Brasil quiere convertir en renegado a Diego Costa
El fútbol no ha estado nunca al margen de la política. En múltiples ocasiones ha sido utilizado por dictadores para favorecer sus intereses. Otras veces es mensaje para crear adhesiones inquebrantables y atmósferas patrióticas. Está sucediendo con el caso Diego Castro. Lamentablemente, en esta ocasión se enfrentan posturas repugnantes. Desde Brasil se predica la condena del jugador por haber renunciado a defender a su país, el mismo que no le llamaba, ni pensaba hacerlo. En España han comenzado a surgir los patrioteros de signo contrario que están lanzando la campaña para que en los campos se le recuerde que no es español y no lo queremos. Hemos entrado en el capitulo perverso de la xenofobia.
El seleccionador brasileño, Felipe Scolari, que en Portugal, cuando ejerció el mismo cargo, consiguió la nacionalización de los brasileños Deco y Pepe para que jugaran como portugueses, está ahora en el campo de los que incluso están llegando a pedir que al jugador se le prive de la nacionalidad brasileña. Actualmente cuenta con la de su país y la española y por ello podía elegir. Lo ha hecho con España porque le ha ofrecido más garantías Vicente del Bosque que su compatriota Felipao.
La carrera deportiva de Diego Costa está centrada fundamentalmente en el fútbol español. Antes de llegar al Atlético de Madrid pasó por Celta, Albacete, Valladolid y Rayo y su éxito se ha debido al buen encaje que ha tenido en su club actual. El Atlético se quedó sin Falcao y su ausencia no se ha notado en exceso. Costa se ha erigido en la figura fundamental y la clasificación del equipo se debe de manera muy importante a sus actuaciones.
Del Bosque es consciente de que puede echar mano de delanteros centros clásicos, buenos rematadores y expertos en el contragolpe y el remate de los centros desde las bandas. Diego Costa es jugador de otro tipo. Conduce mejor el balón, es más regateador y le cuesta muy poco disparar a puerta. No se acompleja ante las defensas y sus entradas en el área causan siempre problemas a los zagueros contrarios. Tendrá que someterse a una terapia que les lleve a no crear problemas y tampoco a responder a las provocaciones que las tendrá, porque se conoce su carácter inflamable.
Diego Costa se acomodará bien a un equipo que juega al toque. El problema fundamental estará en los recibimientos que tendrá en los partidos del Mundial en su país. Sería peor aún que los borricos españoles se pasarán las tardes insultándole. Ante la ley es tan español como cualquiera de los ultras que quieren tomarla con él.