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Entre el estigma, el tabú y la falta de recursos
España

Desamparados ante el silencio que aún envuelve al suicidio: "A mi madre la mató la depresión, pero también el Estado"

Samuel Jiménez | Actualizado: 13.05.2022

El actor y director Román Reyes, impulsor de la plataforma Stop Suicidios después de que su madre se quitara la vida, es una de las miles de víctimas de una 'pandemia silenciosa' que causa un muerto cada dos horas y media, casi 4.000 al año. Muertes que en su mayoría serían evitables con más recursos y voluntad política. El Gobierno acaba de poner en marcha el 024, un teléfono para prevenir conductas suicidas. Un primer y necesario paso pero insuficiente en un país cuya asignatura pendiente sigue siendo la Salud Mental

El actor Román Reyes, cara visible de Stop SuicidiosIsabel se suicidó el 4 de noviembre de 2019. Se arrojó desde la sexta planta del piso en el que vivía en Almería para poner fin a su sufrimiento y a su angustia. A un dolor inenarrable que le había acompañado a lo largo de más de 20 años por culpa de la depresión y otros trastornos mentales que fueron aflorando con el tiempo, como la paranoia persecutoria. Decidió apagar su vida tras varias tentativas de suicidio e ingresos hospitalarios en los que casi siempre se le daba el alta antes de tiempo. Su hijo, Román Reyes, recuerda que aquel mismo día se celebraba un debate electoral en televisión entre los cinco principales candidatos a la presidencia del Gobierno. En ningún momento se habló de salud mental ni del grave problema de salud pública que hay en España con casi 4.000 suicidios al año, once cada día, uno cada dos horas y media.

Unas cifras escalofriantes e insoportables que ocultan el desamparo de muchas personas que sufren, de una realidad prácticamente desconocida por la mayor parte de la sociedad y en la que apenas se han puesto medios para su prevención. No obstante, casi tres años después de que Isabel se quitara la vida, como miles de personas más que han muerto en el silencio más absoluto, el Ministerio de Sanidad ha activado esta semana la línea de teléfono 024 de ayuda a las personas con riesgo de conducta suicida. Un primer y necesario paso para luchar contra esta lacra, aunque aún insuficiente para víctimas, familiares y entidades, que día a día se enfrentan a diario a la primera causa de muerte no natural en España, el suicidio, el mayor fracaso de una sociedad que hasta ahora ha mirado a otro lado.

La lucha de un hijo afligido

“A mi madre la mató la depresión, pero también el Estado”, denuncia a República.com Román Reyes. Este joven madrileño de 35 años, actor y director de profesión e impulsor de Stop Suicidios, una plataforma que nació para luchar contra el suicidio y pedir soluciones urgentes al Gobierno para su prevención, recuerda con indignación e impotencia las innumerables puertas cerradas que se encontraron él y su madre cada vez que reclamaron ayuda.

“Casi siempre le dieron el alta antes de tiempo pese a nuestros ruegos de que no estaba bien. Te estabilizan, apagan el fuego, te hinchan a pastillas y te mandan a casa, eso es todo”, lamenta con rabia contenida. Incluso, la última vez que la vio una psiquiatra advirtió de que a ella “ya le estaban echando la bronca” porque el ingreso de Isabel ya superaba el mes y la mandaron nuevamente a su casa. Dos meses después acabó con su vida. “Fue una negligencia total”, denuncia su hijo, quien ha comprobado de la peor manera posible que los ingresos de las personas con riesgo de conducta suicida y su duración “no se corresponden con lo que el paciente necesita, sino con una suerte de decisiones en función de vaciar camas o el coste que supone dicho ingreso”.

Román lamenta que no exista ningún tipo de seguimiento ni calidad en la Sanidad Pública en cuanto a salud mental. "Da una impotencia enorme porque hay muy pocos recursos. El Estado te da la espalda básicamente", asegura con frustración, lo que deja como única salida el tratamiento privado, siempre y cuando uno pueda permitírselo. Esto supone una “dejación total” por parte del Estado al “derivar su responsabilidad” en las familias, que no están preparadas ni formadas para afrontar algo así. “Con intención política y dedicando un mayor presupuesto, se podrían evitar miles de muertes cada año”, defiende el artista madrileño.

