El barco de Sumar está a punto de zarpar y nadie o casi nadie en el amplio abanico, una quincena, de formaciones de la izquierda a la izquierda del PSOE está a dispuesto a quedarse en tierra. Algunos partidos como Más Madrid, la Chunta Aragonista o Drago Canarias ya han embarcado, otros están en ello aunque sin ninguna duda de que su destino está ya sellado al proyecto de Yolanda Díaz y solo uno permanece en la orilla, apurando unas negociaciones con el tiempo jugando en su contra, Podemos.
A apenas 24 horas de que expire el plazo para registrar una coalición, Sumar ha puesto sobre la mesa su órdago final para un pacto: Irene Montero no irá en ninguna de las listas. Por su parte, el partido de Ione Belarra, pese a haber planteado una consulta exprés a sus bases a mediodía, ha lanzado cerca de las nueve de la noche una inesperada oferta a Sumar: ir en solitario por la Comunidad Valenciana, por los vetos de Compromís, y juntos en el resto del territorio nacional.
La cúpula de la formación morada justifica que ha planteado esta opción debido a que Compromís hasta el momento "vetaba" su presencia en las listas valencianas y, como solución, ha planteado concurrir en solitario solo en ese territorio para desbloquear las conversaciones. Precisamente en esta comunidad el partido morado se quedó sin representación autonómica en las pasadas elecciones del pasado 28 de mayo.
Una propuesta que ha sido descartada inmediatamente desde Sumar al considerarla inaceptable. “No contemplamos esto”, ha sido su respuesta a esta ocurrencia de última hora de la dirección de Podemos, a la que además advierte: si deciden ir por separado en un territorio el acuerdo está ya roto.
Montero resta más que suma
En cuanto al veto a Irene Montero es un asunto que lleva sobrevolando las conversaciones para la construcción de una candidatura de unidad prácticamente desde el principio tras conocerse el adelanto electoral. El exdirigente de Podemos, Pablo Iglesias, lleva días denunciando este veto, del que culpa con nombres y apellidos a tres formaciones: Más Madrid, Compromís y los comunes de Ada Colau. "He tenido la sensación de ver como una dinámica de venganza, como de una presión de Irene Montero fuera y no sé qué, creo que sería mucho más sensato apostar por la responsabilidad", señalaba el pasado lunes en declaraciones a Rac1.
Discurso al que se sumaron el mismo día los portavoces de la formación morada, Pablo Fernández e Isa Serra, quienes advirtieron de que cualquier "veto personal" que eventualmente se ponga sobre la mesa de las negociaciones lo único que hará será "torpedear la unidad".
Hasta ahora tantos los socios de Yolanda Díaz como el propio portavoz de campaña de Sumar, el eurodiputado Ernest Urtasun, han negado que exista ninguna lista negra con dirigentes morados. Sin embargo, varios medios como El Confidencial, El Plural o El Español han desvelado este jueves que en la recta final de las negociaciones in extremis el nombre de la ministra de Igualdad se ha puesto sobre la mesa en forma de órdago: solo habrá acuerdo si ella no está en las listas.
La convicción de Yolanda Díaz y la quincena de formaciones que integran la coalición es unánime: Irene Montero es un activo tóxico, no suma sino resta, ya que además de generar rechazo en la derecha también lo hace entre una gran parte del electorado de la izquierda por su gestión al frente del Ministerio de Igualdad.
Su figura ya estaba tocada por los efectos perjudiciales que tuvo la aplicación de la Ley del 'sólo sí es sí', una chapuza jurídica que tuvo que ser corregida por el PSOE con los votos del PP y que ha provocado hasta la fecha la rebaja de condenas a 1.079 delincuentes sexuales y 108 excarcelaciones.
Pese a ello, Irene Montero nunca asumió responsabilidades ni ningún tipo de autocrítica. Erigiéndose en una especie de Juana de Arco del feminismo y sin pedir perdón a las que verdaderamente importan, las víctimas, achacó la ola de reducciones de penas a los jueces 'machistas' y a la derecha mediática y política. Una postura prácticamente insostenible y menos después del varapalo propinado por el Tribunal Supremo este miércoles al avalar las rebajas de penas echando por tierra las tesis de la Fiscalía y de Igualdad.
Por todo ello, Sumar no quiere ni en pintura a la dirigente morada en sus listas. La propia Yolanda Díaz ya le indicó prácticamente el camino a seguir el pasado viernes tras el paso a un lado del ministro de Consumo y líder de IU, Alberto Garzón, al señalar que era a Montero y Belarra a quien había que preguntar si consideraban que debían ir en las listas.
Podemos ya es pasado
Además, la no inclusión de Montero lanza un mensaje muy claro a la formación nacida del 15M: su etapa ha pasado y es hora de pasar página, se acabaron las campañas de crispación de lonas, camisetas y tuits incendiarios, Sumar será otra cosa y si Podemos quiere formar parte será en el espacio que le corresponde, en un rol secundario acorde a su peso político.
Con el órdago lanzado por Sumar en las últimas horas para cerrar un acuerdo, Podemos se encuentra entre la espada y la pared. Sin fuerza para hacer valer el peso político con el que contaba hace cuatro años y que se evaporó el pasado 28M y en medio de una rebelión interna de dirigentes autonómicos y militantes con un mensaje muy claro a la dirección: o apuestan por la unidad o mejor que se echen a un lado.
Ante el riesgo, ya real, de una descomposición de los territorios y cuadros autonómicos de los morados, que debilitaría todavía más a Podemos de cara a concurrir solo a unas generales en caso de que no haya acuerdo, la única reacción de la cúpula de Belarra ha sido lanzar, tarde y mal, una pregunta ahora a las bases sobre si Podemos debe pactar una "alianza electoral" con Sumar a horas de que se cierre el plazo para registrar la coalición.
Sumar ya avisó el miércoles de que no esperará al "último minuto" para cerrar un acuerdo. Con la cuenta atrás en marcha, Belarra deberá decidir si sacrifica a su amiga de la facultad y vaca sagrada de la formación o el partido se inmola, arriesgándose a seguir el camino de Ciudadanos desapareciendo o quedando reducido prácticamente a la nada en las próximas elecciones del 23J, llevándose por delante la única oportunidad que tendría la izquierda de impedir una mayoría absoluta de PP y Vox. Un escenario en el que, de hacerse realidad, Podemos será señalado como el principal responsable tras haber perdido ya hace mucho tiempo la batalla por el relato.