Si quieres unidad, trabaja el acuerdo
Pedro Sánchez, invitado por Pedro J. Ramírez en el meeting Wake up, Spain, ha hecho profesión de fe de la unidad política bajo la bandera del Plan Nacional de Respuesta a la Guerra. El Plan tiene sin duda un elemento positivo es Nacional y no plurinacional, concepto que ha sido en el PSOE desde Zapatero el vademécum para compadrear con el independentismo.
No hay nada como una guerra y el posible riesgo de su propagación para atemperar las inflamaciones secesionistas que hoy se han limitado a incumplir el protocolo del Estado, y no recibir al Jefe de Estado en el acto oficial celebrado en Barcelona. En su nuevo desplante, el presidente de la Generalidad y la alcaldesa de Barcelona han demostrado su reiterado incumplimiento de las formas y de la cultura democrática.
Indudablemente el momento de Europa y de España es muy grave. Las masacres en Ucrania, hemos visto la de Bucha, y quedan por comprobar los efectos de los intensos bombardeos en otras ciudades como Mariúpol y Járkov, nos dejan a los ciudadanos abatidos a la espera de la respuesta de Europa y de la Comunidad internacional.
Los europeos hemos sido observadores de la guerra en Oriente medio, en los Balcanes, en Afganistán, pero nunca en estos años habíamos percibido con tanta proximidad los efectos de la guerra. Unos efectos que ponen del revés todo el plan de recuperación pos covid, cuando ni siquiera había dado sus primeros pasos y que pone de manifiesto la vulnerabilidad de la UE.
Mas sanciones económicas y suspensión de compras de petróleo y gas a Rusia, a corto plazo van a incrementar la tensión en los mercados energéticos que no son inmediatamente reemplazables. Los compromisos de Biden para que EE. UU aporte gas a Europa solo supone un 10 por ciento anual del gas ruso importado en 2022 y un 30 por ciento hasta el año 2030. Y hay informes que sitúan el precio el petróleo en 150 dólares en este próximo verano.
La tormenta causada por la confluencia de la guerra de Putin mas la inflación y el recorte de estímulos, sin el control definitivo de la pandemia, cae sobre nuestra economía que ha reflejado ya en marzo los daños directos en la recuperación del empleo. El crecimiento de contratos indefinidos no es más que un ajuste al nuevo marco legal que impide mantener prorrogas en contratos temporales.
Pedro Sánchez intenta contrarrestar la realidad con un ejercicio de voluntarismo y un Plan Nacional de respuesta a la guerra que presenta con una aplicación de 16.000 millones de euros, de los cuales 10.000 son avales del ICO y 6.000 bajadas de impuestos y ayudas directas. En definitiva, los avales se traducen en endeudamiento de empresas y autónomos con las entidades financieras, ya bastante endeudadas; las ayudas directas están todavía sin concretar, pendientes del acuerdo con Bruselas en el precio del gas para España y Portugal y la bajada de impuestos la da ya por finalizada la vicepresidenta Calviño.
Lo que queda son las sonrisas de Pedro Sánchez en el acto de Pedro J. Ramírez y la recurrente apelación a la unidad, que de momento no relajan ni la inflación, ni el desconcierto de los agentes económicos.
Alberto Núñez Feijóo, que vive políticamente en el principio realidad, le ha trasladado en el Congreso del PP una oferta de acuerdos, imprescindibles para controlar los daños y fortalecer nuestra economía en un tiempo de crisis que tiene un horizonte desafortunadamente largo e incierto.
Los efectos derivados en familias, ciudadanos y empresas que vamos a tener menor renta disponible, como consecuencia de la inflación y menor actividad, harán retroceder el escenario de recuperación en España que arrastra unas cifras de paro y de endeudamiento que nos sitúan en la cola de Europa.
En una legislatura que encara la recta final con elecciones a 20 meses vista, Pedro Sánchez tendrá que elegir el pacto sobre el que quiere asentar la acción del Gobierno en este nuevo escenario. O procura acuerdos de Estado con Alberto Núñez Feijóo o continúa contemporizando con la izquierda radical, el secesionismo y los batasunos.
España está despierta y sigue despierta tras superar los peores momentos del covid-19, cuyo número de fallecidos se disimula ignominiosamente.
Pedro Sánchez y el PSOE son los que tienen que despertar. Se acabaron los sueños de La Moncloa, la propaganda con documentales en Netflix y los anuncios de que ya ha llegado la primavera.
Las previsiones que se hicieron han volado como los edificios de la guerra en Ucrania.
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