La entrega del Sáhara a Marruecos huele a chantaje
Los documentos informáticos que fueron sustraídos del teléfono oficial de Pedro Sánchez (y de los ministros de Interior, Defensa y Agricultura) con el sistema de espionaje Pegasus -que también tiene Marruecos- han podido ser, por la gravedad de su contenido, motivo de un chantaje de Marruecos a España para obligar al presidente Sánchez a cambiar radicalmente toda su posición sobre el Sáhara Occidental que España ha entregado a Marruecos.
Y que ha provocado la ruptura por Argelia del Tratado de Cooperación con España. Lo que responde, en buena lógica, con la esperada respuesta de Argelia (sobre la que aún pende el corte del suministro de gas a España), a la decisión del presidente Pedro Sánchez de entregar el Sáhara Occidental a Moruecos.
Rompiendo así las responsabilidades históricas de España con el pueblo saharahui Y también nuestro compromiso con las resoluciones de Naciones Unidas en favor de la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental.
A todo ello hay que añadir el secretismo de la operación Sáhara Occidental. y la implicación personal del Presidente Pedro Sánchez al margen de su Gobierno, de sus socios (UP) en el Ejecutivo, del PSOE, de la Oposición y del Parlamento. A los que Sánchez ocultó y no consultó su grave decisión, lo que constituye una falta múltiple de respeto democrático. Y, a sabiendas Sánchez, de que la gran mayoría de los españoles están a favor del pueblo saharahui.
Como antecedentes a esta decisión de Sánchez está la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali para ser tratado de la infección de COVID -de la que pudo se curado en Argelia-, que se quiso hacer en secreto y se realizó saltándose los trámites de su entrada en España. Y lo que pudo haber sido impulsado por el entonces vicepresidente Pablo Iglesias.
Y también está, como antecedente, el intento fallido de la invasión de Ceuta por una turba marroquí organizada por el Gobierno marroquí como una clara respuesta y una venganza por la presencia en España del líder del Polisario, detectada por los servicios de información marroquíes y luego denunciada por el gobierno de Mohamed VI.
El pasado 2 de mayo el ministro de la Presidrncia, Felix Bolaños, informó que el teléfono del Presidente Sánchez había sido espiado con el programa Pegasus y que le habían sido extraídos 2,6 gigas archivos informáticos, lo que constituye un grave delito un y alto porcentaje de documentación y de conversaciones del Presidente.
Y si esta información robada estaba en manos de Marruecos es posible que haya sido utilizada como chantaje al presidente Sánchez y a España. Como es posible que acabe llegando a los medios de comunicación marroquíes y españoles.
Además Sánchez sabía, aunque lo negaba, que la respuesta de Argelia a su cambio de posición sobre el Sáhara sería muy dura, pero eso no le importó porque consideraba más grave la amenaza marroquí y la inestabilidad en las fronteras de Ceuta y Melilla.
Y así estamos ahora, a la espera de ver que hace Argelia con el gas en plena crisis energética europea e internacional. Y cuando a Sánchez dentro y fuera de su gobierno le crecen los problemas en las víspera de las elecciones de Andalucía, cuyo resultado se conocerá en tan solo 10 días una vez que el 19 de junio por la noche se comunique el resultado electoral.