La gestión política del presidente Díaz-Canel deriva por el camino de la «castrodictadura»: se denuncian desapariciones, regresan las detenciones -entre ellas la del rapero El Funky-, rige la violencia y con los arrestos vuelven las delaciones. Junto a la detención de quince activistas del PAP (Partido Autónomo Primero), la involución avanza a cara poco menos que descubierta desde los tímidos conatos de aparente libertad hacia el regreso incipiente de la tiranía. Lo que pudo parecer evolución cubana hacia la democracia ha ido virando en un retorno progresivo hacia las prácticas plenarias del mundo castrista.