Este viernes se puso fin a quince días de una campaña electoral agria, bronca y ajena a los temas cotidianos que preocupan y afectan a los ciudadanos. Si algún partido tenía una estrategia teorizada para estas jornadas ha quedado totalmente en un segundo plano porque tres asuntos han estado en las portadas de todos los medios: las listas de Bildu, el debate sobre el racismo tras lo ocurrido con el futbolista del Real Madrid Vinicius Junior; y en los últimos días las acusaciones cruzadas por el voto por correo y la presunta compra de votos.
La primera semana de campaña, tras conocerse que Bildu incluía en sus listas etarras condenados por delitos de sangre, el PP cogió una de sus banderas preferidas para arremeter contra los socialistas y sus pactos con la formación abertzale. De nada valió que Bildu retirara a estos siete etarras de sus listas unos días después, ni que se supiera que en 2015 también fueron en sus candidaturas condenado por terrorismo durante la etapa de Mariano Rajoy. La polémica embadurnó toda la campaña, el PP no iba a soltar hueso y, según el flash del CIS de la segunda semana de campaña le dio resultado.
Agotada la polémica, el incidente racista con Vinicius centró los siguientes dos o tres días de la campaña. Las condenas de racismo se sucedieron por parte de todas las formaciones políticas, exceptuando la formación ultraderechista Vox que, en un primer momento, minimizó los hechos diciendo que sólo eran “violencia verbal”, contraponiéndolo con la violencia física que, según dicen, han sufrido algunos de sus candidatos. Luego el candidato de Vox por Madrid, Javier Otega Smith, fue más contundente.
Y en los últimos días estalló el escándalo con el voto por correo. Primero en Melilla implicando directamente al partido Coalición por Melilla, aunque los hechos también parecen haber salpicado a PSOE y PP. Luego saltó otra operación de compra de voto por Correo en Mojácar (Almería) implicando directamente a candidatos socialistas. Y posteriormente en Murcia, en Huelva, La Gomera y una decena de denuncias cruzadas entre ambos partidos.

Oficina de Correos en Melilla. EFE
Pero el caso más rocambolesco apareció en el Ayuntamiento de Maracena, con un secuestro exprés que ha terminado implicando al “número dos” del PSOE Andaluz, Nóel Lopez; y a la propia alcaldesa de la localidad, una historia que daría para una película a Alex de la Iglesia.
El tema no gusta nada en las filas socialistas que ha intentado en un primer momento escapar de la polémica y luego entrar en el cuerpo a cuerpo con el PP con denuncias cruzadas de todo tipo que, por cierto, son habituales en estas elecciones locales y que pocas veces prosperan.
Sánchez, entre anuncios y el buenismo de Zapatero
De hecho, de principio a fin el líder del PSOE, Pedro Sánchez, buscó hacer otra campaña. Sí entró en el cuerpo a cuerpo con Bildu acusando al PP de volver a utilizar a ETA, una organización desaparecida hace doce años. Pero Sánchez quería que los debates transcurrieran por otro derroteros.
Por ello, usó y abusó de anuncios de medidas en los mítines que luego aprobaría en el Consejo de Ministros, como más dinero para la atención primaria, la salud mental o una ley para garantizar la paridad.
Junto a ello, Sánchez presumía de gestión, de lo hecho por su Gobierno estos años, y de que la socialdemocracia se ha impuesto como fórmula al neoliberalismo. Y, además, todo ello edulcorado con una llamada al voto similar a la que hizo el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 con el lema “cada voto cuenta”. En este caso, se cambió por “cada voto importa”. Y hasta parafraseó en varias ocasiones aquello del ex presidente de “a cada insulto una propuesta”. Pero nada de ello ha marcado la campaña.
Por su parte, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se ha recorrido el territorio y más allá de sus lapsus, que empiezan a preocupar, su mensaje ha sido similar al que le funcionó en Galicia, donde no tienen representación parlamentaria ni Ciudadanos ni Vox, apelando una y otra vez a que el único voto útil, que sirve para echar al “sanchismo” y que abrirá un nuevo ciclo, es el voto al PP.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un mitin en la plaza de toros de Valencia. PP
En Unidas Podemos la campaña ha sido un tanto extraña con respecto a otros comicios. La sombra de Yolanda Díaz ha sobrevolado todo el tiempo, sin tampoco tener un protagonismo excesivo más allá de volcarse con Ada Colau. Ione Belarra e Irene Montero han llevado las riendas en la formación morada y se han multiplicado en actos sobre todo en dos territorios claves para su formación: Madrid y la Comunidad Valenciana.
Y finalmente Vox ha ido a sus temas comunes contra la inmigración ilegal, hablando de seguridad ciudadana e insistiendo en su negacionismo sobre la violencia de género. Nada nuevo en su discurso con respecto a otros comicios.
Cierre final
Este viernes el cierre no trajo mensajes nuevos de ningún partido. Nadie arriesga el último día de campaña que sólo sirve para llamar al voto. Pero sí fue significativo dónde decidió cada formación política poner el punto y final.
Así, Pedro Sánchez visitó por la mañana Tarragona y su último mitin lo dio en Barcelona, poniendo de manifiesto la importancia que le dan los socialistas al resultado que saque el PSC en las locales catalanas y, sobre todo, si vuelve a manos socialistas el Ayuntamiento de la Ciudad Condal.
Feijóo repitió por cuarta vez en Valencia, donde está la joya de la corona de estas elecciones. Luego pasó por Albacete, el PP tiene serias esperanzas de poder gobernar en Castilla-La Mancha; y acabó en Madrid de la mano de Isabel Díaz Ayuso, donde espera ratificar las buenas perspectivas que le dan las encuestas.
Vox eligió Toledo para el cierre de campaña, ratificando la idea que corre en la derecha de que el Gobierno socialista Emiliano García-Page puede caer. Y Unidas Podemos se repartió entre Madrid con Belarra y Montero, y la Comunidad Valenciana, donde intervino su exsecretario general Pablo Iglesias. Finalmente, Ciudadanos arropó a Begoña Villacís en Madrid, donde tiene depositadas todas sus esperanzas de seguir teniendo una representación relevante en política.
Este sábado toca jornada de reflexión. El transcurrir de la campaña da para ello.