Román con su madre Isabel

Su madre se marchó para siempre aquel fatídico día de otoño del otoño de 2019, pero el sufrimiento de Román no acabó ahí, sino que se acrecentó. Desde entonces vive en una pesadilla diaria de la que no puede salir. Tras años luchando contra un sistema que les dio la espalda una y otra vez cuando su madre estaba enferma y “con el miedo a diario en el cuerpo” de que Isabel pudiera hacer lo que finalmente hizo, Román cayó en una depresión ante la imposibilidad de asumir lo inasumible, que esta muerte como muchas más era totalmente evitable. “He tenido que ir por lo privado al psicólogo debido a la ansiedad que sufro, pero solo me recetan pastillas”, explica. Sin embargo, está convencido que las pastillas no van a arreglar el origen de su problema, sino que solo son un parche.

Ante la rabia y el sabor amargo que dejan las injusticias y los fallos de un sistema de salud deficiente y que olvida por completo a los enfermos de salud mental, Román sacó fuerzas de donde no tenía para seguir luchando por el recuerdo de su madre y por las once personas que estadísticamente se quitan la vida cada día en España. No estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados, consciente de que era posible salvar a miles de personas que se encuentran al borde del precipicio, como podría haberse sucedido con Isabel.

Tras viralizar públicamente el caso de su madre, impulsó la plataforma Stop Suicidios apenas diez días después del suicidio de su progenitora y comprobó, como sospechaba, que no estaban solos. Comenzó a recibir casos similares al suyo a diario de personas que no las ingresaban pese a haber intentado quitarse la vida, de gente que se sentía desamparada y que no tenía dinero para acudir a la psicología privada. En definitiva, personas que no pueden más y que le pedían información sobre algún medio para salvar su propia vida o la de sus seres queridos.

Ante esta avalancha de casos similares, Román lanzó desde Stop Suicidios una petición en Change.org, que ya suma más de 400.000 firmas, para reclamar al Gobierno un cambio del sistema sanitario que dé la importancia que merece a la Salud Mental y que se pongan los medios suficientes para evitar estas muertes.

Cifras insoportables

El suicidio de Isabel es solo uno de los miles de muertos que causa cada año esta pandemia que mata silenciosamente en España. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España desde 2008. Las cifras son alarmantes y con la pandemia han crecido aún más. De acuerdo con los últimos datos del INE, 2020 marcó un récord histórico, con un total de 3.941 personas que se quitaron la vida. Supone una media de once muertes diarias, una cada dos horas y media aproximadamente. No obstante, las cifras serán, probablemente, superiores, dado el estigma social que conlleva, por lo que no se habrán contabilizado muchos fallecimientos como suicidio.

Las cifras que deja esta epidemia invisible en España no dejan de impactar y revelan que es más letal que los accidentes de tráfico y los homicidios juntos:

  • Las muertes por suicidio suponen más del doble de los fallecidos en las carreteras españolas, superan en 11 veces a los homicidios y en 60 a los crímenes de violencia de género.
  • En 2020, hubo un 7,4% más de suicidios que el año anterior, que supuso un aumento significativo respecto a la media de suicidios en España: 3.134.
  • Por cada suicidio consumado, hay muchas tentativas, unas 220 cada día.
  • De los casi 4.000 suicidios, dos tercios son hombres.
  • La tasa más alta de suicidio corresponde a hombres de más de 75 años.
  • En 2020, se suicidaron 14 niños menores de 15 años.
  • En el grupo de edad comprendido entre los 15 y los 29 años fueron 300 muertos.

La onda expansiva que provoca esta lacra es devastadora. Sus supervivientes son miles de familiares y amigos que quedan rotos, desamparados, estigmatizados y sin ayudas por parte de una Sanidad Pública inoperante en la mayor parte de los casos. Sin saber cómo afrontar una pérdida tan cruel y desgarradora.

Cada vez más jóvenes

Muchas de las personas que acaban con su vida son cada vez más jóvenes. De hecho, el suicidio es ya la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 y 29 años.

Los datos reflejan un panorama descorazonador. Durante la pandemia se ha disparado la cifra de intentos de suicidio frustrados o consumados entre los jóvenes. Según un estudio reciente de la Universidad de La Rioja y el Consejo Nacional de la Psicología, casi el 20% de los adolescentes encuestados deseó su muerte en el último año, un 7% lo planificó y un 4,6% intentó quitarse la vida. En otro informe, en este caso de la Fundación ANAR, organización sin ánimo de lucro que ayuda a niños, niñas y adolescentes en riesgo desde hace más de 50 años, también se alerta de un incremento considerable de casos de ideación e intento de suicidio y autolesiones. ANAR trató en 2021 a 4.542 menores por estas causas.

