Era lo que le faltaba al ecosistema de la corrupción venezolana, como deriva central del sistema traído por el chavismo: el tráfico de la cocaina practicado desde el sólido estamento castrense, probablemente derivado del contacto físico con la vecinal actividad del guerrillerismo narcocolombiano. Pero quizá lo más notable del fenómeno sea el hecho de que en la trama castrense, los componentes de tan grave delincuencia, no se nutrieran sólo de la clase de tropa, sino que en el entramado hayan figurado con cierta estabilidad y permanencia, oficiales e incluso jefes. Sólo lo ancho de la frontera colombo-venezolana, dilatada en una amplitud de 2.000 Kilómetros, puede aportar “explicación”: a la promiscuidad geográfica.