La ilusión pareció posible
Era una ilusión, pero no un imposible. A los tres minutos valía el “sí se puede” del público. En los minutos finales del primer tiempo la posibilidad había crecido. Al gol de Dia sucedió el de Coquelin y soñar no era metáfora. Con dos goles de ventaja que empataban el resultado de Liverpool la segunda parte se presumía más emocionante de lo que los más optimistas habían podido presagiar. Pero surgió el Liverpool. El Villarreal perdió el balón y la mayor frescura física de los ingleses decantó la eliminatoria. Con el gol de Fabinho y los posteriores de Diaz y Mané ya nada fue posible.
El Villarreal no salió contemplativo como en Inglaterra. Esta vez no se trataba de obtener un resultado esperanzador. En esta ocasión sólo valía ganar. En los partidos de vuelta es el todo o nada. El equipo amarillo salió a jugar con gran disposición, con el ímpetu suficiente para disputar cada balón, para que la pérdida de la pelota exigiera la recuperación inmediata. Así se desarrolló el juego. En ningún momento se podía pensar que el Liverpool era el equipo superior.
Fue una muestra de solidaridad en todas las líneas y un esfuerzo colectivo para evitar que Keita, Salah o Mané hallaran la oportunidad del gol. De nuevo en la zaga villarrealense mandó Albiol, el mejor central del fútbol español en el momento presente. La firmeza en la zaga con Foyth esplèndido, Pau creciendo junto a Albiol y Estupiñan corriendo la banda para que la delantera amarilla creciera en número, tuvo como compensación la eficacia de Lo Celso, Parejo, Capoue y Coquelin. El Liverpool batiente hizo con evitar que Dia y Gerard Moreno entraran con alguna ventaja en el área adversaria. En la segunda mitad el esfuerzo físico y tal vez mental rebajó grados del esfuerzo amarillo y el Liverpool se adueño por completo.
Gerard Moreno muy mermado hizo cuanto pudo pero acabó sustituido. Por el contrario, Diaz entró en la parte izquierda del Liverpool y los peligros para la zaga vllarrealense fueron constantes. Alexander Arnold por la derecha mandó centros al área con evidente peligro. Llegaron los tres tantos ingleses y de la actuación del portero, Rulli, no pudo decirse que fuera tan certera como otras veces.
Los cambios de Emery a ultima hora no fueron más que pequeños remiendos cuando el traje estaba roto.