Podemos no está muerto ni nadie lo quiere matar como dice Pablo Iglesias, pero está en crisis ‘existencial’ porque ha perdido el tren de la realidad y no tiene un liderazgo firme, por mucho que Iglesias mueva los hilos de Irene Montero e Ione Belarra, como lo pretendió hacer con Yolanda Díaz. La que denunció las ‘tutelas’ machistas de Iglesias y decidió volar sola con Sumar en pos de un proyecto político realista, progresista y ‘transversal’.
Un proyecto para competir con el PSOE y UP y contrario al discurso viejo y trasnochado de Iglesias que ha vuelto al ‘OTAN no’ de 1986, para justificar su apoyo a Putin en la guerra de Ucrania y para ocultar el enorme fracaso de la Ley Montero del ‘sí es si’.
La que que favoreció a 1.000 delincuentes sexuales rebajando sus penas de cárcel y poniendo en libertad a más de 100, por causa de los graves errores que cometió la ministra Montero al redactar la chapucera Ley.
En la ‘Fiesta de la Primavera’ de Podemos (ya no lo llaman UP) en Zaragoza Iglesias, después de pedir, con la boca chica, ‘unidad’ con Sumar a la que acusa de ‘ninguneas y desprecios, ha venido a anunciar su desesperación y posible repliegue a un reducto ‘anti sistema’, que será su futuro ‘cuartel de invierno’ si a final de 2023 logra un puñado de escaños con el que puedan ser decisivos para que Sánchez forme Gobierno en 2024.
Una trinchera extrema y radical desde la que Iglesias, y a partir de ahora, pretende provocar la pronta ruptura del Gobierno de Sánchez (antes del 28-M), con la dimisión de las ministras Montero y Belarra, y en el caso de que Sánchez pacte con el PP la reforma de la Ley del ‘sí es sí’.
Para, de esa manera, facilitar la victoria del PP en el 28-M y culpar Iglesias, a Sánchez y Díaz, de la fractura de la izquierda en tres en el beneficio del PP y de sus expectativas de victoria en las elecciones generales de final de año.
En la Fiesta de la primavera de Zaragoza, Iglesias, Belarra y Montero, todo fueron, gritos, insultos y descalificaciones a sus adversarios. Y ambas dos ministras disputándose la cabecera del cartel electoral de Podemos con unos pobres discursos mitineros y ajenos a todo análisis político serio y no digamos intelectual. Llegando a presentarse Belarra como la heredera de las históricas conquistas de la izquierda española, ahí incluida la declaración de la II República.
Pero ninguna de las dos ministras lograron superar, en número de público ni en los discursos, la presentación de la candidatura nacional de Yolanda Díaz en el pabellón Magariños de Madrid, donde abundaron las sonrisas, besos, abrazos, aplausos y vítores de ‘Presidenta, Presidenta’. Una Yolanda Díaz, que volverá a hablar este domingo por la noche y subrayará sus distancias con Podemos en una entrevista con Jordi Évole que emitirá LaSexta.
En la clínica del doctor Frankenstein, Sánchez, de la política española se fabrican zombis a gran velocidad. Y el viernes vimos a dos de ellos, los de Bildu y ERC, presentándose como los artífices de la Ley de Vivienda que protege a los okupas, y con la que Sánchez cree haber conseguido añadir más votantes para el PSOE en las elecciones del 28-M.
Luego están Montero y Belarra a las que llaman ‘las niñas del resplandor’ y, finalmente, todos ellos juntos, y avanzando a horcajadas como en el ‘thriller’ de Jackson en pos de las urnas del 28-M donde esperan resucitar a esta izquierda mal avenida que Iglesias ahora intenta dinamitar.
Una cita electoral para la que falta un mes y medio y sobre la que se espera en los próximos días una nueva oleadas de encuestas en las que Podemos volverá a salir bastante mal frente a las mejores expectativas de Sumar.