27 de septiembre
“Pues bien señores, yo sostengo que el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que solo se puede conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello, no solo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles” (Discurso de Ortega y Gasset sobre el Estatuto de Cataluña en la sesión de las Cortes Españolas 13 de mayo de 1931).
¿Es posible aquí y ahora esa “conllevanza” a la que se refiere Ortega? La respuesta más probable es negativa. Lo ocurrido en los últimos meses permite deducir que este grave problema, como se ha afirmado, “no es reconducible”. Se han dinamitado muchos puentes, se han cortado muchos caminos, los enconos personales han aumentado demasiado.
Esto es el resultado de un largo proceso que, al menos en la etapa democrática, comienza con enormes errores de sucesivos gobiernos centrales que , sean PSOE o PP, ceden a los nacionalistas parcelas de poder que les sirven tanto para “hacer un país” ( ese “ fer país” que decía Pujol) como para ir dotando al nacionalismo catalán de ese ingrediente esencial en todo nacionalismo: el odio al otro, en este caso a “Madrit”, algo que ha alcanzado alturas nunca imaginadas con mentiras, ridículas invenciones de la historia, victimismo, desprecio al estado de derecho, etc. Seguramente Ortega nunca habría imaginado tal grado de iniquidad.
Elementos clave, no los únicos, en este proceso han sido uno, el tema de la lengua y la “normalización lingüística” olvidando que el meollo no es tanto la lengua, patrimonio respetable, como el adoctrinamiento desde la escuela primaria. Dos, la infausta decisión del entonces presidente Zapatero de “Pasqual (Maragall), aprobaremos el Estatut que salga de Cataluña”. De ahí salió un texto que experimentó un mínimo “ cepillado” en las Cortes y catorce artículo declarados inconstitucionales a cargo del Tribunal Constitucional y que luego fue aprobado por el 73% de los votantes con una participación del 48.85 %.Es decir aprobado por solo el 35 % del censo. A partir de estos hechos, el proceso independentista crece con Mas a la cabeza del mismo, cual nuevo Moisés camino de la Tierra Prometida, de libertad y felicidad. Mientras tanto la situación económica, financiera, social y política de Cataluña se deteriora pero ese enorme fracaso no importa a los nacionalistas que siguen su escalada mientras el gobierno Rajoy, salvo excepciones a última hora, mira a otra parte. Como lo hacen, también salvo mínimas excepciones, los grandes empresarios catalanes, verdaderas élites del poder.
Lo que está claro hoy es que lo que ocurra el 27 de septiembre es fundamental. Es cierto que son solo elecciones autonómicas pero su lectura política es otra. Por eso, es clave la derrota de los independentistas, lo que permitiría un escenario distinto al actual, algo que seguramente haría menos difícil esa “conllevanza”. Esa derrota es difícil. Los independentistas “juegan en casa” tras muchos años de adoctrinamiento en las escuelas y centros de formación de opinión y de lavado de cerebro a cargo de los medios públicos y “concertados” con TV3 a la cabeza. La campaña electoral va a ser, está ya siendo, cualquier cosa menos neutral. Corresponde a la ciudadanía decir hasta aquí hemos llegado, ya basta con la división entre catalanes y entre catalanes y el resto de españoles, vamos a las urnas a votar a las opciones constitucionalistas. Esa es su gran responsabilidad.