Barcelona y Madrid podrían pelearse, como hicieron antaño en casos tan famosos como el de Di Stéfano, a costa de Neymar. Todo apunta a que el Barça tiene firmado un precontrato. Las lenguas de doble filo han anunciado los deseos de Florentino Pérez por hacerse con la perla del fútbol brasileño. Esta vez, si el conflicto llegara a términos de gravedad se resolvería por el sistema de los dineros. No haría falta una decisión del Consejo de Ministros, como ocurrió en 1953, para que Di Stéfano y Kubala no jugaran juntos. Ahora todo va por la vía de los grandes desembolsos.

El Madrid, tras la anunciada marcha de Don Niní, tiene que darse prisa no sólo por contratar al entrenador, que parece cantado que será Carlos Ancelotti, sino por adelantar faena y hacerse con un elenco que le posibilite derrotar al equipo catalán.

Al margen de Neymar hay varios jugadores en el mercado europeo, y en el nacional, que gustan a Florentino Pérez. Si los acontecimientos se precipitan, antes de que llegue el entrenador ya habrá en el vestuario nuevas estrellas. Se trata ahora del polaco del Borussia de Dortmund, Lewandowski y del malagueño Isco. Sin embargo, esos no son los únicos nombres que rastrean desde la Casa Blanca. Entre otras razones, porque hay que dar salida a varios jugadores.

Higuaín, a quien el público del Bernabéu no aprecia debidamente, está en la línea de salida. Junto a él podrían acabar Di María, que ya no gusta como en la pasada temporada, y puestos despedir personal se habla de Pepe, jugador a quien se perdonaron sus excentricidades.

El Barça también tiene que correr para ir apuntalando el equipo, que se le está quedando viejo en parte y desequilibrado en determinadas zonas. Para empezar, hay que buscar relevo para Víctor Valdés. El equipo necesita un buen central, Hummels parece que seguirá en Alemania, necesita un hombre del centro del campo y, además de Neymar, con la más que posible salida de Villa se requerirá un delantero. Sería interesante que el Barça, para contrarrestar la operación Lewandowski, también echara su cuarto a espadas. Madrid y Barça necesitan pelearse para mantener vivas a sus parroquias.