El lunes fin del primer acto del drama shakesperiano español
En la crisis actual de la monarquía española están todos los ingredientes de los más notorios dramas de Shakespeare, de Hamlet, al Rey Lear o Ricardo III. Donde el genio de Stratford UP Avon recrea las escenas históricas de su país y de su tiempo. Y bien que hubiera disfrutado el dramaturgo con este momento español en el que basta con imaginar el fin del primer acto, como el que acabará este lunes en el Palacio de la Zarzuela, para entender las posibilidades del autor.
Esa escena incluiría el falso abrazo en secreto (‘sin luz ni taquígrafos’ por orden del ‘premier’ Sánchez) entre el Rey Felipe VI y su padre el Rey Juan Carlos I. El que al abandonar el Palacio de la Zarzuela, para regresar a su destierro en Abu Dhabi, sale del escenario, pasito a paso, con dificultad y ayuda de su bastón diciendo a media voz: ‘Nunca debí de abdicar, fue un error’.
Que el Rey Juan Carlos I regrese a España, después de casi dos años de ‘destierro’, a sus 84 años y con problemas de movilidad, y que su hijo el Rey Felipe VI le prohíba residir en el Palacio de la Zarzuela donde durante 60 años don Juan Carlos I vivió eso lo dice todo y ofrece argumentos de sobra para para escribir un Drama, ‘realista’ en todas las acepciones del término.
Máxime, si añadimos personajes ambiciosos y crueles como el del primer ministro Sánchez, y las intrigas de familia de uno y otro monarca que, como los dos Papas de Roma, comparten el centro del escenario. Desde la Reina madre doña Sofía a la Reina consorte doña Letizia, pasando por las infantas Cristina y Elena, sus ‘famosos’ ex esposos, Urdangarin y Marichalar la dulce Princesa de Asturias doña Leonor y algunos de sus primos como Froilán.
Y todo esto ambientado en la España política actual en donde: Sánchez amenaza y presiona a Felipe VI, para que se ponga a sus órdenes, con la llegada de una ‘Republica Bolivariana Española’ (la de Sánchez sería así); y cuando en algunos condados del Reino ambiciosos condestables intentan romper la unidad de la nación española o diluirla en una confederación.
No haría falta, para dibujar el Drama español, recurrir al realismo mágico, la ficción o la simple creatividad de la imaginación. Porque todo, personajes, argumento y primeros actores están a la vista y al alcance de la mano del esperado autor. Aunque bien sabemos que acercarse a la maestría del genio William Shakespeare es imposible.
Pero tarde o temprano alguien lo intentará con todo el drama y las luchas de poder que ello comporta, y al margen de ciertos culebrones de las intrigas políticas y amorosas que en preparación ya están. Porque el drama ‘realista’ español incluye el presente y el futuro de España, y esa no es una cuestión baladí ni teatral sino una importante realidad del drama político que tenemos por delante y debemos solucionar.