Los políticos bailan en el entierro del Régimen
El Régimen de la Transición está muerto pero los dirigentes de la política que velan el cadáver quieren embalsamarlo y hacen toda clase de conjuros y maniobras para que nada cambie y perdure la situación partitocrática de la que disfrutan estos profesionales del poder. Los que hoy están de capa caída ante la opinión pública, indignada y a la espera, y los que en este debate sobre el estado de la nación piensan lucir sus habilidades destructivas y hasta su lado generoso y algo pactista para reconciliarse con la sociedad. Pero por más que arremolinen, canten y bailen junto al cadáver para aparentar normalidad el Régimen está muerto, huele mal y en su acta de defunción se incluyen las últimas causas de su letal enfermedad y su defunción, como los que siguen a continuación.
El Jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se han visto relacionados en sendos escándalos: el llamado caso Nóos donde figura imputado el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin; y en la presunta financiación ilegal de la cúpula del Partido Popular, aflorada en la contabilidad secreta del hasta hace poco -a finales de diciembre seguía cobrando su sueldo del partido- tesorero del PP e imputado en la corrupción Gürtel, Luis Bárcenas. A quien recientemente se le ha descubierto un cuenta bancaria secreta en Suiza con 22 millones de euros, lo que el personaje ha festejado haciendo ‘la peineta’ a toda España.
Y estos dos casos que afectan a los primeros palacios del país, la Zarzuela y la Moncloa, son solo una parte de los escándalos que inundan los juzgados y los medios españoles e internacionales de comunicación, en los que se incluyen otros casos que afectan de manera destacada al PP, PSOE y CiU, y aquí incluido el último episodio del espionaje en Cataluña. El pretendido ‘oasis catalán’, convertido en la cueva de ‘Alí Babá’, desde donde su parlamento autonómico se acaba de declarar en rebeldía constitucional y ha proclamado su soberanía al margen de España, y ante la pasividad del Gobierno de Rajoy y el primer partido de la oposición el PSOE, definitivamente roto en Cataluña al apoyar el PSC un referéndum ilegal de autodeterminación.
Un asunto el de la secesión de la mayor gravedad que se suma al mayor de los problemas nacionales: el paro que afecta a más de seis millones de personas, camino de los siete si continúa esta nueva oleada destrucción de empleo y empresas a la que asistimos en estos días. Paro a granel y desahucios infames, que incluyen una decena de suicidios de las personas que han perdido su hogar. Y cerca de 600.000 familias sin ingresos, en la miseria y en largas colas de los comedores de la caridad. Y lo mejor de la juventud española emigrando para trabajar y para ayudar a sus familias.
Y todo esto mientras el Estado español avala el rescate bancario por 40.000 millones de euros, mientras el crédito se estanca y no fluye, los impuestos suben a cotas insufribles, la deuda del Estado alcanza cifras récord, la Seguridad Social se sitúa al límite de sus ingresos y la imagen de España se deteriora en el mundo a marchas forzadas. Y como la guinda de tan dramático y doloroso espectáculo ahí están: los indultos a los condenados banqueros, torturadores, defraudadores y corruptos de la política por parte del Gobierno de la Nación, o de lo que va quedando de ella. Sin que la Justicia, presionada o carente de medios, pueda reaccionar.
Este es, en síntesis, el estado actual de la nación española que se va a debatir hoy y mañana en el Congreso de los Diputados, en lo que debía ser el funeral del Régimen de la Transición. Y el inicio de un ‘periodo constituyente’ para la construcción de un edificio de nueva planta, mientras un gobierno de concentración nacional presidido e integrado por independientes de prestigio, gestiona el día a día de la crisis, reforma la Ley Electoral y convoca comicios constituyentes para la reforma de la Constitución. Con inclusión, tras la abdicación del rey Juan Carlos, de un referéndum sobre la Monarquía o la República, y sobre los capítulos constitucionales en los que deben quedar absolutamente claras la separación y la independencia de los poderes del Estado, y la racionalización del sistema autonómico y administrativo del Estado, entre otras cosas.
Sin embargo, los protagonistas del vigente deterioro español, los responsables directos de este fin del Régimen, no van a reconocer la gravedad de la situación española en toda su crudeza -PSOE y PP taparán al Rey, a los banqueros condenados, etc.-, ni van a salir del debate unidos con un programa y un proyecto reformista de gran altura, la cosa quedará en unas bonitas palabras y propuestas sobre lo que llaman “regeneración”. Como no querrán abanderar la necesaria reforma constitucional, con el sabido argumento de que “este no es el mejor momento”, lo que tampoco es cierto dado que, precisamente, este es el momento para llevarla a cabo, antes de que estalle en todo su esplendor la indignación ciudadana, harta de razón.
El presidente Rajoy reconocerá problemas y sacrificios pero dirá que todo ello es por el bien de la patria (rompe sus promesas para hacer sus deberes, dice) y por la recuperación de la economía, al tiempo que nos anuncia para finales de año brotes verdes altos y fornidos como palmeras, y unas propuestas para la transparencia de lo que no está oculto y para combatir con unos paños calientes la corrupción y los desafueros de los gobernantes. Desde el PSOE Rubalcaba hará el balance económico negativo del primer año del gobierno del PP la crisis y pretenderá una oposición constructiva y pactista, lo que resulta imposible de compaginar con la petición de dimisión que le hizo a Rajoy, semanas atrás. ¿Cómo va a cooperar el PSOE con el Gobierno de Rajoy, a quién acusa de responsable de la corrupción del PP? ¿Y qué nos dirá Rubalcaba de la ruptura del PSC, o de su propia corrupción del PSOE, ERES y espionajes y casos que van desde Sabadell hasta José Blanco?
Rajoy y Rubalcaba poco o casi nada van a decir sobre el funeral del Régimen y las grandes cuestiones de fondo de España, como las que se refieren a la crisis de Corona, los líos bancarios, los grupos ruinosos de comunicación y las grandes empresas -la cara oculta del Régimen de la Transición- en cuyos Consejos están sentados los grandes prebostes de antaño del PSOE y del PP, en su nueva condición de ‘sabios’, o de presuntos protectores de sus nuevos empleadores y ‘traficantes de influencias’ ante los gobernantes de turno nacionales, regionales o locales.
El debate sobre el estado de la nación no servirá para nada porque sus principales protagonistas no quieren el cambio de Régimen, ni la pérdida de su privilegiada situación personal y partitocrática. Prefieren quedarse tapando y velando el muerto, aunque huela mal, a ver si con un poco de suerte lo consiguen embalsamar y de esa manera ganan un poco más de tiempo hasta que la situación, hoy descontrolada, se les vaya de las manos y todo comience a estallar. Y entonces sí que asistiremos todos a un bonito funeral.