O gana Cañete o cae el diluvio
Diríase que PP y PSOE se han puesto de acuerdo para convertir el caso de Cañete en el centro político de la campaña electoral del Parlamento de la UE. De esa manera el bipartidismo ha ocupado el territorio electoral y se han marginado a las otras candidaturas minoritarias (IU, UPyD y nacionalistas). Y qué decir de esas otras minorías sin representación parlamentaria que están fuera de los espacios oficiales publicitarios como Ciudadanos, Vox, Podemos, Primavera, etc, que luchan por un escaño y a las que los grandes medios audiovisuales han excluido de sus programas y debates electorales.
Ayer Cañete, por fin, pidió disculpas por sus palabras despectivas con las mujeres y Valenciano las aceptó diciendo que llegan tarde y a la fuerza. Con lo cual unos y otros parecen enterrar el hacha de guerra y caminan hacia el cierre de una campaña que no ha servido para nada especial. En el PP incluso hay dirigentes que creen que el episodio de Cañete ha servido para movilizar a sus bases electorales para hacer frente a los ataques que les llegaban desde el PSOE. Mientras que en el lado socialista consideran que la metedura de pata de Cañete ha sacado a Valenciano del rincón de su escaso liderazgo político para relanzarla en la izquierda y en el ámbito electoral.
Y de Europa qué. Pues nada o casi nada, porque nadie ha puesto sobre la mesa una fórmula mágica que permita a los ciudadanos creer en que existe una salida inmediata a la crisis económica y que esa puerta se abrirá justo después de estas elecciones, lo que no es verdad ni posible. No hay pues manera alguna de escapar de la resignación. Y lo que es peor, ni el PP está en condiciones de ofrecer una fecha para que la recuperación llegue al paro, las empresas y los ciudadanos; ni el PSOE tiene un discurso ni un proyecto alternativo que garantice dicha recuperación. Mas bien al contrario desde la izquierda se vende el pesimismo diciendo que “vamos a peor”.
Por supuesto sobre la corrupción todos han pasado de puntillas, así como sobre el desafío catalán que se coló en el debate ‘a seis’ de TVE de intervenciones cortas, lo que no permitió entrar en esta materia que comenzará a ser prioritaria a medida que se acerque la Diada del 11 de septiembre.
Sin embargo, todavía falta por ver si las palabras de Cañete van a tener consecuencias en el nuevo Parlamento Europeo de cara a su posible nombramiento como comisario español de la UE. Si ello fuera así Méndez Vigo sería el candidato, pero se abriría también una profunda brecha entre el PP y el PSOE, que Rajoy nunca iba a perdonar a Rubalcaba. Entre otras cosas porque todo apunta a que el presidente del Gobierno pretendía completar la reforma de su gobierno después de las elecciones, sobre todo si De Guindos se incorpora al Eurogrupo y esto complicaría sus planes.
Los que incluso afectaban a la reforma de la cúpula del PP por parte de Rajoy, una vez que Arenas quiere ir al Gobierno, Pons se va a Bruselas y la secretaria general, Cospedal, estaba castigada e incluso apartada de la campaña electoral, cuya dirección Rajoy encargó a Floriano. Una tensión Rajoy-Cospedal -que viene del caso Bárcenas y de la crisis andaluza del PP- y que parece que se ha suavizado gracias a la crisis de Cañete que obligó a Cospedal a reaparecer en la campaña, lo que Rajoy le agradeció con públicos elogios.
O sea Cañete es el rey del mambo electoral y ahora luce cara de un niño malo arrepentido que espera tomarse la revancha de su adversaria Valenciano en la noche electoral si las urnas le dan al PP la victoria que anuncian las encuestas. La victoria, se dirá en la izquierda, del machismo. Mientras en la derecha se calificará la derrota de Valenciano como el fracaso de la manipulación y del oportunismo del PSOE. Naturalmente si es el PP quien pierde las elecciones a Cañete le caería encima el diluvio universal.