De Madrid al cielo. Las explicaciones en Davos
El Congreso del PP de Madrid ha cerrado la crisis causada por el error, inmenso error, de Pablo Casado y Teodoro García Egea en la dirección nacional. La obstinación en bloquear y manipular la candidatura de Isabel Díaz Ayuso a presidir el partido en la Comunidad de Madrid solo puede ser considerada, visto lo visto, como infantil, arbitraria e irracional.
Los Congresos de los partidos sirven no solo para elegir a sus direcciones, sino ante todo para darse un chute de adrenalina política que active la organización y trasladarlo a la opinión pública. Como reiteraba Maurice Duverger en sus libros, la democracia es un régimen de opinión publica.
En la reciente historia política de España solo se recuerda como Congreso fallido el celebrado en Mallorca el 6 de febrero de 1981 en el que presentó su renuncia Adolfo Suarez y se abrió el proceso de liquidación de la UCD, reflejando ya el horizonte electoral la gran mayoría que obtuvo en 1982 el PSOE con Felipe González al frente.
Me imagino que Casado y/o García-Egea, viendo las imágenes, se preguntaran como pudieron ser tan torpes para, estando en la dirección nacional, no haber acordado su celebración con Isabel Díaz Ayuso. Lo cual probablemente les hubiera facilitado llegar a la convocatoria de las elecciones generales de 2023. Y también probablemente obtener un resultado en las generales que hubiera generado una gran crisis en el PP.
La frase de Suarez, “elevar a la categoría política da normal lo que a nivel de calle es plenamente normal”, debería estar grabada a fuego en la cabeza de quienes aspiren a dirigir una organización política.
En todo caso “el borrado” en el Congreso de su paso por Génova en imágenes y discursos demuestra lo contingente de la vida en los partidos, “sic transit gloria mundi”. Y también la desenvoltura de los muchos que les jalearon y su capacidad de metamorfosis a la nueva compostura.
Recuperada la estabilidad, el PP encara por delante unos 18 meses hasta las próximas elecciones plagados de incertidumbres. La situación internacional presenta cuanto menos tres grandes crisis: la guerra de Putin que no se sabe cuando acabará o al menos se estabilizará en una tregua; la crisis energética en Europa que se agudizará el próximo invierno; y las crisis económica mundial por causa de la inflación en EEUU, China y Europa, con duras repercusiones internas y en el mercado de divisas.
En el ámbito nacional, Pedro Sánchez no ha mostrado la menor receptividad a las propuestas de acuerdos de Estado que ha presentado razonablemente Alberto Nuñez Feijóo. Ha vuelto el PSOE a la versión mas agresiva en su discurso frente al PP, con expresiones como mangantes y corruptos que han trasladado la imagen a los ciudadanos de una actitud de bajos fondos.
El acercamiento de posiciones entre los dos partidos para atender a la recesión económica que se aproxima y, que según los expertos no verá la luz hasta final de 2023, se presume descartado. Pedro Sánchez vive confortablemente instalado en el medio ambiente que le proporcionan sus socios en el Congreso. A ellos no les pide nada, le mantienen en La Moncloa y campan por sus respetos.
Podemos es un lio permanente en el gineceo que comparte el gobierno y dirige el conglomerado. Los de origen comunista reconvertido, Yolanda Díaz y Alberto Garzón, están en el show político, con una diferencia estimable entre el talento para la interpretación de Yolanda Díaz, toda un actoraza, y la insoportable levedad del ministro de qué consumo.
Los de ERC , transitan entre la levitación independentista y el universo de los espías que es algo mas literario que España nos roba. A ellos es aplicable la frase de Smiley, el personaje de Jhon le Carré en El Topo: La traición es, en gran parte, cuestión de costumbre.
Nacionalistas Vascos y post Batasunos están a su guerra particular y a sacar tajada de sus viajes a Madrid: votos a cambio de gabelas, presos y dinero.
Y todo este acompañamiento del PSOE que protagonizó la transición e incorporó España a la OTAN y al Mercado Común, se ha dedicado el fin de semana a volcarnos su opinión en la TV pública sobre el Rey Juan Carlos, las regatas y la teoría de las explicaciones que es la palabra clave para entender el momento político que vive España.
A eso ha ido Pedro Sánchez a Davos. A dar explicaciones de España: de los mas de 150.00 fallecidos en la pandemia que no termina; de la deuda pública escalando al 120 del PIB; de la inconstitucionalidad de los estados de alarma y de los primeros en Europa en porcentaje de paro.
O no he leído bien.
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