El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid ya lo advirtió, según sus cifras, que las tentativas de suicidio y autolesión habían aumentado en la población infantil y juvenil en un 250% durante el primer año de la pandemia. Por su parte, la Fundación ANAR también ha detectado en los dos últimos años un alarmante repunte de los problemas de salud mental de los más jóvenes, disparándose casi un 55% respecto a 2020.

El ‘efecto Werther’ frente al ‘efecto Papageno’

Las autoridades político-sanitarias y los medios de comunicación han silenciado durante mucho tiempo en España el suicidio por miedo al efecto espejo o al llamado ‘efecto Werther’ en la sociedad. Partiendo de la creencia, sin mucha evidencia empírica, de que informar sobre suicidios aumentaba el número de estos, la mayoría de países había impuesto hasta hace muy poco tiempo una ‘ley del silencio’ y no hablaba de ello.

El término ‘efecto Werther’ fue acuñado a mediados de los años 70 por el sociólogo David Phillips, después de realizar una investigación en la que concluyó que existía un posible efecto/causa en el incremento de suicidios en todo Estados Unidos al mes de que se publicara alguna noticia relacionada con el tema. Tomó el nombre de una novela del famoso escritor alemán Wolfgang von Goethe escrita en 1774, en la que su joven protagonista se quita la vida por desamor. Fue muy popular en su momento y muchos jóvenes que también sufrían por amor, emularon al protagonista suicidándose, incluso imitando la metodología que empleaba éste. La novela fue prohibida en medio Europa por temor a un posible efecto contagio.

Sin embargo, esta correlación puede influir en crear o no el ‘efecto Werther’ en función del tratamiento de la noticia sobre el suicidio. El sensacionalismo no contribuye, siempre será perjudicial, pero si se aborda de una manera rigurosa y profesional, la información puede tener un papel preventivo y ayudar no solo a no fomentarlo, sino que puede prevenirlo. Este enfoque es el que se conoce como ‘efecto Papageno’, que toma el nombre de un protagonista de La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, en la que tras planear su suicidio tres espíritus infantes le convencen de lo contrario.

Ante este grave problema de salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y numerosos estudios internacionales apuestan por el ‘efecto Papageno’ y urgen a Gobiernos y a medios de comunicación a hablar del suicidio para visibilizarlo y prevenir estas conductas, al tiempo que contribuirá a romper el alto estigma social que lleva aparejado.

“Ocultar un problema imposibilita solucionarlo. Es lo que ha pasado en España hasta ahora. Afortunadamente, las cosas están cambiando en los últimos años y el problema se está empezando a visibilizar. Es un buen punto de partida para cambiar las cosas”, asegura en declaraciones a Republica.com Andoni Anseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio y de la Sociedad Española de Suicidología, entidad que, entre otras funciones, imparte formación a profesionales sanitarios, ayuda a las comunidades autónomas a elaborar planes de prevención o divulga información sobre este problema a través del Observatorio del Suicidio en España.

España rompe el tabú de la salud mental

La incertidumbre y el desasosiego de la pandemia han puesto irremediablemente el foco en problemas de salud mental derivados de la crisis sanitaria. Las secuelas provocadas por el aislamiento social, el confinamiento, la pérdida de empleo o los miles de muertos y enfermos graves que ha causado el COVID-19 en nuestro país, han dejado secuelas en la población en forma de ansiedad, ataques de pánico, depresión o estrés postraumático, por citar solo algunas de ellas.

Más que nunca se antojaba como algo prioritario y necesario hablar de nuestra salud mental. Los psicólogos llevaban tiempo urgiendo a políticos y medios a que se trate esta cuestión de forma rigurosa y responsable para impulsar y reforzar medidas. En 2021, se logró por primera vez romper con los tabúes y la estigmatización social que conlleva abordar esta materia y así poder tomar medidas para cuidar la salud mental.

Los políticos dejaron de hacer oídos sordos tras décadas de silencio. La salud mental había estado ausente demasiado tiempo en la agenda política, hasta que el líder de Más País, Iñigo Errejón, impulsó el debate a nivel nacional. El 17 de marzo del año pasado, el diputado reclamó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un plan de choque para abordar la “ola de salud mental” que se avecinaba tras la pandemia. Una petición que provocó algunas risas desde la bancada de la derecha e incluso un parlamentario del PP, Carmelo Romero, le espetó un lamentable "¡Vete al médico!". Ante esta vergonzosa reacción, el resto del hemiciclo -PSOE, Unidas Podemos, nacionalistas, grupos minoritarios y algunos populares- arroparon con aplausos la intervención del líder de Más País, al tiempo que censuraban el comentario de Romero.

