Escaso programa del PP para la gravedad española
Dados los últimos datos españoles de más paro (creciendo), crecimiento cero y recesión a la vista, incumplimiento del objetivo de déficit y serios problemas financieros, el optimista programa electoral del PP nos parece una escasa medicina –una aspirina frente al cáncer- para atajar y hacer frente a los problemas que España tiene planteados. Además, incluso si obviamos esta dura realidad con el ya inútil argumento de ocultarle a los mercados la triste realidad española, llegaríamos a la conclusión de que en dicho programa del PP no hay nada nuevo bajo el sol porque de lo que se debería hablar, como de la reforma -no de regeneración- de la Democracia no se dice nada; y de otras cosas importantes de las que sí se habla no se concreta. Por ejemplo: de la reforma laboral y del sistema financiero. Ni se dice que pasa con la enseñanza del castellano en Cataluña; ni una palabras de los euromisiles; ni parece sensato que, con la excusa del fin de ETA en caliente, se hable de cadena perpetua revisable; ni es serio lo de retocar solo en parte de los procedimientos del Tribunal Constitucional, cuando se deben de proponer las reformas que garanticen la independencia del TC y del Consejo General del Poder Judicial al margen de la política, además la reforma de la ley electoral y de los medios públicos de comunicación.
Pero lo más importante del programa del PP es que da igual lo que digan y cómo lo digan porque van a ganar las elecciones “de calle”, y sin el menor esfuerzo. Porque el cúmulo de noticias negativas que no cesan de llegar en torno a España –crecimiento cero del PIB; más paro a la vista según dice la OIT; frenazo a la economía (es decir recesión a la vista) según la OCDE; y subida de la prima de riesgo muy a pesar de los acuerdos de la euro cumbre de Bruselas de la UE (Italia por encima de los 400 puntos y España camino de los 360)- son definitivas, actúan de manera demoledora en contra de las expectativas del PSOE, y podrían conducir a los socialistas a un descalabro descomunal por debajo de los 100 diputados (como avisaba días atrás una encuesta de este partido, cuya autoría se le atribuye a Julián Santamaría).
Si las cosas siguen así de mal para España, a sabiendas que estamos en el crecimiento cero y camino de la recesión y que los objetivos de déficit de 2011 parecen incumplibles, lo que nos acarreará un ataque furioso de los mercados a medida que se acerque la fecha de levantar el telón, si todo va como va, convendría imaginar que el PP tiene oculto un Plan B urgente y de emergencia porque el programa que lleva a la campaña electoral ni dice mucho, ni sirve para hacer frente a la crisis (al menos por lo que cuenta), ni da el menor impulso a la necesaria reforma democrática. Naturalmente si se compara con el programa electoral de Rubalcaba, que tiene credibilidad cero y tremendos y aún calientes antecedentes catastróficos, el programa del PP parecería un rayo de sol en medio de la oscuridad que nos invade.
Pero temerosos de contar la verdad, por miedo a perder votos, e incapaces de promover una reforma democrática y un verdadero plan de choque para la economía y el paro a ver si frenan el tsunami que se nos viene encima, el PP lo deja todo en manos de su eslogan de “Súmate al cambio”, que es la tendencia general de los ciudadanos y la única opción posible a la vista de todo lo demás.
A lo mejor, más que programa electoral, hubiera sido más interesante que Rajoy nos presentara su lista de Gobierno: “Estos son mis ministros” debía de decir el cartel electoral con la foto de los seleccionados. Pero eso es sin duda mucho pedir al misterioso Rajoy, porque la primera incógnita que le rodea es la de su propia capacidad de gobernar y de decidir. Aunque ya le hemos oído, por dos veces decir que gobernará “con valentía”, lo que es una importante novedad. Y buena falta que le va a hacer el acopio de valor porque lo que se le viene encima es para espantar.