Ciudadanos ha consumado este miércoles el enésimo capítulo de una tragedia que se ha tornado en esperpento. Si la supervivencia de lo que es ya un proyecto político en extinción pasaba por la próxima cita en las urnas, las elecciones autonómicas y municipales de mayo, su horizonte se ha nublado aún más hoy tras el último 'patinazo' de Begoña Villacís.
La 'semana jodida', como ella misma lo definió, no acabó con el anuncio de que se quedaba en Cs, de "donde nunca se fue" según ella, tras su asalto frustrado a las filas del PP, abortado únicamente por el portazo de Isabel Díaz Ayuso. Lo que parecía un camino empedrado, su concurrencia a unas primarias sin rivales de peso, casi le da un nuevo disgusto a Villacís al no lograr el mínimo de avales necesarios, lo que ha obligado a la dirección del partido a acudir a su 'rescate', designándola 'a dedo' como candidata, consciente de que es su único reclamo electoral ante la hecatombe que pronostican todas las encuestas.
"La ola naranja no para de crecer cada vez que se abren las urnas". Lejana parece ya esta proclama que un exultante Albert Rivera hacía el 26 de mayo de 2019. Aquellos fueron los días de vino y rosas de la formación liberal, cuando tras ganar los comicios en Cataluña y arrebatar junto al PP la Junta de Andalucía al PSOE un año antes y conseguir hasta 57 diputados en el Congreso en las generales de abril, los naranjas sumaban otros tres gobiernos autonómicos de coalición -Madrid, Murcia y Castilla y León- y se le abrían las puertas de la Alcaldía de la capital española. Desde entonces, como un castillo de naipes, todo se ha desplomado, hasta convertirse en una grotesca caricatura, un muerto viviente político cuya única incógnita reside en cuándo se expedirá su certificado de defunción: el 28-M o si logrará aguantar hasta las generales de final de año.
De haber podido gobernar junto a Pedro Sánchez y haber evitado aquello para lo que nacieron, evitar que los partidos independentistas marcaran la política del país, quedaron laminados a 10 diputados en la repetición electoral de noviembre. A partir de ahí, la tragedia trasmutó en esperpento: perdieron los cuatro gobiernos autonómicos que compartían con los populares -siendo expulsados de tres de ellos- y desaparecieron en Murcia y Madrid tras los adelantos electorales forzados por una fracasada moción de censura en la que no se calcularon bien las consecuencias, así como también del Parlamento andaluz.
Tras la guerra fraticida entre Inés Arrimadas y su 'número dos' Edmundo Bal, o como él mismo se definía su 'fiel escudero', surgió una nueva cúpula naranja fruto de un proceso de 'refundación', una bicefalia ocupada por dos prácticamente desconocidos de cara a la población, Patricia Guasp y Adrián Vázquez. Con Arrimadas totalmente desdibujada en el Congreso y un Bal convertido en una suerte de 'Pepito Grillo' liderando una especie de corriente crítica pese a su derrota, al partido naranja solo le quedaba Villacís. Le quedaba porque tras el autotiro en el pie que se dio la semana pasada, la única esperanza de supervivencia del partido se ha hecho añicos.
Las encuestas son unánimes: Ciudadanos está muerto. En las próximas generales no hay casi ni una que le dé representación en el Congreso, la más optimista quizás uno. Y en las elecciones de mayo, solo se salvaba Villacís de la quema, la única que aparecía con posibilidades de sobrevivir. Pero todo cambió entre la semana pasada y la anterior: el coqueteo de la vicealcaldesa con Génova, dejándose querer y citándose a escondidas con el número tres de Alberto Núñez Feijóo, su intención de liderar una suerte de corriente interna dentro del PP, su petición a la cúpula de que los candidatos de permitir a cada grupo municipal decidir si concurrían por su cuenta o en coalición... Pero un 'portazo' torció todos los planes de la vicealcaldesa, el que dio Díaz Ayuso con su demoledora sentencia: "Todo el talento de Cs ya se vino conmigo". Presentándose como una víctima tras el salto frustrado al PP, la líder naranja rompía su silencio, anunciaba que seguía en Cs y que presentaba a las primarias para ser la candidata de la Alcaldía de Madrid "más convencida que nunca" de la necesidad del proyecto liberal.
Pero "Roma, no paga a traidores". O eso han debido pensar los militantes de Cs, conscientes de que el único motivo por el que Villacís no se ha pasado al PP se debe al rechazo de Ayuso, además de propinar de paso la puntilla mortal a un partido desangrado. Hasta el punto de que el máximo reclamo electoral naranja no ha conseguido los avales suficientes para poder optar a las primarias a la Alcaldía de Madrid. Villacís solo ha logrado 122 avales (el apoyo del 14,5% de los 840 afiliados). Sus otros dos contendientes -Alberto Pulido y Juan Magín- tampoco han rebasado el umbral del 15% de avales (126) de los afiliados necesarios para poder concurrir, 84 y 5 respectivamente. Este estrepitoso ridículo en las primarias más importantes del partido de cara al 28-M deja además otro dato demoledor: solo han votado 206 de 840 afiliados, solo el 24,5%.
Tras dar la militancia la espalda a la vicealcaldesa, y en definitiva a las primarias a la Alcaldía de Madrid, la dirección del partido se ha visto obligada a intervenir, tal y como ordenan los Estatutos. Así la ejecutiva nacional que encabezan Patricia Guasp y Adrián Vázquez ha acordado, a sugerencia de la organización territorial madrileña que dirige la propia Villacís, proclamar candidata a la vicealcaldesa, que se había quedado en el 97% de los avales exigidos. Un 'dedazo' en toda regla.
Lo mismo ha sucedido con quien ha sido proclamada candidata por Ciudadanos a la Comunidad de Madrid, Araceli Gómez, que también ha obtenido un 97 % de los avales que exigen los estatutos, de acuerdo con los datos oficiales.
La propia Villacís había asegurado este miércoles por la mañana, antes de conocerse su proclamación, que contaba con el "apoyo mayoritario" de su Grupo Municipal para las primarias que finalmente no tendrán lugar. "Yo creo que tengo un apoyo mayoritario, sin lugar a dudas, pero tenemos que ver ahora cómo termina el proceso de primarias, y la verdad es que tengo mucha confianza, sinceramente", ha manifestado ante los medios de comunicación tras inaugurar la XXI edición de la Feria IMEX-Madrid, la feria de negocio internacional y comercio exterior.
La descomposición, o más bien autodestrucción a pasos galopantes de la formación naranja, que semana tras semana se supera en un circo de lo absurdo, acelera la fecha de su probable entierro, más tras los próximos comicios de mayo que en los de finales de año.