En Francia se debate la economía, en España los escándalos
Este domingo se celebra en Francia la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas donde están en juego la mayoría de la Asamblea Nacional y el cargo de jefe del Gobierno que acompañará al presidente Enmanuel Macron durante su segundo y el último mandato presidencial, que acaba de revalidar el pasado mes de abril frente a Marine Le Pen.
La novedad de esta tercera ronda electoral francesa (les queda la cuarta de legislativas el domingo 19 en coincidencia con los comicios andaluces en España) está en la aparición de una nueva alianza de la izquierda liderada por el jefe de la ‘Francia Insumisa’, el populista Jean-Luc Mélenchon.
El Mélenchon populista y radical que quedó en tercer lugar en las elecciones presidenciales y ha logrado unir a gran parte de los partidos de la izquierda (socialistas incluidos) en la coalición: ‘Nueva Unión Popular Ecologista y Social’ (NUPES), que constituye un frente político similar al que Yolanda Díaz pretende construir en España.
En Francia el debate político es sobre todo económico, y la inflación -como en España y en los EEUU- pesa mucho. Pero en París está en el centro de las discusiones políticas donde el candidato Mélenchon, reticente ante la Unión Europea, apuesta por una política expansiva de grandes inversiones públicas, para poder reactivar la economía y el empleo.
Mientras el presidente Macron confía en la eficacia del rigor presupuestario y control del déficit para lograr el crecimiento y no caer por el precipicio del déficit y la deuda sin control, que podría poner en riesgo la cohesión fiscal ‘mínima’ de la UE y amenazar la estabilidad del euro. En la creencia, cierta, Macron de que sin Europa no hay salvación
En España el debate económico está sepultado por los escándalos políticos y las trifulcas entre dirigentes de uno y otro bando, e incluso dentro de los propios bloques ideológicos. Ahora, en nuestro país impera la crisis de Argelia, o de la práctica ruptura de relaciones políticas y económicas entre España y Argelia, tras la decisión política y personal (que no ha consultado con nadie) del presidente Sánchez de reconocer a Marruecos como legítimo dueño de la soberanía del Sáhara Occidental.
Antes, y al fondo de todo ello está la crisis del espionaje del CNI, con esa malvada herramienta informática llamada Pegasus, con la que se espió al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés. Y el cese de la directora del CNI, Paz Esteban, para compensar a ERC. Y también está la confesión de Sánchez y de varios ministros de que sus teléfonos móviles fueron espiados también por otros ‘Pegasus’ de un país ajeno que podría ser Marruecos.
Espionaje en el que a Sánchez le fueron robados 2,6 gigas de archivos de contenidos ‘altamente sensibles’ que podrían ser la causa de un presunto chantaje de Marruecos a España con el que el Gobierno del Rey Mohamed VI habría forzado a Sánchez a cambiar la histórica posición española sobre el Sáhara Occidental.
Hasta hace poco la atención informativa giraba en torno al regreso del Rey Juan Carlos I a España y del ‘ruido’ -según el gobierno y la Zarzuela- que el emérito había generado su primera visita de cuatro días a Sanxenxo, motivo por el que don Juan Carlos ha sido obligado a regresar a su ‘exilio’, ilegal e inconstitucional porque se le priva de sus Derechos Fundamentales, a Abu Dhabi exigiéndole además que esté callado.
Y en el horizonte tenemos las elecciones andaluzas del domingo 19, y la cumbre de la OTAN del 29 y 30 de este mes, cuando la tensión sube entre Argelia y Marruecos, incluso con maniobras militares fronterizas. En España el gran problema de la inflación, sobre el que planea el gas argelino, tiene dos actitudes opuestas: la de Sánchez de gasto público y social a raudales; y la de Feijóo pidiendo la rebaja de impuestos para favorecer la inversión.
Pero está cuestión de la inflación no está como en Francia en el centro del debate nacional. Aquí imperan los escándalos y las batallas políticas. Y, a partir del próximo lunes, manda la recta final de las elecciones de Andalucía que se van a convertir ven un gran test político y electoral nacional.