#SesiónDeControl @ierrejon, de @MasPais_Es, integrado en el G.P. Plural, pregunta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, @sanchezcastejon, si el Ejecutivo “tiene un plan de choque para abordar el problema de la salud mental”. pic.twitter.com/u7O2Se2K9C

— Congreso (@Congreso_Es) March 17, 2021

Más allá de este incidente, el tema de la salud mental había irrumpido, por fin, aunque todavía tímidamente, en la agenda política.

Un teléfono que salva vidas

Tendrían que pasar muchos meses aún para que Pedro Sánchez anunciara, concretamente el pasado 9 de octubre, un nuevo Plan de Acción de Salud Mental –el primero en más de doce años- que incluía la creación de un teléfono de ayuda, el 024, para personas con riesgo de conducta suicida y también para familiares afectados en toda España, con un firme propósito: reducir las cifras de suicidio y las tentativas.

Sin embargo, este teléfono, una reivindicación que ya llevaba años haciendo Román Reyes al frente de Stop Suicidios con su petición en Change.org, así como las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes, no se puso en marcha hasta hace unos días, con bastantes meses de retraso desde que fue anunciada su puesta en marcha.

Así es como funciona este teléfono:

  • Es un número gratuito, anónimo, accesible y confidencial.
  • Está activo las 24 horas del día y los 365 días del año
  • Ofrece soporte y apoyo emocional a quienes acudan a la línea con planes o pensamientos suicidas y también a sus familiares.
  • Al otro lado de la línea habrá por profesionales contratados por Cruz Roja.
  • La persona que llame será escuchada y orientada pero no necesariamente derivada a un recurso de salud.
  • Sin embargo, si la llamada es de "alto riesgo" o de "suicidio en curso", el 024 alertará a los servicios de emergencia.

Solo en su primer día de funcionamiento, el pasado 10 de mayo, el 024 atendió unas 1.000 llamadas, algunas de las cuales fueron derivadas a los servicios de emergencia.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, este lunes en Madrid durante la presentación por parte del Ministerio de Sanidad de la línea 024 de atención a la conducta suicida

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha querido poner en valor la activación de este teléfono para la asistencia y prevención del suicidio: “El 024 ha venido para quedarse. Había un silencio lacerante sobre este asunto, este silencio ha dejado paso al debate, en los medios de comunicación y en el Parlamento, por la determinación del Gobierno”.

Esta línea telefónica es un haz de esperanza en muchas personas con este tipo de conductas y en sus familiares. Una herramienta que arroja algo de luz al final del túnel para poner freno a este grave problema de salud pública. Supervivientes y asociaciones como La Barandilla, que desde el año 2018 cuenta con su propio número de asistencia, el 911 385 385, aplauden la esperada activación del 024, ya que por experiencia propia reconocen que es una medida que salva vidas gracias a su fácil acceso y donde nadie se siente juzgado gracias a su anonimato.

“Damos la bienvenida a cualquier acción dirigida a disminuir la ideación suicida, los intentos y las muertes por suicidio. La creación del teléfono 024 es un paso importante paso hacia ello”, celebra Andoni Anseán. Sin embargo, también añade que “hay mucho camino por recorrer en prevención universal, prevención selectiva y prevención indicada”.

Román Reyes también celebra la activación del 024 aunque subraya que “lo raro” es que no existiera ante la “sangría anual de muertes evitables que tenemos” en España. “Es un teléfono que urgía mucho, y es esencial para prestar asistencia y prevenir”, asegura la cara visible de Stop Suicidios, aunque matiza: “El 024 no va a ser suficiente si cuando deriven a estas personas angustiadas y desesperanzadas, ni hay ingresos ni posibilidad de recibir una terapia psicológica a la altura de lo que necesitan”.

#024 📞0️⃣2️⃣4️⃣ teléfono de prevención suicidios. Mi valoración desde #STOPSUICIDIOS :

🆘🚨0️⃣2️⃣4️⃣📞#SALUDMENTAL #prevencióndelsuicidio #teléfonodeprevencióndelsuicidio #LlamaALaVida pic.twitter.com/zZWMJnvweP

— Román Reyes (@romanreye5) May 10, 2022

España sigue suspendiendo en prevención

El suicidio es también una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Según las últimas estimaciones de la OMS, cada año mueren más personas por esta causa que por VIH, cáncer de mama, paludismo, conflictos bélicos u homicidios. En 2019, más de 700.000 personas se quitaron la vida, uno de cada 100 muertes. Estas cifras son solo la punta del iceberg de un grave problema de salud pública que ha llevado a la OMS a elaborar nuevas recomendaciones para que los países mejoren sus esfuerzos de prevención del suicidio.

