Las amenazas de Tebas, papel mojado
Es presumible que los futbolistas se nieguen a firmar un documento en el que se responsabilizan del contagio del virus si ello es consecuencia de la disputa de los partidos de Liga que faltan para completar la competición. Es cierto que ya son muchos los jugadores que han anunciado que no jugarán si no se les garantiza la seguridad sanitaria. Son brindis al sol las amenazas de Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, a quien preocupan más los millones que pueden perder los clubes si no hay transmisiones televisivas de partidos, que la salud de las plantillas. El ministro de Sanidad, Salvador Illa ha sido firme en la respuesta cuando se le ha preguntado por la reanudación del campeonato. No pudo afirmar cuándo se puede llegar a la propuesta de vuelta al torneo.
Antes las opiniones de profesionales del fútbol, que se han manifestado con toda precaución ante los anuncios de regreso, Tebas ha dicho que el club que se niegue a jugar perderá el partido y los tres puntos. El señor Tebas puede decir cuánto se le antoje porque si mayoritariamente clubes y futbolistas expresan opinión contraria al regreso con los riesgos que ello puede entrañar, no tendrá autoridad alguna para dictaminar victorias y derrotas. En el mejor de los casos deberá intentar acuerdos con los que salir del bache. O irse a casa.
Estamos insistiendo en la vuelta a la normalidad cuando la sociedad española no ve que a corto plazo se pueda reemprender la vida habitual. Da la impresión de que la sociedad, los científicos y los responsables de la sanidad nacional, mantienen notables diferencias con respecto a la opinión de ciertos dirigentes del fútbol.
Los futbolistas han dado ejemplo cuando se les ha propuesto pasar por los análisis preferenciales. No quieren ser individuos elitistas cuando hay tantos españoles que precisan con más urgencia los tratamientos contra el virus.
Posdata. Aún recuerdo aquellos encuentros con José María Calleja en la calle Urbieta de San Sebastián. Nos saludábamos mirando hacia todos lados. Eran tiempos en que sufrió lo indecible. Conservo su memoria entrañablemente. Es otro amigo desaparecido sin decirle adiós.