LA MARQUESA

Downton Tammy

Tamara Falcó Preysler protagoniza ‘La marquesa’, un docureality de seis capítulos que se emite en Netflix y que pulula por el día a día de la heredera de la reina de corazones y el marqués de Griñón.

Tamara Falcó

EFETamara Falcó

“Esta soy yo, Tamara Falcó Preysler, el día de mi 40 cumpleaños. Si algo puedo decir es que hasta ahora no han dejado de pasarme cosas. Casi toda mi vida está contada en las portadas de la revista Hola. Soy la hija de Isabel Preysler, una de las mujeres más elegantes de España, y de Carlos Falcó, un reconocido viticultor, Marqués de Griñón y Grande de España. Y sí, soy marquesa. Ahora trabajo como influencer, tengo mi propia marca de moda y además colaboro en uno de los programas de televisión de más éxito del país, pero mi verdadera pasión la descubrí en las cocinas, soy chef. Hace unos años la fe apareció en mi vida. Llegué incluso a plantearme ser religiosa, aunque al final ese no era el plan de Dios y decidió sumarle a mi vida un novio. Siempre me han gustado los retos, por eso me he propuesto abrir un restaurante en El Rincón, un lugar muy especial para mí que heredé tras la muerte de mi padre”.

Así arranca La marquesa un docureality de seis capítulos que gira en torno a la vida de Tamara Falcó realizado por Komodo Estudios, la misma productora que estrenó Soy Georgina y que arrasó en Netflix. La vida de Tamara y Georgina rezuma hoy cierto paralelismo, ambas se presentan como influencers, son dos pijazas seducidas por la moda con capacidad para comprar modelos por fardos en las firmas de alta costura. Cada una en su estilo, por su puesto. Si Georgina transita por el sporty glam y para la alfombra roja prefiere marcas estridentes como Ermanno Scervino o Jean Paul Gaultier, además del barroquismo de las joyas de Chopard; Tamara es mucho más clásica. Digna hija de su madre, tira de firmas de alta costura como Carolina Herrera, (una de sus favoritas) de vestidos de Rouje París, Ba&Sh, siempre de largo midi y de inspiración boho, pero también cuenta en su vestidor con básicos de firmas low cost como Zara o Mango.

Lo cierto es que, si la historia de Georgina narra la vida de una cenicienta moderna, la de Tamara es lo más parecido a la de una princesa (en este caso marquesa) del siglo XXI.

“Aunque parezca una vida de película, para mí esto es lo más normal del mundo”. Entre perla y perla, Tamara Falcó engancha por su absoluta inocencia, por su verdad y su falta de filtro. Impagable la contestación que le espetó a Samanta Vallejo Nájera el día de la final de MasterChef Celebrity cuando le preguntó qué hacía para concentrarse mientras cocinaba. “¿Qué tipo de método de relajación practicas?”. Ni corta ni perezosa, la actual marquesa de Griñón le contestó: “Rezo el rosario”. Así es la heredera del Marqués de Griñón e Isabel Preysler. Probablemente Carlos Falcó siempre tuvo clara la faceta mediática de su hija y por eso le legó su título más conocido.

La marquesa pulula por la vida de Tamara, pero con un hilo argumental bien definido, su empeño en abrir un restaurante efímero, un pop up en el palacio de El Rincón, uno de los sueños de su padre y que ella desconocía o eso dejan caer durante el transcurso del docureality.

Con una duración de unos 30 minutos, en los seis capítulos de La marquesa el espectador viaja con Tamara a Londres, Nueva York, París, incluso a Roma para recibir la bendición del Papa o a sus retiros espirituales cibernéticos. Poco a poco desvela como es su día a día, su relación con su pareja Iñigo Onieva, sus amigos, incluso su día a día con su madre, la reina de corazones, y su pareja, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

Cuando Tamara plantea su sueño de abrir un restaurante en El Rincón, nadie da un duro por ella. Sólo su novio. Isabel Preysler no confía en su hija y así se lo demuestra cada vez que tiene ocasión, pero tampoco confía en El Rincón. El palacio fue la propiedad favorita de Carlos Falcó, llegó a ser portada de revistas del corazón, escenario de películas como La escopeta nacional, Remando al viento o Mientras dure la guerra; el palacio albergó miniseries como El Rey, sobre la vida de don Juan Carlos o Lo que escondían sus ojos, la serie que blanqueó la imagen Serrano Suñer mostrando la figura del falangista filonazi, aquél que viajó a Berlín para reunirse con Hitler y Himmler, el mismo que facilitó a los alemanes el camino para enviar a miles de españoles a Mauthausen, reducida a una simple historia de amor prohibido.

Cinematográficamente hablando, hoy El Rincón evoca a Esta casa es una ruina de Richard Benjamin. Ubicado a 54 kilómetros de Madrid, en Aldea del Fresno, la finca ocupa más de 6.000 metros cuadrados, su edificio central fue construido en 1862 por orden del marqués de Manzanedo y duque de Santoña, aunque fue su hija y heredera quien lo amplió en 1909 y lo dejó tal y como está hoy.

De estilo renacentista, El Rincón se presenta como uno de los monumentos civiles más importantes de la ciudad extremeña. Lugar de reunión de grandes personalidades influyentes de la sociedad española, vivió su esplendor a principios del siglo XX, con la presencia de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg, de cuya visita queda constancia a través de las cadenas con flor de lis o las inscripciones talladas en granito en las puertas principales". Hoy, 100 años después, el tejado que pide a gritos una rehabilitación, las goteras y la humedad deslucen las esquinas, la pintura se cae a trozos, el jardín vive en plena decadencia decadencia y la verja de entrada que se cae a trozos. Por todo eso, Isabel Preysler, la reina del papel couché, no se imagina cenando allí.

Caprichosa y cabezona a partes iguales, Tamara Falcó lucha por transformar su casa en ruinas en Downton Abbey, concretamente en Downton Tammy. No escatima en gastos. Es capaz de lavarle la cara al palacete, cambiar las telas de las ventanas, construir una cocina industrial móvil con la ayuda de Porcelanosa, llenar todo de flores y ofrecer una cena repleta de experiencias con un menú que evoca la boda de tía Paloma Falcó, esposa del cuarto marqués de Manzaneda y bisnieto del primer dueño de El Rincón. El restaurante efímero, el pop up regentado por Tammy replica el regio protocolo británico y cuenta con un mayordomo, Juan Avellaneda, encargado de la decoración, además de recibir y explicar la cena a los invitados; un jefe de sala y… 14 camareros, uno por cada comensal, “para poder retirar platos y servir al mismo tiempo”. El resto, mejor que lo vean. “La frivolidad a veces es totalmente necesaria”. Tamara Falcó Preysler dixit.