El director general de la organización con sede en Ginebra, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha sido rotundo en sus intervenciones públicas acerca de este tema: “No podemos ni debemos dejar relegado el suicidio. Cada uno es una tragedia. Prestar atención al suicidio es incluso más importante ahora, después de muchos meses de la pandemia y cuando muchos de los factores de riesgo del suicidio siguen estando muy presentes”.

La OMS ha sido muy clara también en que la lucha contra el suicidio pasa fundamentalmente por desarrollar una estrategia nacional de prevención del suicidio. Sin embargo, solo 38 países del mundo han adoptado un plan específico a nivel nacional, entre los cuales no figura España.

Así las cosas, España sigue suspendiendo en prevención. El suicidio es un tema de Estado y nuestro país lleva décadas de abandono y, pese a la aprobación de un nuevo Plan de Salud Mental 2022-24, dotado con 100 millones de euros y que incorpora algunas estrategias específicas que ponen la atención en las conductas suicidas como la creación de la citada línea de teléfono 024, sigue desoyendo a la OMS y a las sociedades científicas que reclaman una estrategia nacional de prevención. “Es inexplicable. No se entiende que España no disponga a nivel estatal de un plan o estrategia. Y menos aún que no se prevea hacer en el futuro”, critica el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

Psicólogos, psiquiatras, entidades y supervivientes coinciden en sus reproches al Ministerio de Sanidad por la clamorosa falta de recursos y escasez de medidas, por lo que así es muy difícil mitigar esta grave emergencia sanitaria y vital. También coinciden en sus principales demandas:

  • Reconocer la tendencia al suicidio como un trastorno separado de otras enfermedades mentales.
  • Aportar financiación específica a través de un plan nacional que evite el desarrollo de conductas suicidas.
  • Crear potentes campañas de concienciación para prevenir los suicidios.
  • Reforzar el Sistema Nacional de Salud con más profesionales sanitarios, psicólogos, servicios de urgencia especializados y emergencias hospitalarias.
  • Adoptar medidas para una prevención universal, como la limitación del acceso a medios letales, la sensibilización de las sociedad y los medios de comunicación.
  • Adoptar medidas para una prevención selectiva, dirigida a grupos de riesgo, como adolescentes, a través de la educación emocional en intervenciones en centros escolares. Una medida que ha demostrado que es una efectiva y eficiente, según los expertos, al reducir significativamente las tentativas de suicidio.
  • Impartir formación en prevención de suicidios, tanto a sanitarios, como a cuerpos de seguridad y familiares que conviven con los pacientes.
  • Investigar sobre los mecanismos biológicos y psicológicos de las ideaciones suicidas.

Así las cosas, España es uno de los pocos países de nuestro entorno que carece de una estrategia nacional. Países como Dinamarca, Suecia, Irlanda o Hungría ya han hecho los deberes y han logrado doblegar de manera drástica la curva de suicidios tras aprobar un plan nacional sobre la prevención del suicidio. A esto se suma que España sigue a la cola de la Unión Europea en inversión en Salud Mental. Solo el 5% del presupuesto de Sanidad está destinado a esta partida, frente al 7% de la media europea.

España también suspende en número de psiquiatras. Según datos de Eurostat, España cuenta con 9,6 psiquiatras por cada 100.000 habitantes. Lejos de los 18 de media en la UE y muy por detrás de países como Alemania con una ratio de 27, Países Bajos (24), Francia (23), Finlandia (23) o Bélgica (20). Y en el caso de Suiza, tiene hasta cinco veces más profesionales que España.

El camino es largo, las medidas insuficientes y la inversión pírrica. España tiene muchas asignaturas pendientes y muchas barreras que derribar, empezando por dar visibilidad al suicidio para desestigmatizarlo y evitar más muertes como la de Isabel y las casi 4.000 personas que se quitan la vida al año. Como Román Reyes lamenta en su petición de Change.org, para su madre ya es tarde, pero urge a que toda la sociedad evite que se “sigan abandonando” a más personas. “Es nuestra obligación, hay que hacer que esto cambie”.

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