandes ventajas, pero también, como en el caso del Valencia, todo lo contrario. Ocurre, por ejemplo, que el accionista mayoritario dicta sus normas y los minoritarios para acudir a las juntas generales, han de reunir miles de acciones, lo que administrativamente es correcto aunque al tiempo se olvida que el fútbol es además de dinero, sentimiento. Es decir, la sociedad está en manos de un solo individuo.
En Valencia se ha producido por tercera vez una rebelión contra la empresa Meriton Holding que figura como propietaria y el camino que sigue la entidad es hasta de desaparición. Para que tal no ocurra y se ponga coto a los desmanes de la actual dirección y se pueda revender a quienes están dispuestos a correr con los riesgos económicos, es preciso que las autoridades valencianas que tienen responsabilidades desde urbanísticas a legales de varios tipos, Ayuntamiento y Consell y Caixabank, y además la Liga de Fútbol Profesional han de forzar a Peter Lim a que, dada su incapacidad para liderar en club de fútbol desde Singapur, donde reside, acepte la venta. Ya hay en una notaría depositados los documentos de compraventa que por ahora no han tenido respuesta de ningún tipo.
El caso del Valencia ha puesto de manifiesto que la conversión en sociedades anónimas no ha sido la solución más idónea. El valencianismo clama en las puertas de Mestalla y se ausenta de las gradas. La venta de la mayoría de las acciones fue un error garrafal promovido por el presidente de entonces, Amadeo Salvo, que estaba convencido de que obtendría ventajas incluso económicas. Junto a él, los miembros de la Fundación que firmaron un documento que comprometía poco a un inversor que de entrada se encontraba con el solar magnifico del viejo Mestalla y la media construcción del nuevo estadio.
Posdata 1. En Roland Garros se aspira a decir aquello de a Rey muerto, Rey puesto. La cuestión está entre Nadal y Alcaraz.
Posdata 2. Cálmense las plañideras de Mbappé. El sábado hay nueva Copa de Europa. Está al caer.