La congregación de los golfos que saquearon Cataluña
No hay día que no nos enteremos de algo que reviente nuestra capacidad de asombro. Siempre creemos que hemos llegado al summum de la desvergüenza, pero no. Hoy ocupa escaparate Marta Ferrusola, la jefa del clan Pujol, que de su puño y letra le enviaba notas a la banca Reig de Andorra para que traspasara dos millones de pesetas a la cuenta de su hijo Jordi, y lo hacía en clave. Pero la terminología empleada asusta: “Reverendo Mosén, soy la Madre Superiora de la Congregación, necesitaría que traspases dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del capellán de la parroquia, él ya dirá a su si ha de colocar. Muy agradecida”.
Es insuperable. Un clan, una conducta mafiosesca. Un lenguaje intolerable. La jefa del clan de golfos apandadores que saquearon Cataluña (estos sí que robaron de verdad, los popes del nacionalismo victimista) se autodefine como madre superiora, se dirige a un directivo del banco como Mosén y el capellán era uno de sus hijos. El manuscrito de esta buena señora, a quien muchos todavía rinden pleitesía en Cataluña, consta en el sumario del caso Pujol acompañando a un extracto de solicitud de operaciones.
La familia Pujol Ferrusola, según obra en el juzgado que instruye la causa, obtuvo en sus cuentas andorranas un beneficio económico “no justificado” de 69 millones de euros, nada más y nada menos, y diseñaron una mecánica de operaciones para ocultar “grandes sumas de origen desconocido” según un “plan preconcebido y ordenado”, según un copioso informe de la UDEF que ha sido desvelado por Efe. La Policía considera que los Pujol Ferrusola actuaban como “un grupo organizado que venía desarrollando una actividad ilícita”, o sea, una organización criminal, cuyo objetivo final era la “búsqueda de un beneficio económico no justificado”.
Según la UDEF, Jordi Pujol padre registró 473 millones de pesetas en una cuenta de Andorra, su esposa, Marta Ferrusola, 683.139 euros, y sus hijos, Jordi 54,5 millones de euros, Josep 3,5 millones de euros, Oriol 955.253 euros, Mireia 695.657 euros, Pere 711.561 euros y Oleguer 697.761. Los pobres, además de ambición desmedida y poder, solo tenían dinero. Una banda. Una congregación de golfos sin vergüenza que, prevaliéndose de los cargos del padre, y envueltos en la bandera del nacionalismo, se llevaron a casa dinero de todos los ciudadanos. Y muchos catalanes, acomodados, miedosos, aún defienden a los Pujol, o se callan. Incluso algunos les aplauden. Y ahí están el Gobierno y el Parlamento catalán, entregados a la causa de la independencia, comprando urnas, diseñando y poniendo en práctica conductas ilegales, prometiendo una desconexión que es de todo punto inviable, actuando torticeramente, apropiándose de lo público en beneficio propio, con un desprecio insoportable hacia al menos la mitad de los catalanes, persiguiendo al discrepante.
Y el Gobierno de España tranquilo, relajado, con la Operación Diálogo a tope, que está siendo un éxito. De rodillas ante el PNV profundizando en las diferencias entre españoles y pagando con dinero de todos a 500 millones de euros el voto, y muy en serio, comentando off the record a los periodistas que el acuerdo con los vascos va a aflojar a los catalanes.
La congregación de los golfos crece cada día. La rama catalana es difícilmente superable en displicencia, pero no es la peor. Queda mucha tela que cortar y muchos sumarios e informes por filtrarse. Y no digamos nada de las causas que no han comenzado aún, que son unas pocas, y comenzarán, claro que comenzarán. Tiempo al tiempo.