El fútbol femenino no es anécdota
El fútbol que practican las mujeres hace tiempo que dejó de ser una anécdota. Sin embargo, hablar de futbol masculino y fútbol femenino es tanto como considerar que hay dos deportes distintos. Mas no queda otra que seguir con las definiciones que se entienden aunque ello sea chocante, Lo que ha dejado de ser chocante, un espectáculo de poca monta, es lo que practican las muchachas españolas, que han logrado incluso superar las barreras nacionales y convertirse en nombres internacionales con todo el respeto que ello aporta para los medios informativos. No es lo mismo el Balón de Oro que gana que Lionel Messi, que el que obtiene Alexia Putellas y pese a ello acaban en el mismo escenario, en la misma ceremonia televisiva para el mundo.
Independientemente de los reconocimientos que han conseguido las jugadoras españoles ganados en campeonatos internacionales, lo tal vez importante ha sido conseguir que los medios las consideren y hasta el público se interese por ellas tanto por medio de las pantallas de televisión, como con la asistencia a los campos. El fútbol femenino no es ese deporte olímpico en el que brillan nuestras competidoras y tras los plácemes por las medallas desaparecen y padecen cuatro años de incomparecencia. Las futbolistas han superado el estadio del hecho circunstancial. Van más allá de la mirada curiosa, de la constancia en los programas semanales. Aunque no hayan conseguido millones de telespectadores, ni miles de aficionados en los estadios, con alguna excepción que fue muy destacada, en lo que se refiere al interés del público la presencia de espectadores está por encima de partidos de las competiciones nacionales en las que se barajan millones de euros y presencia en la páginas deportivas de diarios, televisiones y radios.
Sería exagerado colocar el futbol femenino a una altura exagerada, pero si es modelo y ejemplo para muchos futbolistas profesionales. El pasado domingo, la final de la Supercopa fue ganada por las chicas del Barça, pero lo que a mí me pareció más entrañable, las humano, mas por encima de los virtudes futbolísticas, fue el hecho de que las campeonas homenajearon a una adversaria, Virginia Torrecilla, que al cabo de dos años luchando victoriosamente contra el cáncer ha vuelto al césped. La mantearon, la abrazaron y aunque perteneció al equipo derrotado la hicieron participe de la victoria. Seguramente, porque tuvieron la plausible reacción de considerarla tan campeona como ellas. O tal vez más porque su gol a la enfermedad fue más difícil, laborioso y meritorio. Las chicas dieron el ejemplo del que deberían tomar nota los miembros del fútbol masculino. Hay abrazos que están por encima del marcador.
Posdata. Las actuaciones de Cholo Simeone empiezan a ser reprobables deportivamente. Las exageraciones, fuera incluso de la zona técnica, no son de recibo.