Ana Obregón se ha convertido en la protagonista de la noticia bomba del día. Cuando ya nos habíamos olvidado de Anita la fantástica, la bióloga, actriz, presentadora y productora ha sido madre de una niña por gestación subrogada. Gracias a un vientre de alquiler. La pequeña se convierte así en el segundo hijo de Ana Obregón tras Aless Lequio que falleció el 13 de mayo de 2020 a consecuencia de un cáncer.
No quisiera juzgar negro sobre blanco el dolor, el peor dolor que puede sufrir un ser humano, la pérdida de un hijo, pero con este contrato, Ana Obregón ha abierto un melón de lo más incómodo. No solo por la paradoja que supone comprar un bebé cuando en España la gestación subrogada está prohibida, sino por la inmensa diferencia de edad que hay entre madre e hija.

Portada de la revista ¡Hola!
Ana Obregón debería ser la abuela de esa niña, no su madre. La vida no es justa y con ella no lo ha sido mucho, como con tantos otros. Y si no dense una vuelta por las secciones de internacional de los medios. Un bebé, una criatura no debería ser capricho del dolor. Más que nada porque jamás tapará el dolor de la pérdida anterior. A priori, la decisión parece fruto de otro de los antojos de Anita la fantástica, pero qué autoridad moral tenemos para juzgar una decisión tan controvertida como ésta. Pues la que nos dicta el raciocinio.
En España está prohibidos los vientres de alquiler. Lo que sí se permite es negociarlo fuera del país y traer el bebé ya listo, con un lacito incluido en el libro de familia. Si todavía sigue existiendo.
Vientre de alquiler para ricos
Así las cosas, los únicos que pueden plantearse la idea de la paternidad o la maternidad subrogada son los que tienen dinero, los que se pueden permitir el lujo de contratar el alquiler de un útero. Esto le añade un grado de mercantilismo al asunto. No es más que monetizar la vida humana. Al final, la mujer que accede a alquilar su útero probablemente necesite el dinero. Y la que lo alquila satisface su capricho. El precio de la subrogación de EE. UU oscila entre los 110.000 a los 170.000 dólares. Coste en el que están incluidos los honorarios de la agencia, la compensación y gastos sustitutos, honorarios legales y costes médicos. Barato no es.
La legislación española es esquizofrénica. Permite contratar un vientre de alquiler en países como Grecia, Estados Unidos y Canadá, pero no lo permite en otros como, por ejemplo, los países del Este de Europa. Recuerden el limbo jurídico en el que se quedaron los bebés de gestación subrogada en Ucrania cuando estalló la guerra. Esos bebés se quedaron atrapados en tierra de nadie, porque no se les permitió inscribirse en la embajada española.
En EEUU es un juez el que determina que el hijo, fruto de una gestación subrogada, es hijo legítimo de la persona que ha firmado el contrato. Por sentencia judicial el caso llega cerrado a las autoridades judiciales. Ese bebé es americano y sale con pasaporte americano. Ana Obregón, al llegar a España con la sentencia en la mano podrá inscribirla en el registro español tras abrir una demanda de filiación. Los americanos son tan hipócritas con este asunto que incluso se permiten el lujo de sacar a la madre no parturienta en silla de ruedas. Todo por el paripé y para evitar que no le pase nada en su territorio. Ya saben cómo se las gastan en cuestión de denuncias al Tío Sam.
La imagen de Ana Obregón saliendo en silla de ruedas resulta patética. Ella sabrá el acuerdo al que ha llegado por este robado pactado con la revista del saludo. Más le hubiera valido guardar esa imagen en el álbum de fotos de su hija en lugar de airearla sin pudor.
Huérfana prematura
Con esta decisión, la Obregón le ha hecho una finta a la madre naturaleza. La legislación española señala que para llevar adelante una adopción la diferencia de edad entre el adoptante y el adoptado no puede superar los 45 años. Se trata de defender los derechos del menor y no convertirlo en un huérfano prematuro. Habrá quien se escude en que no sabemos ni dónde ni cuándo nos toparemos con la parca.
Efectivamente, pero se trata de legislar dentro de la normalidad. Ana Obregón cumplió 68 años el pasado 18 de marzo, su hija nació dos días después. Cuando la niña cumpla 20 años, la actriz, en el mejor de los casos, cumplirá 88. Esa niña está destinada a ser huérfana de madre de manera prematura. A pesar de todos los papeleos que haya dejado cerrados su madre. Emocionalmente se quedará coja antes de tiempo.
Sólo los más allegados sabían en qué andaba la actriz. Sus hermanas, Celia y Amalia, y por supuesto, Alessandro Lequio, el padre de su primogénito. Lo han llevado en el más absoluto secreto. Imaginamos que para evitar el debate, la avalancha de medios y, por qué no, para salvaguardar la exclusiva.
Ni la maternidad ni la paternidad son un derecho, por eso no están regulados. Estamos ante un universo en el que debe imperar el sentido común y, ya saben lo que dijo Voltaire, el sentido común es el menos común de los sentidos.