Guillermo Fernández Vara (Olivenza, Badajoz. 1958) lo tuvo claro nada más conocerse el resultado electoral la noche del 28M en Extremadura y por ello, al día siguiente, pidió su reingreso en su plaza como médico forense. Sabía que su etapa política se había acabado.
Luego, tras el sorpresivo adelanto electoral hecho por Pedro Sánchez y esa supuesta contundencia de la candidata del PP, María Guardiola, cuando aseguraba que nunca gobernaría con la ultraderecha que niega la violencia machista o tira a la basura la bandera LGTBI, hizo el último gesto político de quedarse un poco más. Pero el propio Vara sabía perfectamente -y así se lo hizo saber a sus más allegados-, que Guardiola no iba a poder mantener su palabra y que habría un gobierno de coalición entre PP y Vox.
Este martes, tras fijarse la fecha de investidura de Guardiola, Vara compareció ante los medios de comunicación para anunciar que no será el líder de la oposición, ni diputado y que en octubre dejará la Secretaría General del PSOE extremeño. Punto final.
De esta forma, Vara pone fin a una trayectoria política de más de treinta años, desde que de vuelta a su tierra como médico forense en 1988 decidió afiliarse al PSOE, aunque antes lo había hecho a la antigua Alianza Popular (AP) de la mano del extremeño y ex presidente de AP Antonio Hernández Mancha.
Su vecindad con el entonces presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, fraguó en amistad y en 1996 el histórico líder extremeño lo incorporó a su Gobierno, primero como consejero de Bienestar Social y posteriormente como consejero de Sanidad hasta 2007.
Fue precisamente en 2007 cuando, para sorpresa de muchos y ciertos recelos en el propio PSOE extremeño, Ibarra decidió no volver a ser candidato a la Junta de Extremadura y propuso el nombre de Vara como su sustituto y futuro líder del partido. Y ahí nació el Vara más político.
La antítesis de Ibarra
Vara era la antítesis de Ibarra. Un hombre tranquilo, moderado, comedido en sus declaraciones, poco pasional y profundamente dialogante con todos. Algunos veteranos socialistas cacereños decían que no iba a cuajar aquel liderazgo, pero sus resultados electorales en las elecciones de 2007 al obtener mayoría absoluta con unos porcentajes incluso mejores que los que tuvo Ibarra hicieron callar todas las críticas internas.

El PSOE reunió el pasado mayo a sus dos presidentes extremeños, Vara e Ibarra, para conmemorar los 40 años de autonomía / PSOE EXTREMADURA
Pero los fantasmas en torno a su liderazgo volvieron cuando en 2011, en plena crisis económica, perdió las elecciones y el gobierno en la Junta de Extremadura pasó a manos del PP. Vara sorprendió de nuevo a todos y dijo que no tiraba la toalla, que iba a ejercer la oposición y que quería recuperar el Gobierno extremeño cuatro años después. Y así fue. En 2015 ganó las elecciones y con el apoyo de Podemos volvió a la Presidencia, para cuatro años después volver a conseguir una aplastante mayoría absoluta, que el 28M pasó a una mayoría simple que no le es suficiente para seguir como presidente.
En estos años Vara promovió una reforma del Estatuto de Autonomía que hizo con el consenso del PP; ha conseguido entre otras importantes inversiones para Extremadura como la ubicación en Navalmoral de la Mata (Cáceres) la segunda gigafactoría de batería de coches eléctricos o ha hecho una apuesta decidida por el turismo o las energías alternativas, intentando colocar a Extremadura en la vanguardia en energías limpias de España y de Europa. “Extremadura es toda una potencia en estas energías”, suele decir Vara.
Tal vez, el gran hándicap de toda su gestión fue llevar un tren rápido y de calidad a Extremadura. En el 2022 con la presencia del rey y de Pedro Sánchez se inauguró el tren rápido Plasencia-Badajoz; y ha habido importantes mejoras en tramos entre Badajoz y Madrid. Pero averías, retrasos en los horarios y los aplazamientos en los plazos previstos han causado sobre todo frustración en la ciudadanía extremeña.

Guillermo Fernández Vara, en una manifestación por un tren digno para Extremadura en 2018. JUNTA DE EXTREMADURA
A nivel nacional siempre ha tenido una presencia importante y su voz fue escuchada, aunque fue menos estridente que la que tuvo Ibarra. En las primarias de 2017 se posicionó a favor de Susana Díaz, pero tras la victoria de Pedro Sánchez en aquel proceso no dudó en alinearse con el nuevo líder del PSOE y ocupó cargos de responsabilidad en los órganos internos del partido. Incluso, Sánchez le ofreció ser ministro de su Gobierno, pero él siempre dijo que su vida política estaba en Extremadura.
Levantó la voz contra el independentismo, contra los pactos con Bildu y contra algunas concesiones a los partidos catalanes, pero siempre en un tono más conciliador que otros barones del partido.
De hecho, del fracaso electoral del 28M hay dirigentes extremeños que le han culpado por no haberse distanciado más del denominado “sanchismo”, como hizo Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha y donde ha logrado mayoría absoluta. Pero quienes conocen bien a Vara saben que esas actitudes no van con el dirigente extremeño.
Vara hizo su campaña propositiva, defendiendo su gestión y los logros alcanzados, con pocas descalificaciones a los adversarios y un mensaje siempre comedido. “Vara es así”,comenta un veterano periodista extremeño, “si Kapuscinski decía que para ser buen periodista hay que ser buena persona, eso no vale en política. No se puede ser político siendo buena persona. Vara es buena persona”.
Con toda seguridad Vara hará ahora un traspaso de poderes a su sucesora ejemplar; se quedará para facilitar una transición tranquila en el PSOE para que no se destape la caja de los truenos y dejará el foco público pasando a un discreto segundo plano. Fin.