Sevilla y Villarreal, ejemplos
El Sevilla, que hace unos años tuvo que vivir de las limosnas de algún representante de futbolistas para completar la plantilla, es hoy ejemplo en el negocio de las compraventas. Es el club que mejor compra y el que mejor vende. En Europa ha sentado cátedra en la conquista de títulos de la Liga Europa. En la competición española de nuevo se ha clasificado para diputar la Liga de Campeones la próxima temporada. De la ruina económica ha pasado a una situación en la que no puede echar cohetes, pero se mantiene en una posición que nunca tuvo.
El Villarreal, dirigido por Fernando Roig, ha vuelto a disputar una semifinal de Liga de Campeones y por ella ingresará este año 89 millones de euros con lo que la contabilidad está a salvo. Es más, se ha comprometido a acabar el estadio con la compra de dos viviendas, que hace años sus propietarios se resintieron a ello y ha proyectado una renovación que permitirá que todos los graderíos dejen de estar a la intemperie. Será un modelo arquitectónico acorde con la ciudad, que servirá para engalanar los actos de conmemoración del centenario del recinto ( El Madrigal hoy La Cerámica) y la fundación de la primera sociedad de la ciudad, el Club Deportivo Villarreal, camisa blanca y calzón negro. Un club bien dirigido, que no pasa apuros financieros más allá de los naturales en un deporte que suele ser mal negocio o al menos poco rentable.
El Futbol Club Barcelona ha vivido por segunda vez tiempo de angustias económicas por la pésima planificación de varios años en los que los dirigentes no supieron aquilatar la grandeza tradicional con la realidad actual. Los contratos desorbitados, los fichajes innecesarios y la llegada de jugadores que salieron de la entidad sin haber rendido lo que de ellos, y sobre todo el desembolso efectuado, lo que se deseaba, han sumado números rojos. Ahora tiene problemas para configurar una plantilla acorde con propósitos de grandeza deportiva. Sus problemas están en la falta de liquidez. Tendrá que fichar tentándose la ropa.
El Valencia Club de Fútbol dejó de pertenecer a los valencianistas cuando se vendieron las acciones mayoritarias a un individuo de Singapur, Peter Lim, que prometió el oro y el moro, (el Micalet no porque ya estaba en Valencia) para competir con los grandes y ha dejado el vestuario con jugadores que han de defender la permanencia en Primera. Lo vendible salió hace unas temporadas y lo que resta lo hará en el mercado veraniego. Nunca se sabrá que pretendió Lim al adquirir las acciones del Valencia. Es una especie de perro del hortelano, pero este paradigma no conviene decírselo porque no lo va a entender ni le va a importar un pijo.
Posdata. Getafe y Barcelona firmaron la paz antes de comenzar las hostilidades. Jugaron a conveniencia. Mejor no agredirse antes de ver estampas como la de aquel jugador que marcó un gol y pidió perdón a los aficionados perjudicados. Al final hubo el resultado apetecido.