Comunidad Valenciana

El PP ante su pacto más incómodo con Vox y un candidato condenado por violencia machista

Carlos Flores, condenado a un año de cárcel por violencia psíquica, coacciones, injurias y vejaciones hacia su expareja, tiene la llave del futuro ejecutivo autonómico y aspira a ser su vicepresidente

El candidato de VOX a la presidencia de la Generalitat, Carlos Flores, durante un acto electoral en Valencia.

EFEEl candidato de VOX a la presidencia de la Generalitat, Carlos Flores, durante un acto electoral en Valencia.

Los resultados del 28M han desatado la euforia en el PP. Los populares han arrebatado seis autonomías a la izquierda, aunque para gobernar en casi todas ellas -salvo en la Comunidad de Madrid tras el triunfo incontestable de Isabel Díaz Ayuso que le otorga la mayoría absoluta- tendrá que pactar con Vox. Uno de estos territorios conquistados, probablemente el más codiciado de todos, es la Comunidad Valenciana, donde ocho años después el PP podrá volver a gobernar la Generalitat con el apoyo de la extrema derecha.

El PP, de la mano de Carlos Mazón, ha enterrado el Pacto del Botànic en la Comunidad Valenciana al convertirse en la fuerza más votada con 40 escaños, aunque para presidir la Generalitat Valenciana necesitará el respaldo de Vox y sus 13 diputados logrados este domingo en las urnas para superar la mayoría absoluta (50 parlamentarios) en Les Corts Valencianes.

Así las cosas, la formación liderada por Santiago Abascal se erige en una pieza clave para formar el futuro ejecutivo valenciano y su cabeza de lista, Carlos Flores, no se lo pondrá nada fácil al PP para alcanzar un acuerdo donde la vicepresidencia de la Generalitat está en su punto de mira.

Los populares ya tienen la mano tendida de Vox para "abrir una nueva fase en la historia de la Comunidad Valenciana", como subrayó Flores en su primera comparecencia pública tras conocerse los resultados del escrutinio del 28M.

Vox será un compañero de baile incómodo para un PP que se asoma a la misma encrucijada que hace un año tras la entrada de la extrema derecha al Gobierno de Castilla y León. Cualquier posible acuerdo con la extrema derecha se analizará con lupa, aunque en el caso de la Comunidad Valenciana aún más si cabe, porque los populares se verán obligados a negociar con Vox y un candidato que fue condenado en 2002 por violencia machista a su exmujer.

Esta circunstancia podría complicar la alianza con Carlos Mazón. Desde la dirección nacional del PP como desde la valenciana, según ha podido saber el diario El País, afrontan con inquietud el dilema de alcanzar un acuerdo con Flores.

El candidato de Vox a la Presidencia de la Generalitat, Carlos Flores, junto con el presidente de Vox, Santiago Abascal, en un acto electoral en Alicante.

El candidato de Vox a la Presidencia de la Generalitat, Carlos Flores, junto con el presidente de Vox, Santiago Abascal, en un acto electoral en Alicante. EUROPA PRESS

Condenado en 2002

El dirigente valenciano fue condenado por la Audiencia Provincial de Valencia a un año de prisión por un "delito de violencia psíquica habitual y 21 faltas de coacciones, injurias y vejaciones" contra su expareja y madre de sus hijos.

Según la resolución judicial, publicada por el diario Levante-EMV, el ahora candidato de Vox a la presidencia de la Generalitat Valenciana persiguió a su expareja, de la que se había divorciado en 1999, y profirió insultos y amenazas en presencia de los tres hijos que tenían en común.

"Te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo, ladrona", le llegó a decir en una ocasión Flores a su expareja según relata el fallo judicial. 

El informe psiquiátrico forense que se le realizó a la víctima para el juicio revela el "quebranto psicológico" que le provocó a la mujer, con "temor a su exmarido, baja autoestima y problemas de ansiedad e insomnio". Además, se vio obligada a abandonar Valencia y marcharse a Barcelona junto a su familia.

Flores también fue condenado a una inhabilitación de un año para ser elegido por sufragio pasivo, la prohibición de acercarse a su exmujer durante tres años y a una indemnización por responsabilidad civil de 6.000 euros.

Pese a que en el momento en que Flores fue condenado aún no se había aprobado la Ley de Violencia de Género -llegó dos años más tarde-, se le aplicó el artículo 153 del Código Penal que castiga "al que habitualmente ejerza violencia física o psíquica sobre quien sea o haya sido su cónyuge". Flores recurrió la sentencia al defender que los hechos no constituyen un delito de violencia doméstica porque no existían "lesiones". 

Desde la izquierda y el feminismo se han alzado diversas voces denunciando que su condena por violencia machista lo hace incompatible con ser un representante público. Todos sus antecedentes penales ya se han extinguido y tanto él como Vox consideran que su pasado no es ningún obstáculo para optar a un cargo público. "No tengo ninguna cuenta pendiente con la justicia. Las que en su día tuve las saldé sobradamente", ha defendido Flores en alguna ocasión.

Flores es catedrático de Derecho Constitucional por la Universidad de Valencia y ha ocupado varios cargos institucionales dentro del PP, como el que ostentó desde 2015 en el Consell de Transparencia. El pasado mes de diciembre fichó por Vox como cabeza de lista para las elecciones autonómicas del 28 de mayo. Sin embargo, sus contactos con la extrema derecha no son nuevos. Ya en la década de los años 80 concurrió a las elecciones generales por el ultraderechista Fuerza Nueva, liderado por Blas Piñar.

Sobre el autor de esta publicación

Samuel Jiménez

Samuel Jiménez (Madrid, 1980) es redactor en Republica.com. Sus primeros contactos con el periodismo fueron en radio, aunque la mayor parte de su trayectoria profesional está ligada a la prensa digital, primero en Estrella Digital y desde hace cinco años en este diario. El cine es una de sus grandes pasiones y disfruta de esa cinefilia en cada uno de los artículos que escribe sobre el séptimo arte. Buena parte de su trabajo también lo dedica a temas sociales, tratando de que el periodismo haga reaccionar al lector frente a las injusticias.