Las pancartas no exculpan
Las pancartas del Bernabéu no sirven para exculpar a quien ha cometido errores. Las pancartas a favor del entrenador madridista sólo son expresión circunstancial. Le meterán el dedo en el ojo los mismos que le han ovacionado si continúa siendo el segundo equipo de España. Castigar a Iker Casillas ha sido una muestra más de su temperamental carácter. Y de su historial. Valdano dijo de él que tiene obsesión por controlarlo todo.
El madridismo, una parte del mismo, optó por solidarizarse con su conflictivo entrenador e incluso hizo bromas con lo del dedo en el ojo. Ese, a pesar de lo que dijeron unos entusiastas, no es el camino.
El camino del Madrid es jugar mejor. Crear el fútbol que tantas veces se ha visto en el estadio madrileño. Un fútbol muy físico, muy de choque, con dureza y pocas genialidades, el que practica ahora, no ha sido nunca el estilo que más ha gustado a los socios madridistas.
El juego que predica Mourinho está basado más que en mejorar al Barcelona en impedirle que este practique el suyo. Los grandes se han de preocupar, fundamentalmente, por imponer su estilo y no en buscar la anulación del contrario.
Casillas se equivocó tras el partido de vuelta en el Camp Nou cuando dijo que había habido simulación barcelonista. Luego vio por televisión la entrada de Marcelo a Cesc y consideró que lo correcto era tratar de rectificar. Su capitanía en la selección le llevó a llamar por teléfono a Xavi para excusarse y pedir una reunión entre los internacionales de ambos equipos para suturar heridas.
La respuesta de Mourinho ha sido sentar en el banquillo a Casillas. Aunque dijo que éste puede llamar por telefono a quien quiera, le dejó claro que quienes están en la plantilla han de seguir sus normas.
Afortunadamente, no tendrá valor suficiente para castigar más formalmente al capitán madridista.
Casillas está muy por encima de su entrenador. En la historia del club su nombre figura con letras de oro. El entrenador “Pito” Mourinho es, por ahora, un borrón.