El magistrado Cándido Conde-Pumpido, exfiscal general con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha logrado este miércoles convertirse en presidente del Tribunal Constitucional tras imponerse a la otra magistrada progresista, María Luisa Balaguer, por seis votos a cinco. La vicepresidencia recaerá en la también progresista Inmaculada Montalbán, copando así este bloque la cúpula del tribunal y rompiendo una regla no escrita que dice que un magistrado del grupo minoritario, en este caso el conservador, debe ocupar ese puesto. Ambos sustituyen a Pedro González-Trevijano, de perfil conservador, y a Juan Antonio Xiol Ríos, progresista.
Pese a las presiones de las últimas horas del propio ala progresista para que se hiciese a un lado, Balaguer no se retiró de la carrera para facilitar el puesto a su compañero y forzó la votación, que resultó tan ajustada como se preveía.
Balaguer ha obtenido todos los votos del bloque conservador (cuatro), reacio a apoyar al otro candidato por su pasado socialista, y el propio suyo, mientras que Conde-Pumpido ha logrado los cinco votos de los progresistas, excepto el de su compañera, y el suyo.
Así pues, la reciente magistrada María Luisa Segoviano, del bloque progresista, sobre cuyo voto había dudas, ha optado por apoyar a Conde-Pumpido, declinando la balanza a su favor.
Balaguer tenía decidido optar por una presidencia, si hubiese sido el caso, con un perfil muy vinculado con el feminismo y sensible a toda la problemática de la violencia de género. El hecho de estar además alejada de la política se veía con muy buenos ojos desde el ala conservadora, donde confiaban en que Segoviano rompiese al bloque y acabase con la aspiración de Conde-Pumpido, algo que finalmente no ha sucedido.
Entre los asuntos que tendrá que afrontar Conde-Pumpido, y que afectan directamente al Gobierno de Pedro Sánchez, está la ley de la eutanasia, la ley Celáa o el ingreso mínimo vital, sin olvidar el recurso a la ley del aborto, que lleva parado en el tribunal de garantías doce años.
Una situación casi inédita
En un segundo plano estaba la vicepresidencia, un puesto que normalmente ocupaba un magistrado de la minoría del tribunal, y que en teoría debería haber sido para el conservador Ricardo Enríquez, el más antiguo.
Sin embargo, esta regla no escrita se ha roto y habrá un tándem de dos progresistas en la presidencia y vicepresidencia.
Hace tres décadas que esto no ocurría, en concreto desde 1992, cuando los progresistas Luis López Guerra y Miguel Rodríguez-Piñero optaron por el puesto de presidente del Constitucional. En ese caso, ambos empataron a votos (cinco) y Rodríguez-Piñero, al ser el de más edad, se quedó con la presidencia, mientras que López Guerra se convirtió en vicepresidente.
Hay que recordar que con el desbloqueo del Tribunal Constitucional a finales de año se produjo un giro total en el equilibrio de fuerzas, que ha pasado de una mayoría conservadora (de seis magistrados frente a cinco) a una progresista (de siete a cuatro).