Trump y Johnson acorralados
La transcripción ‘no completa’ de la conversación que el presidente Donald Trump mantuvo con él presidente de Ucrania Volodímir Zelenski confirma que Trump presionó el pasado 25 de julio al ucraniano para que investigara al hijo de Joe Biden, el ex vicepresidente de los EE.UU. y hoy candidato del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales USA de 2020.
Lo que justifica la decisión de la presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi, de abrir una investigación oficial en pos de la la destitución (‘impeachment’) del presidente americano, mientras se van acumulando pruebas que demuestran que Trump podría haber incurrido en ‘traición a la seguridad’ y violación de la Constitución de EE.UU.
Paralelamente, el Tribunal Supremo del Reino Unido ha sentenciado que el primer ministro Boris Johnson incurrió hace poco en abuso de poder en contra de la democracia británica y de la autonomía e independencia del Parlamento británico (ahora reabierto por orden del Tribunal Supremo), al suspender los debates de la Cámara de los Comunes sobre el Brexit de manera fraudulenta e implicando en la operación a la Reina Isabel II.
Estamos ante dos personajes autoritarios y populistas que han atacado, en sus respectivos países con actuaciones delictivas o irregulares, el corazón mismo de las primeras democracias del mundo anglosajón y occidental. Y que merecen ser expulsados de la vida pública, y sometidos a la acción de la Justicia en sus respectivos países.
Los dos, Trump y Johnson, estridentes y entrañables amigos entre sí, son además motores de la nueva desestabilización de la economía internacional en el comercio (Trump) y en la UE (Johnson), y ambos solo se ocupan de su ambición personal al precio que sea y hasta el punto de haber violentado la democracia y la legalidad en USA y Gran Bretaña.
El caso de Trump es más importante porque afecta a la primera potencia del mundo y porque los Estados Unidos están en víspera de nuevas elecciones presidenciales -en el otoño de 2020-, y porque a Trump ya cuenta con el antecedente de la operación de acoso a Hillary Clinton de Trump con la colaboración de Vladimir Putin, aunque las pruebas detectadas entonces no fueran suficientes.
Ahora, una transcripción incompleta de la conversación telefónica de Trump con el ucraniano Zelenski -revelada por La Casa Blanca, pero incompleta, deja claro que el americano presionó al ucraniano -‘lo que puedas hacer con el fiscal general sería genial’, dice Trump- para que se investigara al hijo de Biden, Hunter Biden.
Y todo ello con veladas amenazas de Trump de bloqueo de la ayuda militar de USA a Ucrania, y ofertas de intermediación con Merkel, así como con la petición de Trump a Zelensky de que recibiera a su abogado Rudy Giuliani -ex alcalde de Nueva York- quien ya ha reconocido que hizo presiones a las autoridades de Ucrania para investigar a Hunter Biden.
Todas estas informaciones dejan en la peor evidencia a Trump y camino del ‘impeachment’ por más que él presidente insista en que no hubo presiones. Y cuando se sabe que La Casa Blanca ocultó al Congreso la denuncia que un agente secreto había hecho a propósito de las presiones de Trump a Zelenski contra de Joe Biden, el mejor posicionado candidato demócrata para las elecciones presidenciales del año próximo.
Para defenderse Trump habla de una ‘caza de brujas con él’ y pretende convencer a todos de que su conversación con Zelenski -que fue bastante receptivo a las presiones- fue una amigable e inocente conversación.
Pero esta vez las pruebas y testimonios son muy claras y el futuro de Trump, como el de su amigo Johnson, pinta muy mal y camino de dos destituciones que no se deberían retrasar, pero que no son fáciles como algunos imaginan porque la capacidad de resistencia de ambos, sobre todo la de Trump (cuyo Partido Republicano controla la mayoría del Senado en USA) tiene delante un muy complicado y largo recorrido institucional que Trump está seguro de que lo podrá sortear.